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miércoles, 14 de febrero de 2024

Día de comida gratis y de terremoto

           Pero además de la logística, en nuestro segundo día en Guwahati, dedicamos tiempo a desenvolvernos por esta ciudad, que no ofrece atractivos inolvidables, pero si cierta cordialidad, un extraordinario ambiente universitario y buena comida. Elaboran un thali propio, que tiene más de quince ingredientes y un biryani genuino de pollo, llamado dum.

          Dedicamos la mañana a visitar tres mezquitas, un templo sij y otro jainita de noviembre demasiado calado, pero si tienen interés, porque están enclavados en el magnífico bazar de Fancy, uno de los mejores, que hemos visto desde nuestra llegada, a India. Es parcialmente peatonal. Volvimos a los ghats del río, pero en una zona más avanzada que ayer. Misma neblina, que entonces. En frente hay una isla con varios templos. Según nuestra Lonely Planet, la barca para cruzar cuesta diez rupias ida y vuelta, pero en la realidad son 200. Las guías de esta editorial, ya solo sirven , como fuente prehistórica de los viajes y por la nostalgia de mi pareja.

          Entreteniendo el medio día sin rumbo, nos han invitado a comer, opiparamente y hasta casi reventar. Se trata de un festival religioso -no hemos entendido en honor de quién -, nos han agasajado con un enorme plato de puré especiado y denso de patatas, verduras cocidas, salsa de tomate, berenjenas fritas y dos postres, con el arroz, como ingrediente principal. Nos han hecho posar con los alimentos en ristre, nos han hecho decenas de fotos y todos los hemos pasado genial. ¡Todo buenísimo!.

          En la tienda del alcohol y con otras tantas veces, pedimos el güisqui "cheapest" y nos dicen con contundencia, que esa marca no la tienen.

          Después y de forma inesperada , hemos visto el primer guiri -viejuno- en este estado.

          Con nuestro flamante wifi callejero, hemos calculado las distancias y desde luego, lo que queríamos hacer, no va a poder ser, por lejanía, escasez de transporte y hoteles carísimos y deficientes.

          Mañana y pasado los pasaremos en Shillong, a cien kilómetros de aquí y la jornada siguiente, llegaremos , a Cherrapunjee, la localidad más lluviosa del mundo.

          De ahí, a las capitales de Tripura, Mizoran y Manipur a las que hay respectivamente 450, 550 y 400 kilómetros. Iremos viendo, pero la realidad será mucho más modesta.

          A las 7:23 de la tarde, hora local, nuestros móviles nos alertan de un terremoto de 4,7 grados, a 38 kilómetros de aquí y que ha afectado a India, Bután y Bangladesh. ¡Como veis, el aburrimiento no tiene cabida en nuestras vidas!

Bazar de Fancy, en Guwahati


 

Logística en Guwahati: hotel, transporte y wifi

           EL HOTEL. Sí.Cumplimos nuestra amenaza y cambiamos de hotel. No solo por el engaño del wifi, sino por el incesante jaleo nocturno; por los insaciables mosquitos, que nos obligaron a taparnos hasta la cabeza; por el espartano colchón -el peor del viaje y ya es decir - y porque no se cargaron los móviles.

          Somos previsores y habíamos mirado otros alojamientos la tarde anterior. Habíamos visto uno con wifi por 1.120 rupias, pero resulta, que hoy, esa habitación estaba ocupada y la siguiente costaba 1.680..¡Así es nuestra vida, si queréis nos la compráis y si no, pues a otra cosa! Comenzó una alocada peregrinación por las calzadas, esquivando a todo lo que se mueve, que es mucho y variado. Ya sabéis las principales respuestas: "no rooms"o "is full". Alguno más honesto y educado te pide perdón y te informa de que carecen de los permisos para alojar extranjeros. 

          Finalmente y donde menos lo pensábamos, obtuvimos una habitación al mismo precio de ayer, sin wifi. Desde que salimos del aeropuerto de Delhi no hemos visto ningún sitio, donde vendan tarjetas sim  locales para móviles. 

          En resumen. Las habitaciones en Guwahati cuestan entre un 25% y un 100% más que en Sikkim o en West Bengala, son peores y raramente disponen de wifi.

          EL TRANSPORTE. No sabemos, que medios de transporte habrá desde la nueva estación, a ocho kilómetros del centro, pero desde la vieja y para nuestro interés solo buses tempraneros, a Tezpur. Se supone, que también los hay a Shillong y te mandan a preguntar a la ventanilla 19, pero nunca hay nadie y parece abandonada.

          Al lado, hay todoterrenos, que salen cada media hora, pero son más caros, que el transporte público. Y parece, que está va a ser la tendencia, que impere en el futuro, por lo que el presupuesto puede aumentar hasta un 50% y no estamos muy conformes.

          EL WIFI. Sabes, que al final, las dos noches hemos dispuesto de él, pero de aquella manera. La primera, apareció uno libre, cuando ya nos íbamos a dormir. La segunda, encontramos otro con clave 12345678, procedente de la calle. La única cobertura, sentados en la taza del baño. Por eso, hemos podido subir parte de los vídeos y los post.

          ¡Una dificultad más y nos damos la vuelta! A nuestra India de siempre.

Guwahati

           A media tarde, el tren llegó a superar las dos horas de retraso y nos temimos una caída en barrena. Pero, desde el atardecer se fue recuperando y para nuestro gozo llegó a la 1:22, con tan solo una hora y diecisiete de retraso. Arribamos a Guwahati con ese mismo margen, nueve horas después. Para ser un convoy de tan larga duración, nada que ver con el lamentable espectáculo, que vivimos en el tren de Delhi.

          Guwahati nos sorprendió con un solemne calor y con la sensación -que aún mantenemos - de que todo va a ser, mucho más difícil que de donde venimos. Hay alojamientos suficientes, pero en más de la mitad de ellos no nos aceptan por extranjeros. Y el resto, son básicos y muy caros. Existe poco transporte público y mucho privado -taxis y todoterrenos-, con tarifas poco razonables. Al menos, el tema de la comida y el alcohol, muy bien.

          Queríamos ir a Tezpur - ciudad más bonita de este estado- pero la realidad nos está haciendo recalcular el recorrido. Queremos visitar este estado de Assam y por este orden, Meghalaya, Tripura, Mizoran -alcohol ilegal- y Manipur, para volver aquí. No pretendemos ir mucho más allá de sus capitales. No iremos a Arunachal Pradesh ni a Nagaland. Nos quedaremos aquí mañana para organizar la logística y ponerle una pausa al viaje.

          Una vez asentados -después de mucho esfuerzo y paseos - y haber mandado a la mierda a más de diez comisionistas de los alojamientos, nos vamos a descubrir parte de la ciudad.

          La primera sorpresa es, que para llegar al río y a los ghats, hay que pasar por un profundo, largo y oscuro párking ¡En India nunca te aburres!. Resultan decepcionantes por nebulosos, dejados de la mano de Dios y porque por la mayoría de los accesos, te cobran. En la zona si encontramos otros lugares muy atractivos, como dos templos, varias gompas, el palacio de justicia y el planetario, además de un bazar. Está a punto de atropellarnos un autobús y de mandarnos al día del juicio final.

          En el centro, Guwahati es una ciudad relativamente transitable -buenas aceras, pero calles muy difíciles de cruzar - y limpia. En la arteria principal de los hoteles - no muy lejos de la estación de ferrocarril - y por la tarde, se monta un mercado de ropajes, complementos y comida, que la convierten en tan animada como intransitable.

          Mañana, sí o sí -prevemos un día durillo-, cambiaremos de hotel, porque la hija de puta de recepción nos ha engañado. Nos dijo está mañana, que el wifi estaba averiado y al llegar a la habitación comprobamos, que tiene cuatro repetidores -uno por planta - y dos con la señal entera. Le hacemos una captura de pantalla a las conexiones y aún así, mis vuelve a decir lo mismo.

          Camino del este, cada jornada se va haciendo de noche más pronto y debemos recogernos antes.

New Jalpaiguri

           La última tarde en Siliguri -el lugar hasta la fecha más caótico y desagradable del viaje - descubrimos, que varias agencias ofrecen autobús directo, a Tezpur, en Assam. De haberlo sabido antes, podríamos haber cambiado de planes, aunque veinte horas por carretera por carretera en India, son siempre muy duras.

          Pero, no, porque nosotros ya teníamos nuestros billetes de tren, a Guwahati, convoy, que seguía subiendo inapelablemente, ya por el centro de India -Andra Pradesh-, según nuestra aplicación, con aproximadamente una hora de retraso.

          Cuarta noche en esta ciudad y tercer hotel distinto, por problemas con los dos anteriores, sin duda, el mejor. Dormimos casi el sueño eterno y apuramos el check out hasta las doce, dado que el día iba a ser largo. Nuestro tren -ya iba por el estado de Orissa- se había ido a más de hora y media de retardo, durante la noche.

          Cruzamos la carretera de la muerte y una pequeña confusión, estuvo a punto de arruinarnos la jornada. Tomamos un bus, pero este no iba a New Japailguri, a 8 kilómetros, sino a Japailguri, a secas, a 47. Afortunadamente, el ayudante nos solucionó parte del problema y nos dejó en un cruce, a 4 kilómetros de la terminal. Había cacharros, pero como teníamos mucho tiempo, fuimos andando por una carretera fácil, aunque tan polvorienta, que nos dejó el pelo, la cara y los brazos hechos un asco.

          Al llegar, comimos las mejores samosas del viaje y nos valimos del wifi de nuestro hotel de hace días, para seguir controlando el 22503 -no jugamos nunca lotería, pero la próxima Navidad compraremos un décimo con este número -, que se acercaba peligrosamente a las dos horas de demora.

          De día, New Japailguri no es un lugar peligroso y puedes moverte con relativa soltura. Está la calle principal, algo caótica, que lleva a la wine shop. Está la de los numerosos restaurantes, que sirven todos lo mismo. Y por último, la tranquila arteria de los hoteles de tipo medio, bien asfaltada, que da acceso a un barrio modesto, pero muy bien acondicionado y presidido por un templo.

          Otra cosa diferente y bastante molesta, es la numerosa pandilla de pesados, que pululan por sus calles y que son bastante agresivos. Se dividen en cuatro gremios y no sabría decir, cual es peor: los del transporte, los de los restaurantes, los de algunos hoteles cutres -entre ellos, el nuestro de la otra vez- y los insoportables niños pedigüeños. Nosotros y otra guiri sola -que habíamos visto, en Darjeeling - para pelear con todos.

domingo, 11 de febrero de 2024

Adiós a las montañas, camino de Assam y del verano

           Darjeeling Siliguri están separadas por apenas 75 kilómetros, pero mientras en la primera, hoy, el rango de temperatura era 13-0, en la segunda 27-14. ¡Vamos: del abrigo, a la manga corta!. Una está a 2.050 metros de altitud, mientras que la otra, a 122. Se puede decir, que al regresar esta mediodía, a Siliguri, hemos vuelto al verano por enésima vez, pero ahora, para quedarnos en él, hasta el final dé este decimo periplo largo. ¡Adiós a uno de mis dos polares, que flamantemente, vestirá un indio!

          Pero, la última noche en Darjeling no fue muy calurosa para nosotros, a pesar de las tres mantas. Frío no pasamos, pero tampoco entramos en calor completamente y a ratos, debimos taparnos la cabeza. Vamos, que salir de esa madriguera a la mañana siguiente era toda una perezosa epopeya.

          Pero, había que hacerlo y el reinante sol de estos tres días nos ayudó. Quedaba la última visita: la Pagoda de la Paz, sita a unos 3 kilómetros. Enfilamos hacia arriba por la estrecha calle Ghandi, pero a medio camino nos dimos la vuelta, por lo peligroso de los agresivos todoterrenos y más, llevando los bultos a cuestas, ¡Será por estupas! Así, que tomamos la misma arteria hacia abajo, en dirección a la plaza Chowrasta y el bazar. Vistas espectaculares de los alrededores, que disfrutamos a medias, por ir más pendientes del tráfico.

          Tomamos a las 11:30 el bus de vuelta a Siliguri. Salvo en las faldas del Himalaya, los paisajes son bastante aburridos, en India, cuando viajas, salvo que te pirren los campos de arroz. El único entrenamiento suele ser ir contemplando los deteriorados pueblos, con sus cacharros y sus negocios de cuatro cosas, en los que siempre cuelgan las omnipresentes tiras de bolsas pequeñas de snacks. ¿Alguien será capaz de calcular, cuantas se ofertan en todo el pais? Tal vez, miles de millones.

          Otra cosa son los intensos olores, que entran por las ventanillas del autobús o del tren, que se repiten, aunque no siempre en el mismo orden. El que más odio es, el omnipresente a chapati quemado. Tal vez, porque se repetía cada día en una casi hermética habitación en Calcuta hace diez años, cuando atravesábamos momentos bajos. Me da ligeras arcadas. El segundo, el de los meados reconcentrado.

          A la basura y a las vacas y sus mierdas, ya casi no nos huele desde mediados del primer viaje a India. Otros son, a humo, a humanidad, a animales varios, a incienso, a ambientador, a fritanga diversas, a fango, a polvo , a cables quemados, a bencina...La cosa empeora sobre manera, cuando se entremezclan varios de ellos, lo que suele ocurrir muy frecuentemente.

          La novedad del viaje de hoy de vuelta, a Siliguri, ha sido precisamente, que no ha habido noticias, por primera vez en este periplo. Tan solo, un enfrentamiento entre nuestro conductor y un motorista, que casi llegan a las manos. ¡Poca cosa! Hemos tardado tres horas y cinco minutos, casi una hora menos, que a la ida.

          Si  el tren no nos falla, mañana a media noche partimos para Guwahati, en Assam. Queremos visitar también y por criterios logísticos, Meghalaya, Tripura, Manipur y Mizoran. Hemos descartado Arunachal Pradesh y Nagaland.