Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

lunes, 6 de septiembre de 2021

México, durante cinco semanas


         Todas son de nuestro viaje a México, en 2.008 

       Si no aparecen contratiempos, el próximo ocho de octubre comienzan nuestras vacaciones anuales, durante las que pretendemos visitar el país norteamericano, donde ya estuvimos, en 2008, aunque en aquella ocasión, no accedimos a territorios más al norte del Distrito Federal.


                Nos ha tocado elegir, entre los no demasiados países fuea de Europa, que nos permiten entrar en la actualidad sin exigir PCR negativa (estamos vacunados desde el 25 de junio). Entre Brasil, República Dominicana y México, descartamos los dos primeros. Brasil, por ser el vuelo caro y República Dominicana, por ser imposible completar el destino, con Haití.

       Volaremos con Iberia, a Cancún, haciendo escala en el DF. No hemos adquirido aún los vuelos, pero viene a salir por unos 310€ ida y vuelta, maletas a parte, por lo que iremos solo con equipaje de mano. Debemos rellenar un formulario on lunes, siendo la estancia máxima de un visado de 180 días. Nos toca renovarnos el pasaporte, que nos venció a finales de noviembre pasado.

          El itinerario previsto y desde Cancún, sería el siguiente

        Campeche (484), Veracruz (850), San Luis de Potosí (655), Monterrey (624), Zacatecas (461), Aguas Calientes y Guanajuato (302), San Miguel y Querétaro (149), DF y Morelia (192), Guadalajara (289), Puerto Vallarta (333). En total, suman 4338 kilómetros, que pretendemos llevar a cabo en autobús. Desde Puerto Vallarta a Cancún, resultan 2468 kilómetros, que probablemente, hagamos volando.

        Salvo a la capital, no retornaremos q ninguno de los destinos visitados en nuestro primer viaje al país, de dos semanas y media de duración. Lo más seguro es, que tampoco vayamos a ninguno de los destinos del noroeste, como La Paz, Todos Santos o San Lucas, por encontrarse demasiado alejados. Si queremos ir a visitar parajes naturales, pero no hemos decidido todavía a cual.

lunes, 30 de agosto de 2021

Madrid, bajo temperaturas extremas

 

                       Madrid, Manzanares y La Pedriza            

        Nuevamente y como va siendo costumbre este verano, pillamos una muy buena oferta con ALSA para desplazarnos, a Madrid, durante el puente de la virgen de agosto. Como todo no podía ser perfecto, nos tocó la ola del calor, teniendo, que soportar temperaturas de hasta 44 grados. Habíamos pensado complementar la capital y alrededores con un retorno, a Toledo, donde no vamos al menos, desde hace veinticinco años, pero por motivos logísticos, la cosa no cuajó.

        Pasamos tres noches: una con aire acondicionado y lejos del centro y otras dos en un infierno aliviado por un ruidoso ventilador, al lado de Tirso de Molina. No pagamos ni sesenta euros, en total, porque la oferta hotelera, en Madrid, es muy amplia. Si te buscas un poco la vida, dormir sale tirado.

          La tarde del viernes, la dedicamos a especular por el barrio de Hortaleza y por el cey comercial, Palacio de Hielo.

        El sábado y no sin problemas de orientación, nos fuimos a Manzanares el Real y La Pedriza, tomando el autobús 724 en el intercambiador de plaza de Castilla. El pueblo tiene un bonito castillo (5 euros). Al parque natural, se puede ir andando -unos seis kilómetros-, aunque los fines de semana existen autobuses lanzadera gratuitos, que ese día no funcionaron, desconociendo las causas.

          El lugar cuenta con caminatas muy pedregosas y sinuosas y el paisaje rocoso resulta bastante atractivo. Nos vaciamos menos de lo esperado, debido al insoportable calor. Hicimos tres pequeñas rutas, a través del cañón de La Camorza, senda de Carboneras y camino de Canto Cochino. Está prohibido bañarse en el río, pero la gente no hace ni caso.

                                  Por la noche, disfrutamos de lo lindo, paseando por el inconmensurable, Lavapiés, crisol de culturas. En la zona de Mesón de Paredes abundan los subsaharianos con sus restaurantes, ritos y costumbres. El la de Ave María, los indios. Apenas queda rastro de los chinos y sus tiendas mayoristas o de las carnicerías musulmanas, que invadieron el barrio a finales de los noventa. En la plaza principal, aún sobreviven un bar castizo y el Carrefour 24 horas.

          La mañana del domingo, la dedicamos a ver la céntrica iglesia de San Antonio de los Alemanes y nos acercamos al cauce del río Manzanares y el parque Madrid Río, entrando por el puente de Segovia y saliendo por el de Toledo, dejando a un lado las poco vistosas ruinas del antiguo estadio Vicente Calderón. 

        Por la tarde y tras un receso, nos zambullimos en el barrio de Vallecas, donde visitamos el cerro del Tío Pío. Su hisy es muy larga y ofrece buenas vistas de Madrid, viéndose el Pirulí y las torres Kio. Fue un poblado chabolista y el parque enseña siete montículos -siete tetas, según los más salidos-, que no son naturales y que están formados por los escombros de las infraviviendas.

          Finalmente, el lunes y tras desestimar Toledo -los buses se toman en la plaza Elíptica-, nos fuimos a ver un templo sij, en Santa María de la Cabeza, que como habíamos previsto, consiste en un simple local en un edificio de viviendas. Paseamos por el Madrid tradicional, que tanto nos recuerda a nuestra juventud y a los tiempos de estudiante, aunque ya no se parezca mucho, a aquellos increíbles tiempos.

        Antes de regresar, durante la madrugada del martes, matamos el viaje en el abarrotado parque del Retiro -que el descerebrado Almeida había cerrado el día anterior, domingo, por turbios motivos-, en el barrio de Las Letras y su animada zona de Huertas .

¡Acantilados!


De Cabo Mayor, a Cabo Menor: bahía de Mataleñas

 


Ruta marinera, a Liencres



miércoles, 25 de agosto de 2021

¡Hoy va a ser la noche de que te hablé! Masterclass de la vida nocturna de Milán (parte II)

 
         Tras reposar en la plaza e indiñarnos el suficiente combustible alcohólico, nos dirigimos a la cercana puerta Ticinese y cruzando una amplia avenida, accedes a la zona de Navigli, donde también habíamos estado de día, ¡pero vaya usted a comparar!

          Existen varios canales, que se entrelazan, pero para explicarlo de una forma básica diríamos, que la estructura principal tiene forma de "L". En la parte larga de halla una calle extensa partida por un canal. En el segmento de la izquierda se celebran numerosos botellones, entremezclados con algunos bares. El ambiente es bastante crispado, fruto del alcohol. 

        Sin comerlo, ni beberlo, vivimos varios momentos de tensión. El más importante ocurre, cuando una mujer insulta a otra, llamándola "gorda, cornuta y putana"

 Quien ofende, pesa bastantes kilos más, que la mencionada víctima. Un vigilante de seguridad de un garito cercano, trata de poner paz, mientras nosotros tratamos de continuar. Entre el remolino, un imbécil con un patinete y ajeno a todo, trata de pasar entre gritos y entre medias, sin importarle nada.

          El otro lado del canal, ya de vuelta, resulta más reconfortante. Menos gente, menos borrachera y más nivel intelectual, a tenor de las pausadas conversaciones.

        La parte estrecha de la "L" es otro mundo y los acontecimientos se suceden. Cuando vamos por la parte derecha nos sobrecogemos: decenas de personas persiguen a un joven con intenciones de linchamiento y van en serio. El corre y termina lanzándose al agua. ¡Confusión!

          Lo siguiente, que observamos es, a numerosa gente partiendo botellas de vidrio contra el suelo, para supuestamente, atacar o defenderse de algo, que no llegamos a ver. Por la forma, que lo hacen, tienen más posibilidades de herirse en las manos, que de conseguir su objetivo.

          La escena gira unos 45 grados. Un chico está tumbado en el suelo y sangrando por la cabeza con virulencia. No podemos asegurar, si es el que han rescatado del agua u otro. Una multitud se arremolina alrededor, mientras nosotros mantenemos la distancia.

          El primer coche de policía tarda mas de veinte minutos en llegar, aunque i pareja de agentes no se implica demasiado y ni se acerca al lugar de los hechos. Una chica, algo alterada, les cuenta lo sucedido o al menos su versión. En otros diez minutos más, llegan otras cinco patrullas y no es hasta pasados casi tres cuartos de hora, cuando aparece una ambulancia para atender al herido.

        Nosotros seguimos nuestro camino por el otro lado de la dársena, dónde conviven parejas inofensivas, con jóvenes algo alborotados y númerosos árabes con sus musicas típicas y rebosantes de sonoridad a todo volumen. El islam prohíbe el alcohol, pero la mayoría van mamados.

          Uno de ellos y en lamentable estado, muy corpulento, se me acerca, supuestamente, a saludarme. Lo esquivo, pero estoy a punto de caerme al canal. Se produce un rifirrafe, que no pasa a mayores.

          A todo esto, solo son las tres y media de la madrugada. Compungidos, retornamos a la plaza de San Lorenzo Maggiore, donde como si nada, sigue el tranquilo botellón multitudinario. Reponemos fuerzas etílicas, durante hora y media y planificamos la jornada siguiente. ¡Iremos a Vigevano, que dicen, cuenta con la plaza más bella de Italia!

        Para llegar hasta allí, deberemos tomar el tren rn la estación de Porta Génova, cercana a los canales, por lo que debemos volver por ls dársena. De repente y sin verlo, aparece el mismo hijo de puta anterior, que trata de apresarme y agredirme, aunque me zafo sin demasiada dificultad, pero no consigo esquivar su escupitajo, que cae sobre mi cara. El amago de enfrentamiento, tras mucha tensión e incertidumbre y sin que nadie de los alrededores haga ni caso, termina en nada, afortunadamente.

          Ya amaneciendo, llegamos a la estación en cuestión. En la plaza colindante y sentados en un banco, ajenos a todo, varios subsaharianos esnifan cocaína de unos billetes de veinte y cincuenta euros.

          ¡Comienza un nuevo día!

¡Hoy va a ser la noche de que te hablé! Masterclass de la vida nocturna de Milán (parte I)


       Con los años, que uno va teniendo y con las múltiples experiencias vividas parece, que ya estuvieras de vuelta de todo. Hemos vivido dos golpes de estado en directo -en Mali y en Tailandia-, me han pegado con resultado de borbotones de sangre en India; hemos dormido más de cien veces en la calle y hemos estado a punto de perder la vida despeñados por varias carreteras del tercer mundo. Pero, aún así,digo impresionado y no consigo olvidar los acontecimientos vividos, durante la noche del 25 de julio -mi santo, por cierto- de este año.

        Entre, que los hoteles el sábado estaban caros y que habíamos leído de los irresistibles atractivos de la noche de Milán, decidimos sumergirnos en ella. Mi pareja, que muchas veces, cuando habla sube el pan sentenció: "pues va a ser una noche muy aburrida". ¡Lo clavó!

          Habíamos pasado la tarde en los alrededores del lago Maggiore. Concretamente, en las localidades de Stressa y Arona. Llovió algo y la temperatura fue más generosa que en los días anteriores. Quisimos tomar un determinado tren de vuelta, a Milán, pero lo cancelaron. ¡Nada sorprendente, en Italia! Así, que tuvimos, que tomar otro y llegar a la ciudad ya de noche. Y no a la estación Central, sino a Porta Garibaldi. 

        De ahí al centro, hay un trecho de más de una hora, caminando. Hay, que atravesar la inmensa e insoportable plaza de la República, que no fue diseñada para ser abordada por seres humanos viandantes. Y de camino y sobre la acera, estuvimos a punto de ser atropellados por un imprudente ciclista, que encima nos puso cara de ofendido.

          Con algo de estrés, llegamos al barrio de Brera, muy próximo a la Scala. Habíamos estado la jornada anterior por la tarde. Está más animado a horas vespertinas, que por la noche, aunque sus numerosas terrazas y los bonitos nombres de la calles -Fiori Chiari, Fiori Oscuri...- no son una mala opción para apalancarse en cualquier momento.

        Acometemos la plaza del Duomo, escasamente poblada por cuatro guiris despistados. Antes y en las galerías Vittorio Emanuel, estamos a punto de caer al suelo, debido a unos chicos, que iban haciendo el gilipollas, empujándose entre ellos.

          Mi pareja, rebosante de hambre, se come un bocata detrás de la Logia y poco después, ponemos rumbo, hacia el castillo Sforcesco. Es una zona semipeatonal, que cruza calles de numeroso tráfico, incluso a estas horas. Estamos, a punto de ser atropellados, primero por un patinete y después y en el último paso de cebra, que te acerca a la fortaleza, por un sinvergüenza sobre cuatro ruedas, con menos sensibilidad, que una ameba y probablemente, pasado de drogas y/o alcohol.

          Deshacemos el camino, no siendo aún la una de la madrugada, sin ser conscientes, de que lo mejor estaba todavía por llegar. Nos dirigimos al barrio de Ticinese, no demasiado lejos del centro. También, abundan las terrazas -mas frecuentadas de dia- sobre las aceras de  una agradable calle, que va a dar a la plaza de San Lorenzo Maggiore, muy coqueta y escoltada por unas esbeltas columnas antiguas y por la iglesia del mismo nombre. A estas horas esta muy animada y se celebran sobre el asfalto númerosos botellones pacíficos, en concordia y sin estridencia o violencia.

          ¡Esta estaba por llegar y a raudales¡