Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

viernes, 21 de julio de 2023

¿Es Azerbaiyán un país del tercer mundo?

           Mediado el viaje y cuando nos aburrimos en uno de los buses incómodos, en los que hemos transitando por el país, me dijo mi pareja, en lo que ya es una pregunta clásica: "¿Tú piensas, que Azerbaiyán es un país del tercer mundo? Es que creo, que no tiene las suficientes chabolas y basura para serlo".

          Yo, le contesté, que sí, aunque en aquel momento, vivía más de indicios, que de datos contrastados. Ahora, al final del viaje, lo tengo meridianamente más claro. Cuando uno empieza el periplo por Bakú, con su paseo marítimo, sus torres llama y sus fastuosos edificios en construcción, se lleva una imagen algo distorsionada del país. Es, que en la capital, se gastan a manos llenas el dinero del petróleo. Incluso y ya hace años, llegaron a construir un espectacular palacio de eventos para uno solo: el festival de Eurovisión.

          En el centro de la capital, no encuentras un solo papel en el suelo y circulan, constantemente, operarios, quitando el más mínimo hierbajo. Sin embargo, cuando sales a los barrio colindantes - no siquiera periféricos-, ya te vas haciendo una idea más aproximada del país, aunque aún almibarada.

          En el resto de urbes, la cosa fue empeorando, paulatinamente y sin desglosar, hago un compendio de por qué, Azerbaiyán es un país del tercer mundo.

          1. Las ciudades están absolutamente dispersas y en ellas resulta difícil saber, donde está el centro.

          2. Falta de aceras y canalizaciones y alcantarillas destapadas.

          3. Medios de transporte confusos y con muchas carencias.

          4. Ausencia total de recursos turísticos públicos para los viajeros.

          5. Deseo e interés del estado en desplumar, a los viajeros con las entradas a los lugares de visita.

          6. Funciona mejor lo privado, que lo estatal.

          7. Sin embargo, los diferentes negocios o servicios miran más el margen empresarial, que la esmerada atención al cliente (por ejemplo, un taxista te aprieta las tuercas con el precio y luego no te lleva al punto acordado, sino donde le viene bien a él).

          8. Los baños públicos -incluso en las estaciones de transporte - son de pago.

          9. La gente es muy solidaria con el prójimo y no mira solo por sus intereses, como ocurre en el supuesto primer mundo.

jueves, 20 de julio de 2023

Peculiaridades de Azerbaiyán

           Va acercándose el final del periplo por Azerbaiyán y podemos explayarnos con algunas experiencias y conclusiones sobre los momentos vividos.

          Azerbaiyán es el país de los taxistas -nunca vimos tantos, sobre todo, en lugares pequeños -, de los supermercados -los hay a decenas en una misma zona-, de los omnipresentes escalones -no hay calle, que no los tenga - y del juego de las adivinanzas, porque la dispersión y la confusión es tal -salvo en Baku-, que resulta muy difícil saber o no, si estás en el centro de una ciudad.

          Azerbaiyán es la patria del inglés cero (extensible a todo aquel idioma, que no sea el azerí). Vaya de antemano, que nosotros no criticamos a un pueblo, porque no sepa más lenguas, que la suya, porque no tienen ninguna obligación y deberíamos ser los viajeros, los que pusiéramos algo más de nuestra parte. Pero es, que no conocen ni siquiera los números, ni palabras sencillas, como bus, station, breakfast o similares. A lo largo de treinta y cinco años de viaje, solo nos ha ocurrido lo mismo en Siria, hace muchos años ya, pero allí la gente es más amable, que por aquí y eso, que hemos visitado poco más, que los destinos esenciales del país. No queremos imaginar, que habría pasado, si hubiéramos ido a sitios más remotos 

          En definitiva, el caso es, que para entendernos sobre cosas muy básicas y salvo en la capital, hemos tirado de mucha paciencia -normal, porque éramos los interesados-, gestos, dibujos y cuando ha sido posible, sobre todo en tiendas, de los benditos traductores de internet.

          Es curioso y a la vez, deprimente e inquietante: llevamos ocho días en el país y no hemos visto un solo mercado de nada.

          El transporte interurbano se ha convertido en todo un misterio para nosotros y ya hemos renunciado, a descifrarlo. Fuimos de Bakú, a Quba, pero nos cobraron el billete hasta el destino final, Qusar. A la vuelta y desde aquí, tomamos un mismo servicio y no pasó por Quba. En Bakú, quisimos embarcarnos en transporte directo, a Sekhi, pero nos dijeron que resultaba imposible y solo podíamos hacerlo, a través de Ismailliyi. Y , ahora, desde Sekhi, existen todos los autobuses y marsustkas, que quieras y que te devuelven a la capital sin transbordo.

          Y más, más asuntos sin explicación. Fuera de Bakú y aunque los dejes toda la noche, es casi imposible conseguir la carga completa de los móviles, da igual, el enchufe de la habitación, que uses.

          ¡Menudo país de enigmas!

Dormir en la playa, en cala Galdana


 

miércoles, 19 de julio de 2023

Un cumpleaños no del todo feliz, en Sekhi

           Hoy -26 de junio - ha sido el día de mi cumpleaños. He celebrado mi onomástica en muchas partes del mundo: Roma, Bangkok, Bardar, Tokio, Simla...y en esta ocasión tocaba , entre Ismailliyi y Sekhi, antiguo famoso enclave de la Ruta de la Seda.

          He de decir, que no ha sido uno de los cumples más bonitos de mi vida. A primera hora y después de una buena noche de aire acondicionado, se confirmaron nuestras peores sospechas: no existen marsustkas o autobuses, a Sekhi, sino viejos e incómodos taxis compartidos. Nos pidieron 40 mantas a los dos y nos negamos. Apareció otro chico  y nos lo bajaron a 35. Insistimos y se quedó en 30. Tratamos de bajarlo un poco más, haciéndonos los remolones, pero pronto nos dimos cuenta, de que no íbamos a conseguirlo. La demanda de este servicio es muy baja y el taxista tenía las de ganar.

          Tardamos dos horas exactas, a Sekhi, por una carretera fea y plagada de obras eternas. El poco amable conductor no se digno a llevarnos hasta la terminal de buses y nos dejó de malas maneras a las puertas de la nada. Así, que más de una hora andando, al supuesto centro, por caminos imposibles, aunque al menos, bien indicados. Deberíamos haber tomado un transporte público urbano, pero no pensábamos, que estuvieramos tan lejos. 

          Menos mal, que encontramos rápido un hotel adecuado y barato, porque la sed y el apabullante calor comenzaban a hacer mella y a poner nuestra salud en juego.

          Aún nos faltaba otra medida hora más, para llegar al centro histórico por una cuesta interminable, sin casi aceras y con las canalizaciones del suelo abiertas. 

          Esta zona es muy bonita, pero a mí me ha dejado un regusto amargo, debido al insoportable y abrasivo sol, al salvaje tráfico, al maldito empedrado, a las alcantarillas sin tapadera, a la falta de aire fresco y a unos malditos helados, que compramos en una tienda y que me han tenido atado todo el día al agujero turkish style de los baños de los distintos monumentos, corre que te corre.

         En la poca información, que hay en internet, nadie lo explica, así, que lo hago yo. No os imaginéis la zona antigua, como la de una ciudad europea o sudamericana. Salvo los lugares, que están dentro de la muralla, todo está muy disperso e invadido por el agresivo tráfico. Ni callejuelas, ni tiendas para turistas, ni remanso de paz...

          A media tarde, al menos, se produjeron dos buenas noticias: extenuado, pude beber algo sin expulsarlo inmediatamente y constatamos en la autogazal, que hay marsustkas y autobuses directos, a Bakú, por lo que a priori no tendremos, que asumir nuevas aventuras y molestos transbordos.

          Mañana probaremos suerte en la vecina localidad de Kish, que también tiene buena pinta, habiendo descartado otros lugares de los alrededores, por falta de tiempo.