Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.
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lunes, 23 de octubre de 2017

Los mejores momentos del séptimo viaje largo

                                                     Esta es, de Phuket y la de abajo, de Bangkok
        No fue un viaje de extraordinarios momentos, aunque si los hubo bastante buenos. Tampoco, afortunadamente, los hubo demasiado malos. De momento, os hablamos sobre los primeros.

          1º.- Tras varios días de desorientación y gestiones infructuosas, daar con la clave para resolver el problema de las tarjetas. Hablamos con el banco de más confianza, que no se amparará bajo la ley de protección de datos, como los otros, para cambiar nuestros teléfonos por el de mi padre. De esta forma, el nos mandaría los códigos de las compras al correo electrónico, dado, que también y al reiniciar el único teléfono, que funcionaba, habíamos perdido el whatsapp. Tiene mérito, porque mi progenitor tiene 77 años y no sabía nada de estas cosas.
Kuching
          2º.- Ver amanecer en diversos lugares, especialmente, contemplar a esa hora los templos de Kyoto o el lago, de Srinagar. Por el contrario y para nuestra desgracia, no recordamos ningún atardecer memorable.

          3º.- Encontrar, en la ciudad, de Hat Yai y sin esperarlo y después de padecer el problema de las tarjetas SIM, una agencia física, de Air Asia, que nos permitía reservar vuelos con el PIN de la tarjeta normal y no teniendo, que recurrir, a códigos por SMS. De esta forma, compramos boletos de ida y vuelta, a Borneo, desde diferentes puntos y ganamos dos semanas de margen, a la hora de tomar decisiones. No volvimos a ver otra agencia -y andamos mucho-, hasta llegar, a Kuala Lumpur, 10 días después.
                                                                                                              Kyoto
          4º.- Agradables paseos por los cascos peatonales de las ciudades del noroeste, de India: Manali, Shimla, Nahan, Kullu, Leh... Parece, que estás en otro país.

          5º.- Pasar el peor momento del viaje, estando en el aeropuerto, de KLIA 2, cuando al sacar los pasaportes para facturar, hacia Chennai, perdí de vissta 750 euros, que llevaba junto a ellos en el bolsillo interior. Fueron un par de minutos horribles, hasta que dimos con ellos. Habían caído sobre uno de nuestros bolsos, del mismo color, que la funda que los albergaba.
Todas las demás son, de Tokyo
          6º.- Conseguir en el primer hotel, de Kyoto y en menos de una hora de búsqueda, un vuelo desde Osaka, hasta Bangkok, por menos de 75 euros, con la compañía Scoot y además, para el día, que queríamos. Esto propiciaba, no pasar más días de la cuenta, en Japón, con mayores gastos, que en la capital de Tailandia.

          7º.- Los paseos por los mercados nocturnos peatonales, de Bandar Seri Begawan. También, la celebración de la fiesta china de Pesta Kebudayaan, en Kuala Terengganu

          8º.- Pasear sin rumbo, ni prisa, por el mercado de pescados, de Tokyo y por el del exterior, donde puedes almorzar a base de diversas degustaciones gratuitas. La cosa da para una mañana completa.

          9º.- Por error -o mentiras- en la información sobre autobuses, salimos de Hasan, hacia Shimoga, a media tarde, pensando, que allí nos tocaría pasar la noche a la intemperie y esperar a la mañana siguiente, para partir hacia Hampi. Pero, como ya he contado mil veces, la India siempre te sorprende: sale un vehículo cada media hora.


          10º.- El descubrimiento, en los supermercados, de Tokio, de esos refrescos -llamados, Strong 9-, que cuentan con nueve grados de alcohol y cuyo zumo resulta delicioso (especialmente y para nuestro gusto, el de naranja y limón mezclados y el de pomelo). Deben consumisre muy fríos. No menos memorable resultó, la salsa de pepino y guindillas -desconozco el resto de ingredientes, pero es verde y espesa-, que acompañó nuestros sándwiches vegetales, en la estación de autobuses, de Dhera Dun.

sábado, 21 de octubre de 2017

La otra desesperacción


           Si lo de las tarjetas SIM de los teléfonos, supuso todo un inconveniente, lo de los autobuses en India resultó toda una desesperación, que en algunos momentos, nos llevó a la extenuación. Relatemos, uno por uno, los diversos incidentes, que padecimos

        -Estación, de Chennai: Nos toca ir de ventanilla en ventanilla y cada persona nos dice una cosa diferente, sobre si hace falta reservar o no, el bus a Bangalore y sobre los horarios de salida. Después de hacer una larga cola, vuelta a empezar, porque no hemos pagado una rupia por el formulario de reserva. Al pagar, precio distinto al expresado anteriormente y más de cuarto de hora, para que nos devuelvan treinta rupias, porque no tienen cambio. A la mañana siguiente, llegamos a una estación a las afueras, a pesar, de que nos habían indicado, que arribaríamos a la ubicada junto a la de trenes, en el centro.


          -Estación, de Hassan: Al llegar, preguntamos si hay autobús directo, para Hospet y nos aseguran, que sí: a las siete y diez de la mañana, además, de a las cuatro de la tarde. Reconfirmamos la información al día siguiente, jornada de nuestra partida y nos incluyen uno nuevo: a las tres de la tarde. Optamos por este, pero “is coming”, aunque nunca llega. El siguiente, que casualidad, resulta que lo han suspendido hoy. De nada nos sirve, cabrearnos con todo lo que se mueve. Al final, autobús a Shimoga, a mitad de camino y la incertidumbre, de como llegaremos a Hospet, siendo de noche. Afortunadamente, todo se resolvió bien, dado que entre estos dos destinos, circula un vehículo cada media hora -van semivacíos-, contra todo pronóstico. La india tiene estas cosas: unas veces te echa un cable y otras, te jode vivo.

          -Estación, de Delhi: Queremos tomar un bus para Shimla, pero resulta, que ni ayer, ni hoy es posible, dado que no circulan autobuses a ningún destino, de Himachal Pradesh, desde aquí. Preguntamos, por qué y nos remiten a un letrero escrito en hindi, de muy malas maneras. Un pasajero se apiada de nosotros y en precario inglés nos asegura, que “the road is blocked”. Después de analizar la situación con meticulosidad, llegamos a la conclusión, de que nuestras opciones son: Dhera Dun o Dhera Dun.

          Semanas más tarde, ya de vuelta del circuito por el noroeste, nos esteramos, de que la condena a varios años de cárcel, impuesta a un gurú religioso, por haber violado a dos chicas, había desencadenado numerosos altercados y movilizaciones multitudinarias, en estaciones de transporte y carreteras del estado, de Hariyana..

          -Estación, de Dhera Dun: Según reza un cartel, circulan buses, a Shimla, a las siete, las diez y las once de la mañana, además, de a las doce de la noche (aunque, de este último, no nos fiamos). Tratamos de subir a los tres primeros, pero ya vienen llenos desde Haridwar y no se puede poner siquiera un pie en la escalerilla del vehículo. Esto sucede casi siempre, porque no existen ventanillas de venta y el billete se suele comprar al cobrador del autobús. Finalmente y tras largas deliberaciones y mucha desesperación, autobús a Nahan, localidad que se halla a medio camino, de Shimla. Luego, no nos arrepentimos, porque el bazar de esta ciudad merece mucho la pena para pasar una tarde.

          -Estación, de Nahan: Son las tres de la tarde y no hay un solo autobús hasta mañana, a Shimla, aunque nos encontramos a poco más de cien kilómetros para nuestro destino. Toca pasar noche aquí y pegarnos el madrugón.


          -Estación, de Shimla: Esperamos, pacientemente, nuestro turno para pedir información y comprar los billetes, para Mandi, nuestro siguiente destino. Delante de nosotros, a un joven, no le debe gustar lo que le están diciendo, se enfada y con sus poderosas botas de montaña y una fuerza estratosférica, pega una fuerte patada a la ventanilla de grueso cristal, que salta por los aires y que no nos cae encima, de puro milagro. Lo curioso del asunto es, que nadie se inmutó lo más mínimo por lo acontecido.

          A esto hay que añadir, como no podía ser de otra manera, atascos constantes, adelantamientos temerarios, carreteras deficientes, buses muy viejos... y las terribles carreteras, de Manali, a Leh; de este lugar, a Srinagar y desde este punto, a Jammu.

Mejores descubrimientos gastronómicos y bebidas, en este séptimo viaje largo


         1º.- El “Strong 9”, de Japón. Se trata de una bebidas enlatadas, que contienen nueve grados de alcohol y el retos es refresco de diferentes sabores. Se toma muy frío y a nosotros, los que nos cautivaron, enormementee, fueron el de mezcla de naranja y limón y el de pomelo. Se compran por poco más de 60 céntimos de euro en supermercados y en algunas farmacias.

          2º.- El impresionante gobi manchurian, que degustamos varias veces en el sur, de India. Se trata de coliflor rebozada en harina de maíz y frita, a la que se le añade cebolla, ajo o pimiento y después, deliciosas salsas variadas (especialmente, de soja). Sin saber lo que era, la primera vez, nos supo más a carne, que a verdura.

          3º.- La deliciosa salsa verde, que acompañó nuestros sándwiches en la estación de autobuses, de Dhera Dun. Resulta muy espesa y conseguimos descifrar, que tiene pepino y guindilla, pero no el resto de los ingredientes.

          4º.- La mayoría de las degustaciones del mercado exterior, situado al lado del de pescado, en Tokio. Especialmente, los mariscos y cefalópodos macerados en su jugo y/o aliñados con salsas y el omnipresente, kinchi, que ya habíamos probado, durante nuestro viaje, a Corea del Sur

          5º.- La masala dosa. Por supuesto, ya la habíamos probado en el sur, de India, durante nuestro primer viaje al país. Pero, debimos elegir un mal sitio, en Bangalore y no volvimos a pedirla, hasta este viaje, en la que la hemos redescubierto para nuestro gozo y ddisfrute. Especialmente buena, la de detrás de la estación de autobuses, de Hospet.

          6º.- Ese pescado, que venden en buena parte de Malasia, que ofrece dos versiones. Una seca y crujiente y otra, prensado y frito.

          7º,. Los ricos y pequeños albaricoques, que venden las señoras mayores, sentadas en el suelo, en la calle principal, del casco antiguo, de Leh.

          8º.- El té tibetano, de Keyong. Lo sirven en tazas grandes y le añaden diversas especias, entre las que nos pareció, encontrar jengibre. Por tan sólo 10 rupias, le puedes dar gusto al cuerpo, en una población donde además, suele hacer fresco.

          9º.- el “country liqueur”, que se vende a bajo precio, en las tiendas de alcohol de Himachal Pradesh y también, los licores de sabores, que se comercializan en el Borneo malasio. En ambos casos, los mejores son los de melocotón y de piña.

          Para los más desesperados -entre lo que me encuentro-, y dado, que en Malasia el alcohol sale caro, comercializan una especie de vino para cocinar, de unos 17 grados. Pero repito: sólo para los más desesperados.

          10º.- Unas pequeñas bolas rellenas de sabores y colores diversos, que venden sobre todo, en las tiendas, de Kamacura (se pueden degustar gratuitamente). Especialmente ricas, las de sabor a queso, peo todas están bbuenas.

          Como novedad de este viaje reseñar, que en Leh, los platos de arroz o de chow mein, te los acompañan de una taza de reconfortante caldito, que se sirve de forma gratuita.

          Decir también, que esta vez, si que me atrevía a probar el pescado de la Marina, de Chennai. Está bastante bueno y fresco, aunque lo pasan demasiado, para mi gusto.



domingo, 15 de octubre de 2017

Las eternas preguntas

                                                                                   Arriba, Hampi y debajo, Halebid
          Viajamos a India con el corazón en la mano, con la ilusión de niños recién aterrizados al mundo, con ganas de vivir experiencias inolvidables y descubrir sitios mágicos. Pero la realidad, a veces, nos echa del paraíso y nos hace plantar los pies en el suelo. Después de pasar varios meses en este país, todavía me hago varias preguntas para las que no encuentro una solución fácil y creo, lo mismo debe de pasarle a las autoridades, ya que ellos tampoco ponen en marcha ninguna.
                                                                 Bangalore
          -¿Cómo es posible, que tengan las carreteras en el estado en que se encuentran?. Están llenas de surcos, socavones, que llegan hasta casi el centro de la tierra, escombros, barros y grandes charcos (en los que Nessi, el del lago escocés, nadaría feliz). Pero, estos caminos no son pistas de tercera o cuarta categoría por los que no pasa nadie, sino carreteras principales, como la que une Delhi, con Dehra Dun, que hacen que tu viaje se convierta en una pesadilla.
Hyderabad
          -¿Cómo es posible, que la basura se amontone en las calles?. Mires por donde mires, hay montoneras de desperdicios de todo tipo, llenando las vías públicas, sean las de un mísero barrio de chabolas o las principales del centro de cualquier ciudad, incluida la capital. Existen papeleras y contenedores -sólo, a veces-, pero es más fácil tirar todo al suelo. Incluso, los que parecen tener una mejor educación, tiran todo les conviene, a su paso por las calzadas y aceras o desde la ventanilla del bus o del tren.
                                                                    Delhi
        -¿Cómo es posible, que dejen a los niños sólos por las calles?. Ves a pequeños mocosos sucios, harapientos o desnudos, haciendo sus necesidades, a la vista de todo el mundo, en el primer sitio que pillan, sin por supuesto, ir a la escuela y jugando entre la basura. Las más mayores, porque suelen ser niñas, se ocupan de los ellos, llevándolos pegados a sus faldas, y pidiendo una limosna o de comer.
Manali
          -¿Cómo es posible, que las vacas circulen a sus anchas por todos los sitios?. Estos animales, considerados sagrados, por mucha de la población de India, malviven en las calles comiendo restos de alimentos y basura y siendo empujados y apaleados, cuando se acercan demasiado a los negocios. Si tanto quieres a estos animales, dales una vida más digna y menos estresante, que las de las ciudades.
Leh
          -¿Cómo es posible, que existan urinarios a pie de calle, sin tapar y sin limpiar, que huelen a varios metros de distancia?. Me parece bien, que haya servicios públicos, pues la gente pasa más horas en la calle, que en sus propias casas -y en estas es posible, que tampoco tengan baños-, pero no estaría nada mal, que fueran gratuitos y que demolieran esos rincones donde mean los hombres, que están amarillos de tantas generaciones, como han hecho uso de ellos.
Mabdi
          -¿Cómo es posible, que la gente aborde el metro, tren o autobús, a empujones o colándose por las ventanillas?. Vale, que en este país son muchos millones de personas, pero se podrían abordar los transportes con más calma y respetando a los demás. Una vez, al bajar de un tren en Allahabad, nos tiraron al andén, los que subían al vagón, pues tuvimos que pelear con ellos para poder bajar.
Carretera de Keilong, a Leh
          -¿Cómo es posible, que las mujeres vivan aplastadas por su condición, maltratadas por padres, hermanos, maridos y a casi todo el mundo, le de igual? Ya desde que nacen, las niñas lo tiene mucho más difícil, que los niños. Son vendidas en matrimonio y pasan de pertenecer a su familia, a estar presas de la familia del marido, sin vida propia y cumpliendo lo mejor que saben, para no ser repudiadas por su esposo y acabar en la ruina.

          Después de todo esto, sólo me queda una pregunta, quizás la más importante: ¿Cómo sabiendo todo esto, volvemos a la India, más de una vez y más de dos? ¿Que poder de seducción tiene para atraernos de esta manera?

"Tuck tuck, Sr; tuck tuck, Madan"

          Todos los que hayáis viajado a Asia en general y al sudeste asiático o a India, en particular, sabéis de que os hablo si digo: “¡vamos a coger un tuck, tuck!”.

          Este medio de transporte abunda en las ciudades más pobladas y congestionadas de este continente. Sus conductores son hábiles a la hora de sortear el denso tráfico, con el que que tienen. que convivir a diario, en las carreteras. La mayoría de ellos disponen de taxímetro pero se suele acordar de antemano el precio de la carrera, y, aquí depende de tu destreza a la hora de regatear, aunque a veces, consigues menos descuento, que si dejas que el contador cumpla su función.

        En las calles de India es casi imposible no verlos y no tener que quitarte de encima a los conductores, que machaconamente te insisten una y otra vez: “tuck tuck, sir, tuck tuck, madam”

          Pero este vehículo tiene varias funciones, además de la obvia:

          -Muchos, se convierten en pequeñas empresas de transporte de mercancías: llevan paquetes enormes, cajas de fruta y verduras, tubos de aluminio, sacos de cemento y otros materiales de construcción...

        -Al mismo tiempo, también hacen de mensajeros: cartas urgentes, paquetes postales, sobres con correspondencia oficial...

          -Transporte de todos los utensilios necesarios para montar un puesto de momos, por ejemplo. Esto lo vimos en las cercanías de la Puerta de la India, donde un joven llegó y con él toda los instrumentos, para instalar su tenderete, en espera de que todas las familias, que merodeaban por allí, de paseo acabaran con sus existencias de este delicioso plato tibetano.

          -Sí no hay una ambulancia a mano para llevar a un accidentado al hospital, no os preocupéis, que allí aparecerá el salvador tuck tuck para, a toda prisa, cumplir esa función, aunque sea de manera rústica. Y lo mismo, si necesitáis, que un enfermo dado de alta y con la bolsa de los orines colgando, sea llevado hasta su domicilio.

          -Que hay un choque de vehículos y no aparece la grúa, no pasa nada. El policía llamará a un tutckukero para que transporte partes del coche o la moto accidentados. Aunque tengan que subirla a pulso entre dos o tres personas.

          -Otra función, que cumplen estupendamente, es la de transporte escolar. Las mamás pueden respirar tranquilas: sus retoños están en buenas manos y llegarán puntuales al colegio, aunque de camino tengan, que sortear a autobuses, motos, otros tuck tucks, vacas... y meterse por calles de dirección prohibida o hacer giros en la dirección inversa...

        -En cuanto a los guiris se refiere -aunque sean un poco pelmas con los extranjeros-, pueden ser de gran ayuda para multitud de pequeñas cosas: hacer de guías turísticos de forma gratuita, según te llevan a tu destino o de forma remunerada, si los contratas para una jornada completa. Te pueden cruzar las calles, esas que tienen un río constante de tráfico y resultan imposibles de atravesar andando y lo mismo, si quieres ir hasta una boca del metro y te parece misión imposible, allí están ellos. Además, mientras estés en los brazos de tu particular tucktukero, por aquello de respetar a un compañero de gremio, no se te acercarán ningún otro.

          -Y, por supuesto, son taxis y transportan a personas. Sobre todo es fácil ver a varias señoras con las bolsas de las compras, a bordo de estos vehículos de tres ruedas o a los ejecutivos de corbata y maletín en ristre, hacer uso de sus servicios.

          Cuando hay un hueco en su ajetreado día o simplemente, han finalizado la jornada laboral, verás que los tuck tucks son muy útiles, como salones de lectura de prensa o como dormitorio.


          La verdad es, que a pesar de sus inconvenientes, a mi me encantan y el día, que desaparezcan, India perderá uno de sus encantos. Ver la marea del tráfico y no distinguir en ella los colores verde-amarillos de estos taxis será, como si nos hubiéramos quedado huérfanos.

sábado, 14 de octubre de 2017

Síntomas evidentes de haber regresado, de India

                                         Esta es de Bangalore y la de abajo, de la carretera de Manali, a Keilong
          184 días en total y cuatro estancias -dos de ellas, divididas por una semana invertida, en Bangladesh-, resultan ser nuestras cifras definitivas, en India, a lo largo de 2.011, 2.014 y 2.017. No son, ni muchos, ni pocos. Eso, queda a gusto del consumidor, que se puede sentir colmado con esta dilatada estancia o por el contrario, aún necesitar de más experiencias en este país. Para nosotros, resultan muy suficientes y de momento, no encontramos motivos para profundizar más (si es que se puede, porque ya lo hemos hecho bastante).
                                                               Hampi
          Explorado el país, casi de cabo a rabo, nuestras únicas cuentas pendientes consisten en las visitas a Darjeeling, Sikkim y los otros estados del noreste, que se pueden abordar, porque hay otros, que ni siquiera solicitando permisos especiales. A estos últimos, renunciamos recientemente por falta de tiempo, durante esta última aventura. A recorrer los primeros, nos hicieron desistir las interminables e insoportables cancelaciones de trenes acaecidas a lo largo del pasado mes de septiembre.
Keilong
          De momento, dejaremos el asunto, como esta y será el tiempo, quien decida, si volvemos a India, para acometer este reto, cosa, que a día de hoy, no creo, que suceda y si se hiciera, sería en unas condiciones muy excepcionales, que evitaran, por ejemplo, el paso por Delhi, de la que ya estamos hasta las narices o por otras ciudades cacharro y caóticas, con las que ya no podemos más, porque nos sobrepasan. Y esto lo escribo, 21 días después de haber regresado y no, en el fragor de la batalla.
                                                                        Manali
          De las cuatro veces, que abandonamos India, una lo hicimos por la frontera, de Sunauli, hacia Nepal. La segunda, a través del aeropuerto, de Calcuta, rumbo, a Dhaka. La penúltima y no con pocos problemas en la salida, dirección, a Egipto, donde disfrutamos un par de semanas. Y sólo esta vez, retornamos a Madrid, directamente y sin red. Os voy a narrar, brevemente, el shock, que supone para un viajero, un cambio tan brusco de ambientes, de un día para otro (algo similar me ocurrió, cuando en el primer trimestre de 2.011, retornamos de un viaje de casi cuatro meses por el este, de África).
Leh
          -Notas el inquietante vacío a tu alrededor, después de mucho tiempo rodeado de gente, de cacharros y de ruido. Las aceras de la calle resultan inmensas, por estrechas, que sean. Es una sensación extraña de satisfacción, pero a la vez, genera cierta angustia o nostalgia.

          -Lo peor y durante los primeros días, resulta convivir con el silencio, tantas veces idolatrado y echado de menos, durante la estancia, en India. Casi, te llegan a reventar los tímpanos de tanta quietud e inusitada e incómoda armonía sonora.
                                                                                                       Carretera desde Leh, a Srinagar
          -Pareciera, que a todas las carreteras y calles, por las que te mueves a la vuelta, las hubieran alisado y dado brea esta misma mañana. Todo luce resplandeciente en la ciudad, incluso los edificios menos lustrosos y más abandonados.

          -Ni que decir tiene, que el contraste resulta brutal, cuando anochece y recuperas el recuerdo, de que las ciudades a esas horas se iluminan y que los coches y otros vehículos rodantes, también disponen de luces.
Hyderabad
          Por lo demás, tampoco hemos experimentado otras sensaciones mayores, dado que ni volvíamos desesperados, ni echábamos de menos algo en concreto, ni siquiera, retornábamos ansiosos, por comer los guisos favoritos, que preparan nuestras madres.

          Nuestras tres estancias, en India, cuentan con muchos elementos comunes, pero también, con otros muchos, diferenciadores. En la primera, alucinamos y disfrutamos, como enanos de cada segundo, sin apenas reparar en contratiempos o dificultades.
                                                                                                        Carretera desde Keilong, a Leh 
          Durante la segunda, padecimos el incesante y agresivo calor, que no nos dejó casi tomar aliento y sufrimos problemas existenciales, por las dudas generadas, por si merecía la pena, volver por otro largo periodo de tiempo a este país. La mereció, pero nos costó verlo y entenderlo, a pesar de que este fuera, el viaje más abundante en lugares visitados -muchos de ellos, a los que no va nadie- y descubiertos.
Jammu
        Y esta tercera vez -salvo haber tenido, que enfrentar diferentes situaciones muy peligrosas con el tráfico, en Hyderabad y Delhi, en las que se puso en riesgo nuestra vida-, ha resultado ser la de la calma y sosiego. Primero, porque era lo buscado, visitando mayormente, la relativamente tranquila zona del noroeste o volviendo a sitios relajados, como Hampi. Y después, porque nos lo hemos tomado todo con much más relajación. India sigue siendo maravillosamente horrible, pero ya y venga casi lo que venga, ni sentimos cosquilleos delirantes, ni emociones fuertes, ni cabreos insuperables, ni desesperación profunda...
                                                                                                           Srinagar
          Siendo así las cosas, creo que ha llegado el momento, de no volver por largo tiempo, a India. Y es, que tenemos la buena o mala costumbre, de desgastar los países hasta el límite.