Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

martes, 19 de agosto de 2025

¡El flojo programa festivo, el calor severo y la inactividad comercial dominan nuestro día!

           El ambiente festivo en Gijón resulta excepcional y a él contribuyen los numerosos turistas nacionales y los escasos extranjeros (fundamentalmente, franceses). Pero, la verdad es, que el programa de eventos deja bastante que desear. En el ayuntamiento, gobernado por Foro Asturias, no parece, que sobre el dinero, ni la imaginación.

          Pareciera, que estas fiestas hubieran sido diseñadas, más bien, por el director de marketing de Temu, esa plataforma china de venta y de anuncios agresivos en todos los canales de difusión, con jefes con ropa entallada y chicas agraviadas y enfadadas por no recibir su tablet gratuita y haber topado con un imperio que en su propia publicidad habla de ser estafadores -para que ya no les acuse nadie-, que por profesionales del ocio y del disfrute callejero.

          Tratamos de organizar el día y no nos sale muy activo. Descartamos el concierto de Rosario Flores, porque es demasiado tarde para nuestro cansancio y además, no nos gusta demasiado. Visto así y para hoy nos queda, una feria de comida ecológica y saludable -no comentamos nada al respecto, aunque con ganas nos quedamos-, que se celebra en la Plaza Mayor y un concierto de un grupo tributo, que tocarán en el Paseo de Begoña, a la tarde.

          Es en esta zona peatonal, donde se agolpan la mayoría de casetas de los bares, donde comer un bocadillo insulso sale por doce euros o tomar un mojito, cuesta nueve. ¡La hostelería ha perdido la vergüenza hacia sus fieles clientes, después, de que ya hace años la perdiera  con sus camareros!.

          El otro área de raciones, pinchos, cañas y copas, se encuentra en Claudio Alvargonzález, por donde transitamos, mayormente, anoche.

          Al margen de las actividades, dos son nuestras inquietudes inmediatas: el previsto y asfixiante calor y la logística alimentaria y de bebidas del día.

          Ayer, la máxima aquí, se quedó en 22 grados y mañana , se prevé, que ocurra lo mismo. Pero hoy, la ola de calor, que lleva asediando España, durante las dos últimas semanas, va a entrar en forma de agresiva y trepidante lengua en esta región, llegando a los 36 grados con más de un 90% de humedad.

          Nos encanta la inteligencia artificial -no somos responsables, de que la mayoría de entes o personas la puedan utilizar mal- y nos lleva facilitando nuestros viajes muchísimo en los últimos tiempos. Pero, no es perfecta y de todos los supermercados, que nos dice, que están abiertos hoy, solo es verdad en el caso de el Corte Inglés, que encima está, a tomar por el culo 

          Caminamos casi como expatriados y sudamos, como cerdos para lograr solucionar nuestros problemas alimentarios y de deshidratación, en este asqueroso día festivo. ¡Que buena es la vida en Madrid, donde casi todo abre los 365 días del año y con amplio horario!.

          El calor nos derrite el cuerpo y nos aturde la mente. La playa de San Lorenzo -agua a 20 grados, según las autoridades y bandera amarilla -, está abarrotada, como no habíamos visto jamás. Y otra novedad: está plagada de sombrillas, instrumento, que en los arenales norteños del estado no suele ser muy frecuente. Así, ¡os hacéis una idea, de lo que estamos pasando, cuando veníamos buscando el fresco!.

lunes, 18 de agosto de 2025

Atrapados por la noche de Gijon

           Nos sentamos en un fresco banco de piedra del paseo marítimo. Desde el contiguo de la izquierda nos atabacan con humo tóxico y en el de la derecha , una pareja se come a besos  y toqueteos, como si no hubiera un mañana.

          Los borrachos empiezan a ser sustituidos por runners y en mayor medida por viejos ociosos, poniendo en práctica sus rutinas diarias. Pero sobre todo, por gentes hambrientas, camino de su casa, que devoran bocadillos y refrescos diversos, adquiridos a un precio de seis euros el pack, en un exitoso garito de 24 horas, que se encuentra detrás de nosotros.

          Sobre las siete y media amanece, como siempre nublado, aunque nada espectacular, como sí fuera en este mismo lugar, hace tan solo dos semanas.

          La noche y nuestro dilatado transitar ha estado plagada de anécdotas, la mayoría, con serios tintes de tensión. Ángela camina enfadadísima y se enfrenta a todo su grupo de amigos, por algo que le han dicho y no le ha gustado nada.

          Camino de la playa de Poniente, una pareja se mete descaradamente mano y todo lo demás. Ella lo facilita bastante con su minifalda y sin ropa interior. Llega otra chica y les grita: "Ya estáis parando, que se te ve todo - no exagera ni un gramo- y además, viene...(no entendimos el nombre)". De vuelta, a los cinco minutos, esas tres personas, más otra nueva, se encuentran agriamente discutiendo, amenazándose  y a punto de llegar a las mismas manos, en actitud de violencia, que antes rebosaban sexo.

          En la Plaza Mayor nos topamos con el surrealismo: un chico ebrio se tira -o se cae o ambos- al suelo. Un amigo le espeta con fuerza: "Levántate, que esto está lleno de autónomos y te van a ver". A lo que él responde: "¿Que pasa, me van a invitar al casting?".

          Avanzamos por el paseo marítimo hasta el camping Costa Surf, situado a unos cinco kilómetros del centro. Hemos hecho este camino mil veces, pero nos sigue encantando. Son las diez de la mañana y todavía no podemos acceder al recinto.

          En una pradera -seca hoy en día, como casi todo el norte de España - nos tumbamos, tratando de dormir algo. Mientras, unas chicas juegan  a las palas y otras gentes reposan en armonía. La temperatura es buena y conseguimos conciliar el sueño, durante algo más de una hora, antes de que nos devoren las muy agresivas moscas.

          El camping de Gijón se encuentra en un marco incomparable. Es más pequeño y ordenado que el de Candás y no cuenta con bungalows. Todo nos parece correcto -baños nuevos e impolutos-, salvo el precio,que resulta algo caro comparado con otros campamentos costeros de Asturias y Cantabria. No intentamos siquiera reposar un rato, porque en el interior de nuestra hermética tienda, el calor nos machacaría, dado que en este recinto no existe ni una sola sombra .

          Veremos, como organizamos el día, porque es viernes festivo y salvo alcohol -la mayor parte rescatado de las provisiones ajenas de anoche -, no tenemos nada más, que llevarnos a la boca.

¡Gijón nos recibe de fiesta!

           Después de fallar estrepitosamente el plan del Lago de Sanabria, toca volver a Gijón y alrededores, durante el puente de agosto. No sabemos, concretamente, que vamos a hacer, porque hemos estado por allí mil y pico veces. Pero para nuestra alegría y la envidia o el asco de otros, a nosotros, el destino siempre nos guía y nunca nos abandona.

          Lo que si tenemos claro es, que cargaremos con la tienda a cuestas para ir de camping. Todo lo demás resulta imposible e inaceptable. El mismo, correcto, aunque insustancial hotel, por el que hace cuatro años pagamos 23€, está noche nos saldría por 229. ¡Ver para creer y para llorar!.

          La estación de autobuses de Valladolid sigue en la UVI y tiene pinta de cadáver. Después de languidecer, durante décadas, se han empeñado en parchearla, en vez de demolerla y construir una nueva. La de Gijón es otra vergüenza, pero allá se apañen ellos.

          Partimos casi puntuales, aunque perdemos tiempo por el camino y llegamos media hora tarde. Cada conductor de ALSA tiene su propio carácter, sus rutinas, sus manías, su pedrada en la cabeza. Unos son amables y otros toscos, aunque la mayoría fluctúan en terreno intermedio. El otro día, lo importante era amarrarse al incómodo cinturón de seguridad. Hoy y dado, que se prevén controles de la Guardia Civil, debemos colocar los bultos adecuadamente en la parte de arriba de los equipajes y no debajo del asiento, porque nos podrían sancionar con hasta doscientos euros. Un chico sube con un instrumento. Otro, con un casco de moto y ambos deben ir a la bodega del bus, después de ser calificado el segundo, ni más, ni menos, que como un arma de destrucción masiva a bordo. Nadie hace ni caso y la vida sigue.

          Llegamos, a Gijón, sin más novedad. Camino del centro, varias calles están cortadas al tráfico y la noche rebosa de animadas gentes, dispuestas a darlo todo. Han montado barras exteriores con precios imposibles y terrazas, que no estaban hace dos semanas. Si fuéramos detectives diríamos, que existen claros indicios, de que estamos en plenas fiestas patronales .

          Así, nos lo confirma, el siempre resolutivo Google: el 8 de agosto ha comenzado la "semanona" grande de la Virgen de Begoña que durará hasta el domingo 17. No nos cuesta demasiado encontrar por internet el programa. Es la una de la madrugada y resulta una pena, porque hace una hora se ha celebrado desde el monte de Santa Catalina y sobre la playa de San Lorenzo, el gran espectáculo de fuegos artificiales. De haberlo sabido antes, podríamos haber cogido un bus previo. Pero, como casi siempre, tenemos aversión a los planes.

          Por la vía pública pululan gentes de todas las edades, pero poco a poco, la noche va purgando y va quedando la gente más joven. De la tranquilidad inicial, vamos pasando al descontrol y el caos más absoluto, con el paso de las horas. A las cuatro de la madrugada apenas hay transeúntes serenos y los que lo están, andan ocupados en sostener en pie y ayudar a los más perjudicados. Meadas colectivas de ambos sexos al aire libre, rotura bestial de vidrios, basura por todas partes, botellas de alcohol y refrescos enteros  o casi, abandonados...

          Transitar se convierte en algo peligroso, entre charcos de vomitonas y personas, cada vez, más desinhibidas, provocadoras y agresivas. Mientras sube la marea y el agua del mar llega casi hasta el muro, la zona del paseo marítimo está mucho más tranquila. Aún no ha amanecido y la gente se bate en retirada.