Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

martes, 30 de octubre de 2012

¿Habrán echado a España de la Unión Europea, a patadas?

                                                                                Estambul (Turquía) 
           Antes de poner en marcha la narración de los sucesos acaecidos, durante los últimos 36 días, a lo largo de Bulgaria, Turquía, Georgia, Armenia, Macedonia y Kosovo, se hace necesario llevar a cabo una recopilación de nuestro transitar por las diferentes fronteras. De verdad y como vais a comprobar, en un par de momentos del viaje, hemos tenido la intuición –más bien, sensación-, de que la situación de España sería tan catastrófica, que nos habrían echado de la Unión Europea, a patadas y con resentimiento.
                 Yerevan (Armenia)
            Partimos el 24 de septiembre hacia Sofía, vía Bruselas. Nada extraño. Basta con mostrar el pasaporte en inmigración e ingresar al país. Nos hace gracia, que al preguntar en la oficina de turismo, si el agua es potable, nos digan que no, pero atenúan nuestra inquietud, alegando que podemos sustituirla por vodka u otra serie de bebidas alcohólicas, de excelente fabricación local.

            Al arribar a Turquía, no tenemos ningún problema. No hay que rellenar formularios, ni son nada exigentes en la aduana. Solo les interesa el dinero: pagas los 15 euros –subida de un 50%, en los últimos tiempos- y no hay que ofrecer explicación alguna. Te pegas el sello, donde te da la gana y te dan autorización a entrar y salir las veces, que quieras, durante 90 días.

            Lo de Georgina resulta fantástico, si no fuera, porque la compañía de autobuses, que nos tendría que haber transportado hasta Batumi, nos deja tirados en el puesto fronterizo, a 14 kilómetros de esta ciudad. La atención excelente –y en español-, para otorgarte un sello, que te permite estar en esta nación, durante un año.
                                                                                     Kutaisi (Georgia)
            Armenia emite visados en sus bordes fronterizos, sin mayores trámites, que rellenar un sencillo y breve formulario. No hay preguntas. Pagamos unos seis euros. Pero, como no aceptan dólares o euros y, evidentemente, no teníamos drams –moneda local-, tenemos que abonar el importe en laris –divisa de Georgia- y nos practican un esperado redondeo al alza, de más o menos, un 15%. Nada, que no se pueda asumir, sin siquiera, enfurruñarse, aunque es feo. No entregan recibo –cosa, que ya hacen hasta en muchos países de África-, por lo que los funcionarios y con la avenencia del estado, se sacan un sobresueldo
                                                                                 Sofía (Bulgaria)
            Volver a Georgia supone, ser igual de sencillo. Y más, gracias a que en medio de un inhóspito pueblo y con climatología muy adversa, nos recogen unos buenos samaritanos con su coche y nos transportaron hasta una población, donde nos podemos buscar la vida. En la ventanilla de inmigración, nos parece estar en el McAuto, dado que por la abertura del puesto de control y sin siquiera bajar del coche, solventan nuestro pedido.
               Ohrid (Macedonia)
            Retornamos a Turquía, después de caminar casi quince kilómetros, entre montañas, ascendiendo y bajando contundentes cuestas, hasta que otro conductor y sus dos acompañantes, se apiadan de nosotros y nos llevan hasta Posof. Paisaje maravilloso, sino fuera por el peso de la mochila. Esta frontera, que comunica con Vale, está casi desierta y las gestiones son rápidas.

            Lo más fácil parecía, regresar a la Unión Europea. Pero, Bulgaria –al menos en nuestro caso-, aún guarda viejas y abominables prácticas del pasado. En 1.997, trataron –sin conseguirlo- de cobrarnos visado para entrar el país, estando ya los españoles exentos de abonarlo. Días después y en ela mismo viaje, dos policías nos extorsionaron. Al ir a tomar el bus de retorno a Estambul y cerca de la explanada-estación, nos retuvieron los pasaportes y no nos los devolvieron, hasta que tras una negociación a la baja, les entregamos 20 dólares (afortunadamente, todo con sonrisas y sin amenazas). Ya nos había advertido de esta práctica, el propietario de nuestro hotel.
                                                                                    Prizrem (Kosovo)
            En este periplo y de madrugada, llegamos a la borde de Bulgaria. Nos hacen bajar a todos del autobús. El ayudante del vehículo –en labores, que no le corresponden- nos indica, que primero pasan los búlgaros, luego nosotros y finalmente, los turcos y otros dos chicos de nacionalidad desconocida, aunque no europea..

            Una vez nos llega el turno, el funcionario pone mala cara y empieza a deslizar una a una, las hojas de nuestros pasaportes. Los coloca a un lado y nos indica, que esperemos, al igual que a los extracomunitarios. Pasan entonces los turcos, a los que les ponen sello, sin demanda alguna.
                                                              Kars (Turquía)
            El burócrata conversa por teléfono, dilatadamente y al cabo de un rato, viene un superior, que empieza a hacernos preguntas: si es la primera vez que venimos a Bulgaria, cual es nuestro destino y nuestras intenciones, cuantos días vamos a estar en el país... A la cuarta de las pesquisas, les paramos los pies de inmediato y con contundencia, a la par, que con educación, les indicamos, que no sabemos si se han enterado, de que somos ciudadanos europeos y tenemos los mismos derechos, que cualquier nacional búlgaro. Se muestran sorprendidos y a regañadientes, nos devuelven la documentación.
                Alaverdi (Armenia)
            Nuestro ingreso en Macedonia, se presenta mucho más tranquilo. Ni una sola pregunta. Nos extraña, que no nos pongan sello y barruntamos, poder tener algún ligero problema a la salida, como hace tres o cuatro meses nos ocurrió, en Moldavia. Pero, no ocurrirá así y tampoco nos lo colocarán, cuando retornamos a este mismo país, desde Pristina.

            El ingreso a Kosovo resulta sencillo. Solo nos interrogan sobre si vamos al país, por turismo o por trabajo. Supongo, que si hubiera sido por lo segunda causa, no habríamos dicho la verdad, así que el trámite, parece baldío. Nos colocan un sello de entrada y uno a la salida, aunque en el segundo de los casos y supongo, que por mero despiste, a uno solo de los dos.
                                                                                                                Batumi (Georgia)
            La sorpresa mayúscula la padecemos en Italia. No sabemos si por tratarse de un funcionario tocapelotas, por órdenes superiores o porque todavía andan algo resentidos por el cuatro a cero de la final de la Euro.

            Volamos desde Skopje, a Milán, con Wizz Air. Somos los únicos ciudadanos de la Unión Europea, en todo el pasaje. A los macedonios, les piden la presentación de papeles, que no sabemos distinguir, mientras les fríen a preguntas. Cuando llegamos a la ventanilla y para nuestro asombro, empieza un severo interrogatorio, en chapucero español: por qué hemos ido a Macedonia, cuántos días hemos estado, desde que país hemos abordado la ex república yugoslava, cómo vamos a volver a nuestro país, si es la primera vez que viajamos a Italia…
                                                  Arriba, Plovdiv (Bulgaria) y abajo, Skopje (Macedonia)
            Respondemos de mala gana, pero llegadas estas dos últimas cuestiones, le paramos los pies al funcionario, con no disimulado enojo. Le explicamos, que hemos arribado a su país más de veinte veces, que no hemos padecido actitudes similares a la suya y que como ciudadanos europeos y mientras no seamos víctimas de una acusación firme, huelgan todo ese tipo de molestias, a unos ciudadanos de la Unión Europea.

                                                Prizren (Macedonia)
            Nuestras deducciones nos hacen pensar, que en Bulgaria se trató de un intento de extorsión y en Italia, de tener muchas ganas de tocar las narices. No hace demasiado tiempo, atravesamos la frontera, que separa Moldavia de Rumanía –país no comunitario, con comunitario de la no zona Schengen, como en el caso de Turquía y Bulgaria- y no tuvimos ningún inconveniente. Simplemente, nos miraron el pasaporte y nos lo devolvieron, sin más.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Otra vez, "on the road"

Amasya (Turquía)
             Mañana, 24 de septiembre de 2.012, iniciamos un nuevo viaje, con duración de 36 días. Esta vez y en contra de nuestras costumbres, van todos los vuelos cerrados: Valladolid-Bruselas (12 euros, con Ryanair), Bruselas-Sofía (con Wizz Air, a 18 euros), Skopje-Milán (con el mismo importe e idéntica compañía), Milán-Bruselas y Bruselas-Valladolid (estos dos últimos, a un precio de diez euros y con la aerolínea, Ryanair). Si todo transcurre, normalmente, estaremos en casa de vuelta, en la noche del 29 de octubre, listos para Halloween.

            Bulgaria, Turquía, Georgia, Armenia, Kosovo y Macedonia, son nuestros puntos de mira.
                                                                            Pamukale (Turquía)
            Los restantes aspectos del viaje, van bastante más abiertos, aunque Sí, tenemos un proyecto de itinerario, que comenzaría con un día, en la ciudad de Sofía (3ª visita), Después, viajaremos en tren a Svilengrad y cruzaremos a Turquía, haciendo una breve parada, en Edurne.

            Continuaremos, con un día en Estambul (4ª visita) y un bus nocturno, a Trabzon (2ª visita), para adentrarnos en Georgia y armenia, con el siguiente plan: Kutaísi, Borjomi, Vardzia, Gori, Uplistshike, Mtskheta, Tbilisi, Sighnaghi, Alaverdi, Dilijan, Sevan, Erevan, Ashtarak, Echmiadzin, Gyunri, Akhaltsikhe y Vale, en la frontera con Turquía.

            Entraríamos en el país otomano, a través de la frontera de Posof, para dirigirnos a la bella Kars y a las ruinas de Ani (desconocemos, como se encuentra la seguridad en esta zona, en la actualidad). Nuestro siguiente destino; Malatya, para hacer la excursión al monte Nemrut. Más tarde, iremos a Sivas, para retornar  a Estambul y a Sofia.
                     Adana (Turquía)
            En Kosovo, visitaremos Pristina y Prizren y en Macedonia, Ohrid y Skopje, desde donde como ya se ha visto, volveremos a casa.

            En materia de visados, no es necesario en Bulgaria, Macedonia, Kosovo y Georgia –donde te permiten la entrada, durante un año- y sí lo es en Turquía – mero impuesto de 15 euros, sin más trámites- y Armenia –se hace en la frontera y viene a costar, unos 6 euros-.

            Este será nuestro cuarto viaje a Turquía, por lo que dejaremos ya liquidado el país, con las visitas sueltas, que nos quedaron de la vez anterior.

            Los destinos descartados, de momento, no han sido muchos. En Bulgaria, Veliko Tarnovo, por quedarnos fuera de ruta. En Georgia, la región de Svanetia, en el note, por encontrarse lejos y disponer de los alojamientos y tours organizados, más caros del país. También queda fuera Azerbaiyán, inicialmente barajado. Además de Osetia, Abjasia y Nagorno Karabaj, por motivos de seguridad o imposibilidad de cruzar las fronteras por tierra

            Otro descarte ha sido, la posibilidad de volar entre Estambul y Trabzon, con Pegasus Airlines, compañía de bajo coste local, que maneja código compartido, con Air Berlín. Sale 20 euros más caro, que el autobús y tampoco, ahorramos tanto tiempo En este país, tomaremos autobuses –muy confortables- y trenes. Hay que indicar, en este sentido, que hasta 2.014, esta cortado por obras, el recorrido entre Estamul y Afiriye (132 kilómetros) y que es desde este lugar, donde se debe tomar, para llegar a Ankara. Al parecer, también se haya de reformas, el tramo Edurne-Estambul.
               Sanliurfa (Turquía)
            El único hotel, que hemos contratado es, el de la primera noche, en Sofia. Se halla algo alejado del centro, pero solo cuesta, 14 euros. Como anécdota decir, que lo hemos reservado en el buscador, con un número inventado de tarjeta de crédito y ha colado

            Nuestro objetivo es, usar la mayor cantidad de dinero en efectivo posible, dado que en la actualidad y en la mayor parte del mundo, resulta lo más favorable.

jueves, 20 de septiembre de 2012

¡Peleando 70.000 pesos!

                                                                       Zipaquirá (Colombia)
            En cuanto a los colombianos, nada malo podemos decir. Son, extraordinariamente, amables y ponen en práctica el mejor español de todos los países de habla hispana.
           Bogotá (Colombia)
            Bogotá es s una bonita ciudad, con los impresionantes Andes al fondo. La plaza Bolívar es el corazón de la misma y a mi me recuerda, ligeramente, a la del Obradoiro, en Santiago de Compostela. En ella se encuentran la Catedral, la capilla del Sagrario, la iglesia de San Ignacio, el Capitolio Nacional, la Alcaldía Mayor, la iglesia de Santa Clara, el palacio de Mariño y la Corte Suprema de Justicia. ¡Casi nada!.

            El barrio donde se ubica se llama la Candelaria, que cuenta con otros muchos lugares de interés, como la iglesia de San Francisco, la de Veracruz, la de la Tercera Orden, santa Bárbara, la casa de la Moneda y Donación Botero y la plaza del Chorro de Quevedo.

            Luego, está la zona donde se ubican los edificios gubernamentales. Para acceder a ella, hay que traspasar controles de seguridad, en los que registran los bolsos. Existe bastante vigilancia y suelen pedirte que no te detengas mucho y que circules por el centro de la calle. “A la orden” y “si tiene la bondad”, son dos frases, que están todo el día en la boca de los simpáticos y apacibles colombianos.
                                                                                    Bogotá
            En muchas localidades de Colombia, como es el caso de Bogotá, las calles y las avenidas -carreras- tienen nombre de número. La principal aquí, es la carrera Séptima y –en una decisión que me parece genial- los viernes por la tarde, entre las seis y las doce, la cortan parcialmente al tráfico, con lo que su calzada se llena de puestos de comida y actuaciones improvisadas, además de actividades varias de ocio –encestar en sacos, saltar a la comba…- al calor de la gente, que la ocupamos de forma masiva.

            Bogota por el día y tomando las precauciones habituales, no parece una ciudad peligrosa, pero por la noche, mejor no salir de esta almendra comercial, en torno a la Carrera Séptima y los aledaños de la calle Jiménez. Nada de quedarse por el vació casco histórico y mucho menos, ir a la zona que da acceso al bonito cerro Montserrat (importante centro de peregrinación, que visitaremos el domingo, dado que es el día en que sube más gente agrupada y no se producen asaltos). También, hay que tener cuidado en los cajeros automáticos.

                                                                                         Bogotá
            Dos excursiones de media jornada desde la capital, son casi obligatorias: Zipaquirá y Villa de Leiva.
                           Bogotá
            En la primera, se visita la Catedral de Sal, que en la actualidad, tiene solo 12 años, porque la original, construida en 1.952, se hundió, 40 años después. La visita es obligatoriamente guiada y se va deprisa, pero una vez termina, te puedes quedar en el interior, todo el tiempo que quieras, haciendo fotos o simplemente, paseando. Nuestra guía se llama Greis y resulta bastante agradable y competente.
                                                                                                         Zipaquirá
            La mina está muy bien acondicionada, así que el tour no entraña peligro alguno. Primero, se entra por un túnel algo oscuro, reforzado en su techo y laterales, con troncos de eucalipto y luego se circula por un ancho corredor, a cuyos lados se sitúan las 14 estaciones del calvario de Jesús. A unas hay que bajar, mientras otras, se encuentran al mismo nivel. Aquí, llegan miles de peregrinos, sobre todo en Semana Santa e incluso puedes celebrar tu boda, aunque el precio que se debe abonar, está bastante lejos de lo que nos podemos permitir la mayoría de los mortales (12.000€) Hasta la fecha, solo se han celebrado 5 bodas. Finalmente, se llega a la catedral en sí, que es espectacular.

Junto con la de Wieliczca, en Polonia, son las dos únicas del mundo que están en una mina de sal y nosotros, desde este momento, ya conocemos ambas. Dispone de una gran nave central y dos laterales. En 2007, mediante un concurso para elegir las 7 Maravillas de Colombia; obtuvo la mayor votación. Cabe destacar también, su rica colección artística, especialmente de esculturas de sal y mármol.

                                                                     Zipaquirá
            Villa de Leyva es un bonito lugar, de calles empedradas y lindas plazas, casas e iglesias, pero no se tarda mucho en visitar. Llegar hasta aquí merece la pena, pero es una auténtica paliza, porque son más de cuatro horas en total y para colmo, no podemos ir desde Villa de Layva directamente a Medellín y por la tarde, tendremos que desandar el camino, hasta Bogotá.
                         Zipaquirá
            Lo más destacable de Villa de Leyva, es su amplia plaza Mayor, donde se encuentra la alcaldía. No hay ni un solo turista, así que pasear por aquí, es una auténtica delicia, gracias eso sí, a que hemos dejado las mochilas en una tienda, porque si no, tendríamos machacados los pies, con este sinuoso empedrado. 

            Al día siguiente, llegamos a Medellín y al recoger nuestro equipaje, constatamos que está empapado. Parece, que debido a las intensísimas lluvias, ha entrado agua en el maletero del bus. Nos enfurecemos con el conductor, que elude toda responsabilidad y nos manda a la oficina de la compañía, donde nos atiende una chica. Según las condiciones del boleto, lo máximo que podríamos pelear, es una indemnización de 20.000 pesos cada uno. ¡Y a cobrar Dios sabe cuando!.
                                                                                 Villa de Leyva (Colombia)
Escribimos una reclamación y solicitamos que nos devuelvan el importe del billete. La joven nos dice, que eso no puede ser, porque nosotros ya hemos viajado, pero ante nuestra insistencia, llama a un superior y en dos minutos, tenemos de vuelta en nuestro bolsillo, los 70.000 pesos de los boletos. ¡Chapó. Esta empresa no solo tiene unos autobuses muy nuevos y confortables, sino que mima a su clientela!. Los 70.000 pesos, que aparentemente han perdido, los van a recuperar con creces, solo con la muy buena publicidad, que nosotros vamos a dar aquí y a otros viajeros, en etapas posteriores de nuestro periplo.
Villa de Leyva 
Medellín es más interesante de lo que cabría pensar o de lo que se lee en la guía. Como Cali, resulta muy animada, sobre todo en sus plazas, entre las que destaca por encima de todas, la que acoge a las gigantescas y corpulentas estatuas de Botero, llamada con el nombre de este escultor. También, dispone de algunas bonitas iglesias como la Catedral Metropolitana –que se encuentra en el Parque Bolívar-, la Catedral Vieja, la iglesia de la Veracruz, la de San José y la de San Ignacio        Medellín (Colombia)
            
             Pero como siempre, son los puestos callejeros, que aquí son fundamentalmente de riquísima fruta y los viandantes, los que dan una alegría especial a esta vibrante ciudad. Abundan los vendedores de tinto, que no es un vino, sino un rico café negro.

            Como nos sobra tiempo, queremos retornar a la estación andando, pero nos damos la vuelta, tras recorrer cuatro cuadras, por una calle llena de garitos infectos, niños drogándose en plena calle -a base de pegamento y otras substancias- y tiendas protegidas por gruesos barrotes, que solo atienden a través de estos. ¡¡Qué miedo!!. Y todo esto, a escasos 200 metros de la plaza Botero. Y es, que en Sudamérica hay, que estar siempre alerta, porque se puede pasar de una zona segura a una insegura en un plis plas y sin advertencias aparentes
                                                                              Medellín

martes, 18 de septiembre de 2012

"Tened mucho cuidado, porque en esta ciudad hay personas tan groseras, que se dedican a atracar a la gente".

            Una vez, hemos ingresado en Colombia, tomamos otro microbús, ahora hasta la localidad de Ipiales. Como aceptan dólares, no cambiamos a los cambistas de la frontera, que dan una tasa nada favorable.
                                              Ipiales (Colombia)
            La empresa Transipiales, que nos lleva hasta Popayán, resulta ser un desastre. El autobús no es tal, sino un incómodo, viejo y sucio minibús y nos pasamos las ocho horas y media del viaje –porque llegamos con una y media de retraso-, escuchando cumbias a todo volumen. A pesar de todo ello y como ya es tradición, me duermo.
                Popayan (Colombia)
            Al tenernos parados un rato, al llegar a El Pasto y en otras escalas sucesivas, empiezo a familiarizarme con las equivalencias de los tiempos en Colombia, bastante similares a las que en su día, encontramos en Sicilia. Si te dicen “un momento”, prepárate para esperar cuarto de hora. Cinco minutos equivalen a media y veinte, a una hora.

            Nos enfadamos con el conductor, porque no nos quiere dar ninguna explicación sobre la larga referida parada, pero ni si inmuta. Otro pasajero extranjero, que sabe español, nos replica, que esto es lo que ocurre en los países del tercer mundo y yo, creo que acertadamente, le contesto, que la pobreza no tiene porque estar reñida con la buena educación.                        

                                                              Popayán 
           Al rato de haber salido de esta localidad, tenemos el primer control militar, de nuestra estancia en Colombia. A las mujeres nos dejan arriba y a los hombres los bajan del autobús. Es rápido y no ocasionan molestias. El que revisa mi pasaporte, mira y remira los sellos de Siria y Jordania. ¿Tendrán los sirios, algo que ver con la guerrilla o es porque esos sellos son chulos?.
                                                                                                   Popayán
            Paramos a almorzar y la del restaurante nos intenta –como constatamos luego-, cobrar casi el doble, que a los nacionales. Así, que no comemos nada. Por otra parte y como los ecuatorianos, los almuerzos dejan mucho, que desear.

            El paisaje es ameno y la carretera un desastre. Al contrario, que en el sur de Ecuador, no son los derrumbes los que abundan, sino los profundos socavones, en los que vamos cayendo una y otra vez. En distintas paradas, suben al vehículo vendedoras de piña, papaya, sandía y mango y gracias a eso, podemos tener el hambre bajo un ligero control.
                           Popayán
            Nada más bajar, nos abalanzamos sobre un puesto callejero de pinchos de carne, que está cerca de la terminal. Son baratos y de vaca, bastante más ricos, que los huesos de pollo de los almuerzos. Buscamos alojamiento y nos asestaos en la residencia Capri.

            La dueña, que es muy habladora, se sienta a charlar con nosotros. Tiene curiosidad por saber, ahora que el turismo no llega al país por su fama de inseguro, por qué hemos elegido este destino. Y aprovecha para lanzarnos un discurso propagandístico y para informarnos, de lo bien que está Colombia y del gran papel que está haciendo el presidente, Uribe, que ha sacado a la guerrilla de las ciudades.

            También, nos informa de que esta ciudad fue destruida por un terremoto, el 31 de marzo de 1.983. En poco tiempo, se reconstruyeron todos los edificios, milímetro a milímetro, con las medidas y los planos originales. Por separado, son casi todos bonitos, pero lo que entusiasma y enamora sobremanera, es el conjunto urbano.

                                                                    Popayán
            Salimos a dar una vuelta y constatamos, que esto ya no es Ecuador: El tráfico vuelve a ser caótico, las calles están llenas de vendedores de todo y vuelven las “llamadas, llamadas, llamadas…”. Pero la ciudad es, increíblemente preciosa y está perfectamente cuidada. Si antes de venir a América, hubiera cerrado los ojos e imaginado una ciudad colonial, esta habría sido la escogida.
                                                                                     Popayán
            En la bonita plaza principal, vemos una furgoneta, llena de papeles y publicidades pegadas. Es de un grupo de argentinos, que viaja desde su país, hasta México. Como no tienen recursos, piden ayuda en forma de dinero, comida y gasolina. A cambio, publicitan a los establecimientos o particulares, que se los den. ¿Y cómo van a pasar estos el tapón del Darien con la furgoneta?.

            Subimos al morro donde se encuentra la estatua de Benalcazar y paseamos por el bonito área, donde se ubican los puentes Humilladero y Chiquito. Cerca hay un mercado sin asfaltar, que es algo cutre. Se venden muchas cosas usadas, entre ellas, montoneras de calzado.
                     Popayán
            Queremos, subir a la iglesia de la Virgen de Belén, que está en una especie de Cerro. Nos cuesta encontrar el camino, lo que nos sirve para ver otros lugares interesantes, que no vienen en el plano. Cuando damos con él y le pedimos confirmación a un señor, que pasa por la calle, nos dice: “¿Vais a llegar hasta el Belén?... Tened mucho cuidado, porque en esta ciudad hay personas tan groseras, que se dedican a atracar a la gente. Guardad cautela y si decidís ir, hacedlo con mil ojos y no os separéis el uno del otro”. Por supuesto, la excursión queda cancelada.

            Al día siguiente, tomamos el bus para Cali y ya, nos toca discutir con el chófer, por una muy fea costumbre que tienen en este país. Y es que muchas veces, a pesar de tener horarios fijos, los autobuses demoran indefinidamente su salida, a la espera de que suban más pasajeros. Como ya expliqué, en Bolivia algunos, también lo hacen.
                                                           Popayán
            Me duermo y me despierta otro control de los militares. Esta vez, tenemos que bajar todos y aunque sin querer, me llevo un culatazo de metralleta en la cabeza, de un militar que tengo delante y que no se ha percatado de mi presencia. Resulta rápido.
                                                                                 Cali (Colombia)
            Nuestros planes son, pasar el día en Cali y mañana por la mañana, tirar hasta la Zona Cafetera: bien hacia Armenia, bien hacia Manizales. Lamentablemente y después de recorrer casi todas las compañías de autobuses, tenemos que hacer un brusco viraje de timón, dado que ir a ambos lugares sale muy caro.

            Nos iremos esta tarde a Bogotá, después de pasar el día aquí y para ahorrarnos unos pesos, empezamos la dura negociación del precio de los boletos.
                    Cali
            Cali dispone de bellos monumentos. Pero en realidad, por lo que merece la pena es, porque es una ciudad vibrante, con gentes de carácter muy abierto y fiestero. Los lugareños son igual de amables que en Popayán, pero aquí son mucho más alegres, lo que hace de sus mercados, unos lugares cálidos y animosos, por los que resulta encantador, pasear y perderse. Nos llama la atención, que haya personas, que debajo de sombrillas y con una máquina de escribir antigua sobre una mesa, redactan y escriben documentos a otras, que se supone, no saben leer ni escribir.

            Como llueve y nos guarecemos, entablemos conversación con un chico, que vende cinturones y que ha sentido curiosidad por nosotros. También esta convencido, de que Uribe ha cambiado el país para bien: “Antes de que llegara, no es que por el país no pudierais viajar los extranjeros, es que no podíamos ni nosotros”, señala y apostilla: “Entre la guerrilla y los carteristas, tenían acongojados a los habitantes de Cali. Hoy ni una ni los otros, tienen cabida aquí”. Sin embargo, sigue echando de menos la falta de oportunidades en Colombia. El mismo, que es músico profesional, tiene que estar vendiendo en la calle: “Menos mal que aquí en Cali, todo lo que saques a la vía pública, lo vendes”, asegura

                                                                         Cali
            Por seguir teniendo datos comparativos con el resto de países, le preguntamos el sueldo medio en Colombia y nos responde que 250 dólares. Igualmentee, charlamos sobre otros países del continente, que hemos visitado o vamos a recorrer: “Sí, es verdad, que los argentinos son muy buena gente –dice-, pero eso es ahora. Antes de la crisis que tuvieron, se creían los ricos de América, como si su Madre Patria fuera Italia y no España. Se iban de vacaciones a Disneyworld, toda la familia entera, pero ahora cambiaron. Y los panameños, esos no te dan ni la hora…”.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Obsesiva inseguridad

                                    Riobamba (Ecuador)
Habíamos pensado hacer noche en Riobamba, pero como son poco más de las once de la mañana, veremos este lugar en cuatro o cinco horas y por la tarde, tiraremos directamente, hacia Quito. Y todo, porque mañana es sábado y no queremos perdernos el mercado indígena de Otavalo, que se celebra ese día. Cerca de Riobamba, existen diversos volcanes, como el Chimborazo, el Tungurahua, el Altar y el Carihuairazo, pero en esta ocasión, hemos decidido, que solo nos centraremos en la ciudad.
                                                                                                   Otávalo (Ecuador)
            Dejamos las mochilas en una librería –como tenemos por tradición, últimamente- y nos vamos a explorar la ciudad, que aparece bastante bien cuidada y que está de celebración festiva en este día, aunque desconocemos los motivos. Vemos el Parque de la Libertad, la Basílica de forma circular, el Parque Maldonado, la Catedral y otras tres o cuatro iglesias, bastante interesantes.

            Afortunadamente, la carretera hacia Quito es buena. La mayoría del tiempo, circulamos por autopista y no por esas carreteras de Dios, de los días anteriores.

            Estamos preocupados. Hemos leído mucho sobre la inseguridad de la capital ecuatoriana y vamos a llegar de noche, por lo que nos da algo de miedo tener, que recorrer el centro andando, en busca de un hotel. La entrada a Quito es parecida a la de La Paz, en constante y larga bajada, con bonitas vistas de la ciudad.
                  Otávalo
            La estación de autobuses de la capital es moderna, funcional y sobre todo, enorme, dado que consta de varias plantas. Así que nos cuesta unos minutos organizarnos y enterarnos, de que no tendremos problemas para ir a Otavalo, puesto que hay autobuses muy frecuentes.

            Tal como nos ha recomendado una señora, salimos de la estación para tomar un taxi, dado que son más baratos, que los que esperan a la puerta. Pero como nos ven extranjeros, nos quieren exprimir, pidiéndonos como poco cinco dólares, por un tramo que haríamos andando, en poco más de diez minutos, si fuera de día.

            Encontramos un hotel frente a la terminal. Nos piden 12 dólares por la habitación doble con baño y televisión sin cable. Es algo descuidada, pero habitable, así que vistas las circunstancias, decidimos quedarnos. Esta zona, está catalogada por las guías, que hemos visto, como muy insegura de noche, así que no nos movemos del hotel, hasta el día siguiente. Y debe serlo, porque en nuestro propio hotel hay dos verjas, que parecen de una cárcel de alta seguridad. Una está situada abajo del todo y otra, justo antes de la recepción.

                                         Otávalo, arriba y debajo, Quito (Ecuador)
            Tomamos la decisión definitiva, de que no vamos a llegar hasta la selva amazónica, en este país. Habíamos pensado hacerla, bien por Macas o bien por Coca, pero ambas quedan a bastantes horas de autobús, de cualquiera de los lugares por los que hemos pasado y no estamos dispuestos a meternos tal paliza.

            Partimos hacia Otávalo. Nada más bajar empieza a llover y así estará la mayor parte del día, si bien, a ratos afloja un poco y otros arrecia. Somos unos apasionados de los mercados. Podemos estar paseando por ellos, durante horas y horas. En este y a diferencia de la mayoría de los del resto del continente, hay bastantes guiris en busca de gangas, que realmente no existen, aunque si se hacen compras a precios bastante razonables.
                  Quito
            En cuanto a, si lo que se vende es o no de producción indígena o artesanal, no soy ninguna entendida, pero permitidme que albergue mis dudas. No he llegado a ver ninguna etiqueta de, “made in Taiwan”, pero la mayoría de las cosas que se ofertan, me parecen más bien, de producción industrial, que manual.

            Al margen del tradicional mercado de artesanía, que se desarrolla en la plaza del Poncho y sus alrededores, existe otro enorme, destinado a las frutas, las verduras y los productos de consumo cotidiano. Como todos los de su gama, es tremendamente animado y por 10 centavos de dólar, degustamos la piña más rica, que hayamos comido jamás, partida en unas enormes rodajas.

                                                                                    Quito, tanto arriba, como abajo
              Como en todos los mercados del continente, una vez se abandonan Brasil, Argentina y Chile, existen tres niveles de negocios: Los que tienen tienda, en algún local de la calle, los que montan el puesto por la mañana en mitad de la vía pública y lo desmontan por la tarde y los que cargan con la mercancía a cuestas y se desplazan.

            Nos ha gustado este mercado, pero aún así, nos da la sensación de que está sobrevalorado. Nos sentimos mucho más a gusto, el día que estuvimos en Pisac, tal vez, porque de ese lugar, esperábamos bastante menos. Volvemos a Quito.

            Es domingo. A pesar de ser de día y de que está bastante próximo, decidimos tomar el metrobús (0,25 US$), para llegar al centro. Y es que en la guía, la calle Maldonado, que conduce hasta la plaza de Santo Domingo, la ponen como bastante peligrosa. Así, que es cerrar los ojos e imaginármela, llena de navajeros sedientos, deseosos de colocar sus machetes sobre nuestros cuellos. Otras de las zonas, calificadas también como bastante inseguras, son La Mariscal, el Parque Carolina y el Cerro Panecillo. Hasta hemos leído, que lo mejor para visitar el centro, es unirse a una de las visitas guiadas –creo que gratuitas-, que ofrece la policía. ¡Me parece una tremenda exageración!.
                          Quito
            El centro de Quito -que al menos hoy y sobre todo por la mañana, está tomado por la policía-, es una zona que enamora y para mi gusto, esta ciudad es de las más bonitas de Sudamérica. Tiene iglesias preciosas y calles sensacionales, con casas realmente bellas. Todo está muy bien cuidado y limpio. Y para más suerte, hoy en todo el centro está cortado el tráfico, porque desfila la procesión de los Dolores.

            Así que todas las iglesias están abiertas y hay misa. Están abarrotadas de gente, incluso de pie, en los laterales de los bancos. Más que en una boda, en España. El punto más importante de la ciudad viene marcado por la plaza de la Independencia, donde se encuentran la Catedral y el Palacio de Gobierno. A la vuelta está el Sagrario, que es un bonito templo.

                                                                           Quito, tanto arriba, como abajo
            Buscamos un taxi para subir al Cerro Panecillo. En la oficina de Turismo nos habían dicho. que cuesta unos 5 dólares, pero los taxistas nos piden 15, 12, 8 –como mínimo- y no están muy dispuestos, a regatear. Un amable comerciante de la zona, que después de media hora, nos ve ya bastante desesperados, nos indica, que lo mejor que podemos hacer, es tomar un autobús llamado Tola, desde la plaza de San Francisco y bajarnos en el Cementerio Nuevo. Desde allí y por un dólar, tomar un coche particular hasta lo alto del cerro, dado que hay muchos que ofrecen ese servicio.
                        Quito
            Minutos después, incluso cierra la tienda y se decide a acompañarnos el mismo, hasta que bajamos del Tola. Nos resulta extraña tanta amabilidad y nuestras alertas se disparan. ¿Habrá tramado con alguien que vayamos hasta el cementerio, para luego allí desvalijarnos?  Desde luego, somos conscientes de que asumimos una situación de riesgo, pero el hombre ¡parece tan amable y honrado!. Todo sale bien y caemos en las manos con un amable hombre, que tiene un hijo viviendo en España. Las vistas desde el cerro son magníficas
                                                                         Quito
            Antes de ir a la cama, vemos como cada noche la tele. Un anuncio capta nuestra atención. Publicita el primer Congreso de Negociación Avanzada, que se va a celebrar en la ciudad y para ilustrarlo, han tomado el célebre, ¿por qué no te callas?, del Rey.