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martes, 27 de agosto de 2024

El tren 13413 y el inicio de la pesadilla en Varanasi

           Apuramos el check out en New Japalguri hasta las doce, pero aún así, el día se hizo muy largo, hasta las ocho y cuarto, hora de la salida del tren, que partió puntual.

          Al principio no iba demasiado lleno, pero a las dos horas en una parada, se completó con un montón de jóvenes algo gamberros e inquietos, provistos de mochilas militares. Nos llamó la atención, que una mujer en estado de gestación avanzada, viajará sola y con gran equipaje. Empezó tumbada en un asiento y acabó en el suelo, porque no tenía billete, pero el revisor ni se lo pidió.

          Me dormí enseguida, pero desperté, abruptamente, debido al calor y ya solo cogí el sueño a ratos. Sobre las cinco comenzó a llover -solo un cuarto de hora en los últimos tres días - y agradecí, tumbado en la litera, las frescas gotas sobre mi cara.

          Íbamos con media hora de adelanto, pero a falta de cuatro kilómetros, el tren se detuvo, dejó pasar a otros cinco y llegamos puntuales, no a Varanasi, sino a DD  Upadhyaya, situada a 18 kilómetros.

          Caía la mundial y eso provoca el caos en todas las estaciones de India, porque en ellas se refugian -muchos niños mendigos incluidos -, todos los que no tienen otro sitio donde ir.

          Todo había ido perfecto, así, que compramos los billetes para Varanasi y comenzó nuestro día pesadilla, en el que terminé, incluso, herido pero leve, pero al menos, no muerto.

          El tren 13413 era el asignado. Empezó circulando lentamente, para continuar deteniéndose a cada rato. En un momento dado, se paró durante una hora, dejando pasar a más de diez convoyes -incluidos mercancías -, llevándonos a la histeria. Al final, 160 minutos de trayecto para una distancia ridícula. Y el resto de los pasajeros sin ni siquiera inmutarse, mientras caía el diluvio universal.

        Al menos, dos anécdotas nos sacaron por instantes del mal humor y del abatimiento. Una chica iba sentada con su hijo de unos seis años y otro de uno. Se guardó el dinero en su sujetador. Poco después, el crío lo levantó y cuando parecía, que iba a chupar de teta, agarro la pasta y se la llevo en un puño.

          Al llegar a la estación de Varanasi  nos abordó un tukctukero muy pesado, tanto, que le amenazamos con la policía turística, qué en ella se encuentra. No entendió eso, sino que le estábamos pidiendo información sobre donde estaban los agentes y amablemente, nos lo indicó.

          Tercera visita a Varanasi. La primera nos maravilló, impresionó y emocionó. La segunda nos dejó indiferentes y está, nos está asqueando. Pero, como pillaba de camino,queremos llegar a Sarnath, a 8 kilómetros de aquí.

          Lo de asqueando, os lo contamos en el próximo artículo.

De caóticas 🛒 compras 🛒 por Varanasi


 

El Monzón en Varanasi


 

En el corazón ❤️ del caos de Varanasi


 

Desde la terraza del hotel 🏩 de Varanasi


 

Embarrado ghat de Manikarnika, en Varanasi


 

Los ghats de Varanasi están completamente anegados


 

domingo, 25 de agosto de 2024

In the "JAIL" Palguri, again

           Son las cinco de la madrugada del día 48 de viaje y el sol está en la linea del horizonte, calentando nuestras poco despejadas cabezas, pues -al contrario de casi siempre -, no hemos dormido bien en la litera, que nos ha traído de Guwahati. Hace calor y una humedad casi imposible de sobrellevar.

          Será una jornada clave para el devenir del viaje. Si encontramos slepeer a Patna, o Varanasi, el retorno se allana bastante. Por el contrario, sino hay suerte, comenzará un rosario de buses locales o aterradora segunda de tren sin reserva, que junto a las altas temperaturas, nos pueden amargar la existencia.

          De momento, optimismo moderado: hay plazas Takhal para dos trenes, a Patna, desde ayer noche, pero ninguna para Benarés.

          De todas formas, la palabra del día va a ser paciencia, porque faltan tres horas para que abran las ventanillas; cinco para que empiece la Takhal de aire acondicionado y seis para la de literas, que es la nuestra.

          No perdemos detalle y a cada rato y gracias a un wifi de nuestro primer hotel del pasado, consultamos la aplicación Confirmtkt. A las siete de la mañana, una buena noticia: se abren varias cuotas Takhal para Varanasi. A ver si pillamos alguna, porque no podemos pasar un solo día más aquí, en "Jail Palguri".

          El tiempo parece no pasar, las moscas nos machacan sin piedad y nos aturde el cerebro, la machacona voz aguda femenina de la maldita megafonía.  

          De todas maneras, aquí está todo mucho mejor organizado, que en Guwahati. Una persona va tomando nota en una lista, según el orden de llegada, para que no haya disputas y nosotros estamos en la parte delantera del preciado listado.

          Otra cuestión a favor es, que la chica de hoy es súper amable y se desvive por ayudarnos, incluso, media hora antes de la apertura del cupo.

          Llegan las once y la tensión conjunta es ya inasumible. Mi pareja ha hecho incluso amistad con algunos de los miembros del listín.

          Al principio, llegan momentos de confusión. Parece, que hay plazas, no en el tren , que hemos pedido a Varanasi, sino en otro. Pero tras dos minutos, nos confirma con pulgar arriba, que iremos, en el que deseábamos

          Son las once y cinco y nos dirigimos al hotel de hace un par de semanas. De camino, compramos güisqui y cerveza en la tienda del alcohol. Debajo de la habitación, tenemos el Domino's Pizza. No hace falta volver a pisar la calle en todo el día. 

          Adiós, a New Japalguri o mejor dicho: "Jail Palguri".

          Lo que demuestra esto es, que en India , mas que a merced de la ley o de la lógica, se está a la de la voluntad de quién te atiende

Kamakhya y su bello templo

           Nuestro tren de regreso a New Japalguri, no salía de Guwahati, sino de Kamakhya, uno de sus suburbios. En este lugar hay un bello templo dedicado a la diosa Sakti y como teníamos hasta las seis de la tarde decidimos acercarnos a verlo.

          Pero antes había, que poner al día la logística, por lo que nos fuimos al cajero de SBI -uno de los bancos indios que no cobra comisión- y nos costó encontrar uno, que funcionara, en una pequeña sala, donde varios niños de entre uno y tres años, pedían de forma descarada y molesta, a todos los que nos acercábamos a la máquina. Aparentemente, no había madres ni padres alrededor o en las cercanías.

          También, nos acercamos a la oficina de reservas de la estación, porque al levantarnos, habíamos visto cuota Takhal para varios convoys a Varanasi para mañana, pero la respuesta fue sencillamente, wait list. Creemos, que no nos los quisieron vender, porque fueron muy poco amables.

          Sobre las doce tomamos un tren y en poco más de cuarto de hora estábamos en Kamakhya. Lo primero al bajar fue ver dos enormes carteles con los caretos de ladrones, que roban móviles en los trenes o material ferroviario. 

          Habíamos leído, que para ir al templo, había que coger un autobús verde, pero no vimos ninguno. Azuzados por el ayudante de otro, nos subimos, pero fue un error, porque nos dejó lejísimos.

          De todas formas y disponiendo de hora y media para subir y otro tanto para bajar, se puede ir andando. Se camina un par de kilómetros por la cómoda calle principal y después se gira a la izquierda -está indicado - y se acometen otros tres y medio de serpenteante ascenso por la carretera. Existe una forma de acortar, subiendo escaleras, pero no la recomendamos, porque están en muy mal estado y es más esforzado.

          Como de costumbre en estos lugares, el templo estaba lleno de gente. Menos mal, que no nos coincidió con los tres días, que está cerrado mientras la diosa tiene su menstruación, ya que aquí se encuentra su útero.

          Está rodeado de un extraordinario y animado mercado. Tiene un gopuram principal de piedra labrada, que parece antiguo y varios tejados abovedados y de colores.

          Las protagonistas principales son las cabras, a las que de la mano, les dan de comer plátanos, que engullen con la propia piel.

          Por lo demás, Kamakhya es una ciudad con aceras y una pequeña zona de mercado, por la que resulta agradable dar un paseo, sin desesperarse.

          El tren partió a la hora señalada, pero llegamos al destino con hora y media de retraso. Había unas cuantas plazas libres, por lo que no entendemos muy bien, como nos había costado tanto obtener los billetes. Dormimos poco y mal y cuando descendimos del vagón a las cinco de la madrugada, estaba amaneciendo.

¿Conocéis los nombres de todas estas 🍅🍆 verduras?