Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

lunes, 23 de octubre de 2023

miércoles, 18 de octubre de 2023

Noveno viaje largo

           Si nada lo impide, comienza el sábado 21 de octubre, nuestro noveno viaje largo. Volaremos desde Santander, a Viena y desde allí, a Kuwait, donde permaneceremos un par de días. Estos billetes ya están comprados, a un precio total de 65 euros por persona. Lo más probable después, es que volemos con Salam Air, desde Kuwait, a Bangkok, vía Mascate.

          Aún después de tantos viajes a Tailandia, todavía nos quedan algunos sitios por visitar en el país. También, en el norte de Vietnam y en la parte oriental, de Indonesia. ¿Guinea Nueva Papúa? No lo descartamos, aunque es improbable. Es posible, que volvamos, a India, a recorrer Gujarat o los estados del nordeste. No os podemos dar muchos más detalles, porque no los tenemos.

          Esperamos, ¡que la suerte y nuestras buenas maneras nos acompañen!

De renunciar a Larache, a los problemas del regreso

           Nos levantamos y nos encaminamos hacia la estación de autobuses, de Asilah. Se trata de un edificio grande y bastante nuevo, pero para nuestra sorpresa, fuera de uso, desconociendo la causa. Una persona nos explicó, que si queríamos ir, a Larache, deberíamos acercarnos a la parada de grandes taxis, distante unos centenares de metros. Pero, al llegar allí desistimos, incluso, de hacer un regateo, porque los vehículos estaban vacíos y sin pasajeros alrededor, por lo que nos iba a tocar pagarlo entero.

          Pues nada. Con las mismas, a la estación de trenes y regreso a Tánger, dando el día por perdido, aunque cambiando el alojamiento de la primera noche, por el de nuestra estancia anterior, en mayo.

          Creo, que ya he comentado en otros artículos, que la medina de Tánger es coqueta, limpia y cuidada. Ya lo era, hace casi dos décadas. Los vendedores y buscavidas tampoco han cambiado nada y continúan utilizando las mismas rancias argucias, que entonces. Que si "bienvenido, amigo". Que si "de que parte de España eres". Que si "de que equipo de fútbol"...

          Se llevan a molestar, incluso, cuando les dices de manera contundente, que has estado muchas veces en el país y que no pierdan su tiempo contigo. O cuando les explicas, que en España viven un millón de marroquíes y que nosotros les dejamos tranquilos sin interrogarlos, a cada paso, sobre su ciudad natal o su club deportivo.

          El último día y ya sin más agenda, que tomar el vuelo de regreso a última hora de la tarde, decidimos ir al aeropuerto andando y así, ahorrarnos los diez euros del taxi. ¡Mucho calor!, pero camino siempre con acera, en dirección también, a la estación de autobuses y al estadio del equipo local, donde se jugó una Supercopa de España. Nos maravillamos de lo bien cuidados, que tienen todos los jardines de las afueras, con un verde impecable sostenido por riego automático o por personas físicas esmeradas en mantenerlo todo impecable.

          Cuando, como se suele decir, el pescado parecía vendido, surgieron tres problemas de cierto calado. Registro de la parte masculina de la pareja, tras detectar le el bolsillo interior, que llegó, sin exagerar, a la violación anal y a la tocadura de pelotas del siglo. Problemas de la parte femenina con la ubicación del sello de salida en el pasaporte, con un funcionario estúpido. Azafato de Ryanair loco, que la lió parda antes del despegue por la asignación de asientos y la volvió a montar en el aterrizaje, al levantarse la gente antes de tiempo.

Asilah, 18 años después

           El indescifrable sistema de transportes de Tánger -salvo, claro, que vayas en taxi a todas partes-, ha condicionado sustancialmente este fugaz periplo. Por primera vez y durante nueve viajes al país, en lo que hemos visitado más de cincuenta destinos,no pudimos llegar, donde nos proponíamos. Pero, no adelantemos acontecimientos y vayamos por partes.

          Hasta 2.017, la estación de autobuses de la localidad estaba en una ubicación bastante céntrica. En aquella fecha y con una gran inversión, se la llevaron a unos diez kilómetros, no demasiado lejos del aeropuerto, como sabríamos un par de días después. Nadie nos supo decir, si hasta allí llega el autobús urbano y preguntamos a unas cinco personas -no existe oficina de turismo -, incluido el recepcionista del hotel. Y eso, que en Tánger,habla español, hasta el más tonto.

          Nuestra intención para el segundo día de viaje era llegar hasta Larache, donde ya estuvimos en 2.010. Teníamos un gran recuerdo de este lugar, al que llegamos en pleno Ramadán y por tanto, no pudimos probar sus famosas tortillas de patata o suculentas paellas, tradicionales desde la época del protectorado español. Pero, como no queríamos desangrar nos en taxis, nos decantamos por volver a Asilah, nuestro primer destino en el país alauita, hace casi dos décadas. Hasta este bello enclave llega el tren y al estación tangerina, se puede ir, fácilmente, caminando.

          El viento había amainado algo, en relación con el día anterior, aunque el calor no daba tregua. La impoluta, pequeña y coqueta medina de Asilah -repleta de españoles del sur, que van a pasar el día de compras y a llenarse la tripa -, permanece, como entonces, intacta. El mar, con sus abruptas mareas, sigue bañando con maestría sus bellas y bien conservadas murallas. Encontramos un buen hotel con agua caliente -todo un lujo en el Marruecos económico-, comimos churros - cada vez, más presentes en el mundo - y helados a veinte céntimos. Disfrutamos, de un vibrante domingo de mercado.

          Como el lugar no da para una jornada completa, ya por la tarde y antes de ver una espectacular puesta de sol -la misma, que hace dieciocho años -, nos decidimos a ir hasta la Playa de la Cueva, que se halla a unos siete kilómetros. Encontramos bien la carretera adecuada y además, durante los tres mil primeros metros hay acera. Después, durante dos mil más, nos adentramos por un serpenteante camino. No pudimos culminar nuestro objetivo, porque llegado un punto, el sendero se puso peligroso y preferimos, no arriesgar. Pero nos llevamos unas buenas vistas azules profundas de la costa y de otro par de vacíos arenales.

          Al atardecer, se montaron numerosos tenderetes de comida. En otros aspectos, no, pero en el yantar, Marruecos ha tenido, que sucumbir también, ante las poderosas propuestas gastronómicas internacionales, como pizzas, tacos estilo mexicano y hasta croquetas. Un autobús, nos debería llevar a la mañana siguiente, a Larache.