Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

miércoles, 4 de septiembre de 2024

martes, 3 de septiembre de 2024

Pisando el freno: Vrindavan debe esperar

           Nos levantamos tan convencidos de irnos a Matura y a Vrindavan, que sobre las nueve, cogimos un cacharro hasta la estación de tren. El chaval, que nos llevó, era joven, honrado y prudente en la conducción.

          Ya por el camino, le fuimos dando vueltas a varias cosas. Por un lado, quizás no era buena idea pasar dos noches en Vrindavan, donde no debe de haber demasiados alojamientos, que acepten extranjeros. Por otro, ayer leímos, que en ambas poblaciones han prohibido la carne y el alcohol, desde 2021 y deben ser bastante expeditivos -los propios vecinos- con quien sospechan , que las posea y no nos apetece pasar mucho tiempo allí.

          Y por último y más importante, anoche y ya de madrugada, vimos tarifas interesantes de avión, que podríamos perder, si dedicamos el día a viajar y ver templo y ghats. Por tanto, decidimos aplazar la visita para mañana, madrugando, para llegar hasta Delhi y así, no hacer noche en Vrindavan.

          ¿Qué hacer entonces con el día de hoy? Primero, decidimos tomar un hotel en la estación, para estar cerca de ella mañana. Pero son caros y ponen demasiadas trabas. Así, que a lo tonto, nos pusimos a caminar y sin distracción -el camino es semisalvajes y cómodo -, regresamos hasta la zona del Taj Mahal, distante siete kilómetros. 

          Por no dar explicaciones, nos alojamos en otro hotel de las mismas características y de idéntico precio. Un viejo ocioso, que observó nuestro check in, nos enseñó su colección de billetes, entre los que tiene uno de cien pesetas de Falla.

          Tomamos aire, dando un paseo y contemplando en los ghats, a niños sacudiéndose de lo lindo, a chanclazos. Otros se dedican a espantar a los pájaros con muy malas artes. ¡ Así son luego de adultos! Y acto seguido, asistimos a una boda muy festivalera, en la que el anfitrión lanza billetes de diez rupias y casi se matan por ellos. Hasta el de la trompeta deja el instrumento para recoger su parte.

          A estas horas, llevamos ya nueve buscando vuelos y ya hemos comprado un par de ellos. Nuestro recorrido de vuelta será: Delhi - Abu Dhabi -Larnaca -Roma -Santander.

lunes, 2 de septiembre de 2024

Un conductor salvaje, nos devuelve a Agra diez años después

           Al final y como no habíamos conseguido reserva en slepeer, optamos por el autobús nocturno, para cubrir las seis horas y media de trayecto, entre Lucknow y Agra. Cuesta cuatro veces más, que la caótica segunda del tren, pero te garantizas un asiento, seguridad y cierta comodidad ( las empresas privadas por el mismo precio ofrecen más confort).

          La llegada a Agra resultó traumática y aún pudo ser mucho peor. Bajaba el último del autobús y el hijo de puta del conductor -condujo medio loco toda la noche-, arrancó, cuando todavía estaba en la escalera. Caí, precipitadamente, de espaldas y tuve habilidad y suerte para no golpearme en la cabeza. Los dolores en el hombro y brazo derecho son leves, aunque molestos.

          La estación de autobuses está en el quinto pino, así, que regateando ferozmente, conseguimos un cacharro, que nos llevase hasta la de trenes de Fort, donde constatamos algo, que ya sabíamos por la app: solo hay un tren directo a Matura, por lo que mañana deberemos ir a la de las afueras. Desde ahí, fuimos andando al Fuerte y al Taj Mahal, por el mismo camino que decenas de veces en el pasado.

          Poco ha cambiado en Agra en una década, salvo los precios del mítico monumento y un menor número de visitantes. Son 1.300 rupias para los guiris -50 para indios- o lo que es lo mismo, el importe de la entrada a la Alhambra de Granada, el equivalente a tres noches - si sumas los dos - de nuestro hotel actual, a 4,500 kilómetros de tren en slepeer, a 50 biryanis de pollo, a 260 samosas o bondas, a 150 botellas de agua de litro... Hemos venido cuatro veces a esta ciudad y seguimos sin entrar al Taj Mahal, sin remordimiento alguno.

          El ochenta por ciento de Agra huele a ciénaga y alcantarilla y el otro veinte a basura. Sin embargo, tiene varias zonas semi peatonales -imposible quitar las motos y las bicis - por donde el paseo resulta agradable, a pesar de la presencia importante de monos - no lo recordábamos - y de los impíos pelmas, que te agobian cada diez segundos, enlazándose unos con otros.

          Los hay de todo tipo, pero los peores son los del transporte, en lo que es un sinsentido, porque todo lo de ver, dormir y comer está al lado y el fuerte desde el pasado marzo, está conectado por el nuevo y flamante metro, que de momento, solo dispone de seis estaciones.

          Resulta imposible discernir, si aquí son más maleducados y pelmas, que en Varanasi, aunque creemos, que junto con Cuzco, en Perú, forman el desagradable podio.

          El restaurante, donde desayunábamos por 25 rupias, ha cambiado de dueño y ahora cobra 150. Estaba lleno, entonces y hoy, no hay nadie. También hemos pagado la cerveza mas cara de todo el país. 

          Ayer, en Lucknow cayó la mundial y refrescó y aquí, ni una sola gota.

          Eso sí, hemos obtenido el mejor cambio, por los euros, de todo el viaje 


El último de Agra


 

Boda 💒 india, en Agra


 

Él Taj Mahal, desde la terraza del hotel


 

Taj Mahal, desde los ghats en el río Yamuna

 


Otra mezquita de Agra


 

Mezquita, en Agra


 

Templo hindú, en Agra y montaje de fotos