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jueves, 18 de mayo de 2023

En la pradera de San Isidro

           Los escenarios para conciertos en las Fiestas de San Isidro, en Madrid, son fundamentalmente, cuatro: plaza Mayor, las Vistillas, el Matadero y la pradera del mencionado santo. Es en este último lugar, donde se desarrollan los eventos más importantes y multitudinarios.

          Nuestro último contacto con las fiestas de San Isidro databa de casi cuarenta años atrás. Allá por el segundo lustro delos ochenta, cuando se celebraban conciertos enlazados de grupos de la época, durante mas de seis o siete horas, a 400 pesetas la entrada. El escenario era el antiguo palacio de los deportes, del Real Madrid, que ya hace tiempo, dejó de existir.

          Por increíble, que parezca y a pesar de haber vivido dos décadas en la capital de España, nunca habíamos acudido a la pradera de San Isidro. Ni en fiestas, ni en otra época del año. Aunque si hemos sido siempre conscientes, de lo que allí se celebra 

          Para acceder al lugar, ni es mala idea bajarse en la estación de cercanías de Pirámides, aunque también es adecuado en la del metro del mismo nombre. Después, se desciende por la avenida de las Acacias y se cruza el puente de Toledo.

          Casi, a partir de aquí y durante las fiestas, se acota la extensa zona peatonal, que abarca la avenida del 15 de mayo y la de la ermita de San Isidro. A los lados y durante todo el recorrido, aparecen centenares de puestos callejeros, predominando los de comida de batalla, bebiday los de rosquillas (ya no sólo son listas y tontas, sino de más de veinte sabores). Chorizo, morcilla, lomo...y las omnipresentes y cutres salchipapas sudamericanas, que han mandado a paseo, definitivamente, a la tradición tortilla de patatas patria. Por supuesto, cada partido político tenía su bareto, llamándonos la atención, que el se Vox, estaba atendido por camareros inmigrantes.

          Todo carísimo, así que mejor, llevarse la merienda y el botellón desde casa. A modo de ejemplo: un litro de cubata, 14 euros; un bocadillo, siete y una rosquilla, 1,50, cuando en las fiestas del barrio de San Isidro, en Valladolid, te dan seis por cuatro euros.

          La pradera es un enorme caos semicontrolado, apenas sin asfaltar, en el que también se ubican las atracciones de feria, los merenderos populares y el público esparcido por todos los huecos de suelo -apenas existe hierba- disponibles para sentarse. Nunca habíamos visto a tanta gente junta, ni creo, que la volvamos a ver, a no ser, que vayamos allí, el próximo año por estas mismas fechas. Las colas para el baño eran de varios centenares de metros, especialmente, en el de chicas. Por supuesto, pretender visitar la famosa ermita del Santo resultaba misión imposible.

          No hay duda, de que el ambiente es increíble, pero ido tiene un límite. Si permaneces por allí más tiempo de la cuenta, hasta el más sereno y templado ser humano termina agobiado y odiando al resto de sus semejantes. Especialmente, cuando mucha gente empieza a estar pasada de alcohol.

          Fuera de la pradera, la vida y la noche siguen y nosotros también . Madrid es tan grande, que fuera de los recintos festivos, no parece, que sean fiestas. No hay, casi calle, sin un camión de basura armando estruendo y trasgrediendo todo civismo. El que va por la calle Arenal circula a toda velocidad, esquivando bolardos y rocas de granito disuasorias, sin tener en cuenta, que la vía es peatonal. Los gloveros y similares tratan de sacar su exiguo jornal, jugándose sus propias vidas y las de los demás.    

          Al menos, dos escenas nos hacen gracia. El menaje escrito de un repartidor de Popeyes, que asegura: "si tú me dices ven, ....te llevo pollo". O la clínica canina, cercana a la plaza del 2 de mayo, a la cual han llamado: "El dog de mayo".

miércoles, 17 de mayo de 2023

Maratón de conciertos

           El primer fin de semana de mayo, después del puente, no fuimos a Madrid. Eso no significa, que descansaramos. Ni muchos menos. Nos dimos una buena paliza de conciertos. El viernes y el domingo, asistimos a la feria del Vino, en la plaza Mayor, de Valladolid y disfrutamos de los espectáculos de grupos tributos genéricos, como Bloody Mary y Holly Bitch.

          El sábado, nos presentamos en las fiestas patronales de Arroyo de la Encomienda, donde contemplamos la actuación de los Sultanes del Pop.

          El siguiente fin de semana se presentaba arduo, dado, que coincidían las fiestas de San Pedro Regalado en la capital pucelana y las de San Isidro, en Madrid. Tras estudiar los dos programas de actividades, nos decantamos por dividir los días al 50%.

          Jueves 11. Tras visitar el Mercado Castellano y la Feria del Disco, nos fuimos a los conciertos de Lonegan -grupo leonés - y Rock Ryders. Nos deleitó, especialmente,cel primero, con rockeros y cuidados temazos propios y unas pocas versiones conocidas, para hacer más amena la velada 

          Viernes 12. Seguimos en Valladolid. La lluvia estuvo amenazando los conciertos, durante toda la tarde, pero finalmente, pudieron celebrarse. Habíamos varias opciones, pero nosotros nos decantamos por el espectáculo, que homenajeaba a los grupos pioneros de la movida vallisoletana, allá por el año 83. Ya pasados de canas, tocaron tres bandas y no con todos sus componentes: Analgésicos, Reflejos. Disidentes (alguno de los miembros de este último, ya han muerto). Solo faltó Objetivo Perdido, desconociendo las causas. Lo pasamos genial, a pesar del intenso frío.

          Sábado 13. Finde en Madrid. Nos esperaban dos platos fuertes en la Pradera de San Isidro. Primero, un grupo navarro de solo chicas, llamado Melenas. No estuvo mal, aunque para nuestro gusto, resultan demasiado psicodélicas. Después, la gran actuación de Carolina Durante, que colapsó de gente el espacio festivo. Sencillamente, un concierto impresionante, lleno de rock y de fuerza. Y eso, que ya los habíamos visto anteriormente en una sala cerrada, aunque en acústico.

          A medianoche, contemplamos unos discretos fuegos artificiales sobre. el río Manzanares. Los hemos visto mejores en nuestro lugar de residencia, que apenas cuenta con 10000 habitantes.

          Domingo 14. Tiempo para la nostalgia en la Plaza Mayor de la capital, con tributo a la inolvidable y espléndida música de los años ochenta.

          Como veis, aún sigue siendo posible disfrutar de buenos ritmos y sin rastro de la mierda de la denominada música urbana, que más bien, suena a suburbana, a alcantarilla de ratas, a ciénaga...

          Habíamos recibido un correo electrónico de Mahou,ceb el que durante este día y en el Mercado de Motores, por tomarte una cerveza te regalaban un clavel, una bolsa de tela y una birra sin filtrar de su marca. Pero, como la bebida costaba 3,50 euros, acabamos en la máquina de Samplia, de Príncipe Pío, degustando de manera gratuita una Sheweppes de frutas del bosque.