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miércoles, 20 de marzo de 2024

Matheran: del cielo al infierno (parte I)

           Ha llegado la hora de reflexionar, sobre porque Matheran, puede ser a ratos maravillosa y otros, horrible. Sobre por qué un mismo espacio puede ser, indistintamente, el cielo y el infierno.

          No vamos a hacer una enumeración de datos o elementos positivos y negativos de esta ciudad, sino que los vamos a entremezclar, construyendo un relato, porque resulta más ameno.

          La primera sorpresa la tuvimos incluso antes de salir de la estación de tren. Todos los visitantes de este lugar y en forma de tasa, debemos pagar 50 rupias por entrar. Es una cantidad ridícula, pero te pones de muy mala leche, porque te cobren por acceder a lugares públicos (han debido de aprender de los nepalíes, siendo la primera vez, que nos ocurre en India). De momento -todo se andará, seguro -, a los extranjeros no nos cobran veinte veces más, que a los nacionales, como ocurre en la mayoría de sitios.

          Para contextualizar las cosas, decir,  que hay dos formas distintas de de llegar o de salir de Matheran. Si vas en tren este te lleva hasta el propio centro de la ciudad, si vas en taxi compartido, te dejará en la parada anterior (donde está el parking) teniendo cuatro posibilidades de llegar al centro : coger el ferrocarril, contratar los servicios de un caballista, alquilar un rickswaw de tracción  humana o  ir andando (algo menos de media hora). De estas tres últimas maneras, te evitas la maldita tasa.

          El cabreo se te pasa de golpe en cuanto sales a la calle principal y respiras su armonía, su quietud, la ausencia de basura, de orines...¡Qué delicia poder deslizarte por el asfalto sin toparte o tener, que esquivar los infinitos vehículos con ruedas de otras partes! La única molestia inicial son los persistentes comisionistas de los alojamientos, nada frecuentes en la mayor parte del país.

          Las construcciones no son muy agresivas y a dos pasos, te hallas en plena naturaleza, rodeado de animales y en un ambiente de plena ruralidad (algo casi imposible, en la India más turística).

          Ya después de un par de horas, empiezas a echar de más, el constante ir y venir de los centenares de caballos, que pasean a los visitantes, que requieren sus servicios. A medida, que avanza la tarde, el asfalto se va llenando de mierda y el olor se convierte en insoportable. Es verdad, que al atardecer varios empleados se dedican a recogerlas.

          Las vacas y los perros campan en absoluta libertad. De los monos y de los burros os hablaremos más adelante.

          Los numerosos senderos están bien señalizados. No son demasiado largos y carecen de dificultad, salvo la derivada de la irregularidad y lo escarpado de algunos terrenos. Supongo, que con el monzón, la cosa se complicará bastante. No hay apenas nadie transitando por ellos, por lo que disfrutas de una gran sensación de quietud -escuchando los variados cantos de los pájaros -, pero también de lo contrario, por poder sufrir algún percance (con monos, con inesperados buscavidas...).

martes, 19 de marzo de 2024

Nuestro día en Matheran (parte II)

          Uno de los comisionistas nos había ofrecido una habitación por 1800 rupias y después, la había bajado a 1300, ante nuestra negativa. A la vuelta del lago preguntamos en ese hotel y nos la dejaron en 1200, por lo que decidimos quedarnos. A pesar de estar en montaña modesta -800 metros de altitud-, la temperatura era ya de 34 grados y no era plan, seguir cargando con las mochilas. 

          Matheran ofrece bastantes lugares de interés, que están bien señalizados, aunque las distancias indicadas, no siempre coinciden con la realidad. La mayoría son miradores, aunque algunos de esos lugares están algo sobrevalorados. La niebla vuelve a ser un problema y es una pena. Después, de que mi pareja tuviera un desagradable problema con un mono, que le quiso robar la bolsa con las cosas del día -snacks y galletas incluidas-, visitamos la mayor parte de ellos en soledad.
         
           Vimos seis guiris -novedad-, siendo la mayor parte turistas nacionales, que vienen a pasear a caballo y poco más. Es por ello, que según va avanzando  el día, la ciudad va cogiendo un olor a mierda equina/vacuna /perruna insoportable. Aunque por la noche hay personal de limpieza, que las recoge.

          La calle principal es un batiburrillo importante de negocios. Para los viajeros solo son útiles los restaurantes, aunque la comida y la bebida aquí, cuesta entre un 20 y un 400% más que en el resto del país. ¡Asi de chulos!.
          
          De día, está arteria, resulta insulsa y monótona, pero se transforma de noche, cuando las potentes y coloridas luces de los incontables hoteles, los negocios de apuestas y las de juegos diversos, hacen de este lugar, una pequeña Las Vegas. Quien lo hubiera dicho a las cuatro de la tarde.
          
          El último incidente del día fue también con los monos: estábamos sentados en la terraza de la habitación de la primera planta, porque llegaba mejor el wifi, cuando  una mona con cría se asentó ven la barandilla. Nos metimos para adentro corriendo y llegaron cuatro más. No había forma de echarlos, ni siquiera con una percha, hasta que les lanzamos agua. Más tarde volverían .  

          Entonces, ni pareja me dijo: "miralos, si tienen comportamientos humanos", viendo cómo abrazaban y besaban a sus vástagos. Y yo empezé a pensar, que no son los indios el eslabón perdido entre los primates y el hombre como pensaba antes. En realidad, el eslabón perdido es el mono, entre el indio y los seres humanos.



Nuestro día en Matheran (parte I)

           En este post y el siguiente, os vamos a contar, como transcurrió nuestro día en Matheran. En los dos posteriores, os daremos los argumentos suficientes para considerar este lugar, a la vez, como maravilloso y horrible. Y es, como ocurre en  Palitana,  que este sitio está lleno de contradicciones.

          Cuando llegamos a Matheran, no nos pilló por sorpresa, que la ciudad sea peatonal, porque ya lo sabíamos. Si nos chocó, sin embargo, que por sus calles, circulen un sin fin de animales, a todas horas: los omnipresentes caballos para el paseo de los visitantes, perros, mulos, burros, vacas..., se alternan sin criterio alguno, de tal forma, que ya no sé si quedarme con este modelo de convivencia y de tránsito o con el bullicio y el caos de las ciudades. Lo de los infinitos y agresivos monos, que molestan todo el rato y que impiden muchos paseos, lo trataremos en una entrada aparte.

          Nos habían dicho desde un alojamiento, que rechazó nuestra reserva, que aquí solo hay tres hoteles, que acepten extranjeros y ninguno eran ellos. La realidad es bien distinta, porque nada más salir de la estación, nos abordaron hasta cuatro comisionistas con una oferta bastante más amplia. Por mil rupias los dos, hasta nos llegaron a ofrecer un camping, con tienda iglú y wifi. 

          Habíamos pensado hacer la excursión en el día y volver a última hora en un taxi compartido -solo veinte minutos de viaje -, a dormir a Neral. Pero viendo el panorama, nos empezamos a plantear, hacer noche aquí, si encontrábamos un precio razonable.

          No obstante y mientras decidíamos, nos fuimos con el bulto a cuestas a la zona del lago Charlotte -la más bonita de todas - por un camino algo incómodo, plagado de sacos terreros en el suelo, suponemos, que para contener derrumbes en época de lluvias. Tuvimos una pequeña e inesperada encerrona por un par de monas con sus crías y sus protectores, que casi, nos causan un disgusto.

          El lago es muy chulo y tiene un templo y un mirador, desde donde se ven con un telescopio, de pago, , allí instalado, hasta 16 puntos de interés, en los escasos días, que no hay niebla ( hoy no es el caso ).

Explotación humana y animal, en Matheran


 

lunes, 18 de marzo de 2024

El tren panorámico "de juguete", de Matheran

           Queríamos evitar a toda costa el fin de semana, para tomar el tren panorámico a Matheran, porque son los días más concurridos. Al final, no pudimos evitarlo y nos llevamos la segunda en la frente, porque hace año y medio ya fracasamos en el primer intento de llegar. El caso es, que el domingo nos pusimos a la cola, madrugando bastante y cuando quedaban unas diez personas delante de nosotros, se acabaron los billetes. Se puede subir en taxi compartido, pero no es lo mismo. Decidimos, si o si, intentarlo a la mañana siguiente. Ya que no nos quedaba otra - salvo la comida, Neral no dispone de ningún atractivo y es un caos-, asi que holgazaneamos en la habitación, durante toda la jornada, recuperándonos de la alergia, de las letales picaduras y de los supuestos bichos de la cama. Al menos, aprovechamos el buen wifi. Nos sirvió para adquirir los tres tramos aéreos pendientes: -Bombay- Kuwait -Estambul-Milan-, que nos llevarán a casa el próximo día 26.

          Habíamos regresado al hotel del día anterior, pero nos dieron otra habitación diferente, al no disponer de personal de limpieza en festivo .Más pequeña, pero más recogida y con menos luchas nocturnas contra los agentes agresivos y patógenos.

          A la tercera fue la vencida. El lunes nos levantamos aún más temprano, para pillar puestos punteros en la cola y conseguir los preciados billetes, que han subido casi un 30% en año y medio. Aunque, más lentamente, que ayer, el puntual tren se fue llenando, fundamentalmente, de turismo familiar nacional con muchos críos, con las molestias, que ello conlleva. Casi tantas, como los estrechos e incómodos asientos.

          El paisaje es entretenido, aunque no muy espectacular. La niebla de fondo -a pesar del radiante sol-, nos impide ver los sitios más distantes. Se va alternando el paisaje de vegetación intensa -muy seca y rodeada de maleza-, con las imponentes zonas rocosas, que forman salientes y precipicios. El tren tiene tres paradas antes de llegar a destino , la última de ellas es a la que arriban los taxis compartidos. 

          En el recorrido se atraviesa un túnel llamado "del beso", que mas bien debería ser el del "piquito" por su breve instante de oscuridad. En total, casi tres horas de trayecto para 20 kilómetros y 800 escasos metros de desnivel. En Neral, 40 grados. Aquí, en destino montañoso, 34. ¡Casi estamos por ponernos la chaqueta!

🙉 Monos al acecho de nuestra habitación 🛏️


 

Mirador, desde Matheran


 

Horseland, en Matheran


 

Calle principal de Matheran


 

Panorámica de los alrededores de Matheran (lástima de niebla 🌁)