jueves, 25 de julio de 2024
miércoles, 24 de julio de 2024
La dispersa Mascate
Mascate es tan extraordinariamente dispersa -es difícil creer, que alguna vez hubiera siquiera un boceto de plan urbanístico -, que puede visitarse con todas las creatividades posibles, aunque unas fórmulas son más prácticas que otras.
Exponemos aquí, la nuestra:
Se toma el autobús A1, desde el aeropuerto y se baja en la Gran Mezquita del Sultán Qaboos, que solo puede ser visitada por dentro de 8 a 11. Si es fuera de horario o no os apetece, no os deprimáis, porque Mascate es seguro, la ciudad con más mezquitas por kilómetro cuadrado del mundo. Cuesta encontrar un supermercado, un centro comercial, un restaurante o incluso personas por las calles, pero desde cada lugar, por remoto que sea, al menos, veréis un minarete.
La misma linea os llevará a la estación de autobuses locales, Ruwi. Al lado, hay un supermercado Nesto, bien abastecido y barato.
Desde allí , la línea 4 os conduce -pasando por el zoco y en poco más de cuarto de hora -, hasta Old Muscat. Allí nos alojamos.
Es un barrio fantasma, lleno de casas bajas y blancas, complejos oficiales y como monumentos están el Museo Nacional, el palacio Al Alam y los fuertes Al Mirani y Al Jalali. Nada parecido a algo "Old", sino fuera por el estado de algunos edificios.
El siguiente plan puede ser recorrer andando los seis kilómetros de la Corniche, desde el Palacio Real, hasta el Mercado de Pescado. Casi ninguna sombra para un recorrido con muy buenas vistas, tanto del mar, la bahía, los acantilados y las escarpadas y peladas montañas del interior (unos y otras, plagados de esbeltas atalayas).
En la zona del Fish Market -solo abierto por la mañana -, está también el de frutas y verduras, el zoco -parcialmente cubierto, el zoco del oro y la plata y una maraña de calles con casas en distinto estado de conservación.
A tomar por el culo de todos los lugares anteriores se encuentra el único barrio animado de Mascate, llamado Al Qurum. Está habitado por expatriados, principalmente y cuenta con numerosos restaurantes y bares, donde poder comer algo distinto a platos árabes e indios y llevar a cabo un acto tan exótico aquí, como tomar una cerveza. Su atractivo monumental más interesante es la Ópera Real. Para no hacerse más líos, lo mejor es ir en taxi.
Hay otra corniche y otros barrios de menor interés como el de Al Ghubrah, pero hasta allí no fuimos.
martes, 23 de julio de 2024
Mascate práctico (parte II)
GENTES: los omanies son bastante amistosos en el trato con el extranjero, por el que muestran curiosidad. Gracias al GPS, no hemos tenido, que preguntar demasiado, pero casi siempre están dispuestos a colaborar. Otra cosa son los vendedores del zoco y los taxistas, que resultan bastante pesados y algo agresivos.
SEGURIDAD: bien. Tanto la vial, como la ciudadana . Los conductores, salvo excepciones, resultan educados. Es improbable, sufrir robos o asaltos, como en la mayoría de culturas musulmanas. Pero, como vas siempre tan solo por la calle -y más de noche-, la situación de alerta es constante.
COMIDA: los restaurantes se encuentran dispersos y no son baratos. Sí lo son los de comida rápida, aunque aún hay menos. La solución más frecuente pasa por la comida preparada de los supermercados -no los hay en cada esquina- Lulu y Néstor -de tipo indio o árabe- y los Coffe Shop, donde de vende fritanga a precios ridículos (bondas, varaw, samosas, pakora, huevos rebozados...)
BEBIDA: el agua del grifo es potable, pero sabe mal, hasta helada. Los refrescos son caros y en las habitaciones de hotel suelen tener hervidores de agua para café, té o sopas. Sin demasiadas dificultades, encontramos la tienda de cervezas y bebidas alcohólicas, que se encuentra a 10 kilómetros de la estación de autobuses y se llama Deser Trade Company. Todo nuestro gozo en un pozo, porque solo venden a residentes extranjeros con licencia y no a turistas. El indio cabron, que atiende, es muy estricto
WIFI: en Abu dhabi, la mayoría de los wifis públicos -incluida estación de autobuses y centros comerciales- son de largo y tedioso registro, además de comprometer datos sensibles y peligrosos. En Mascate, por el contrario, hay muchos libres, sin más, incluidos los de todos los autobuses públicos.
ENCHUFES: planos y de tres patas. Hay, quien dice, que vale el normal si añades en el agujero de arriba una patilla de las gafas.
Mascate es muy tranquilo y limpio en casi todas sus zonas, no habiendo encontrado ninguna caótica, para nuestra sorpresa.
Para finalizar, decir, que es fundamental elegir un buen alojamiento, porque vais a pasar muchas horas en él. A veces, por un poco más, incluyen desayunos decentes, que te arreglan la mitad del día.
Mascate práctico (parte I)
Quien se ponga partiendo de cero a planificar un viaje, a Mascate -y en cierta medida al resto de Omán -, puede sentir angustia y cierta desesperación. La dispersión de las visitas, el transporte público, las zonas de alojamientos...
Pero, no os preocupéis, porque al final, todo es más fácil de lo que parece.
Vayamos con esta breve guía práctica de Mascate, expuesta en dos entregas.
DINERO: cuando llegas al aeropuerto es lo primero, que necesitas, porque los buses no pueden pagarse con tarjeta de crédito. El cambio en la terminal es tan usurero, que vuestro banco -por leonino, que sea, que los hay y muchos- os dará mejor tasa, sacándolo a débito. Los cajeros funcionan muy bien.
ALOJAMIENTO: conviene llevar el tema estudiado, previamente. Hay tres zonas básicas donde buscar: Old Muscat, Mutrah y el entorno de la estación de Ruwi. Nosotros elegimos la primera, donde contratamos un apartamento por dos noches. Llegado el momento, nos fuimos otras dos a la segunda, porque Old Muscat es muy tranquilo, pero salvo escasos Coffe Shop desabastecidos, carece de los servicios más básicos para el viajero.
TRANSPORTE: si no optáis por coche o taxi, para llegar al alojamiento se debe coger el autobús, que resulta bastante barato. En este caso estáis de suerte, porque las tres zonas están conectadas de forma muy sencilla: del aeropuerto, a Ruwi, el A1 -pasa por la mezquita principal y cuesta 500 paisas- y desde la estación, a Mutrah, primero y Old Muscat después, el 4 (cada veinticinco minutos y 300 paisas)
CALOR: lo hace todo el año -las piscinas de los hoteles abren los 365 días -, pero en julio es insoportable, superando los 49 grados, que junto al 85% de humedad, dan una sensación de 52. Mascate no es Abu Dhabi, donde hay numerosos centros comerciales acondicionados y edificios altos, que dan sombra. La exposición al sol es casi constante, porque por no haber, no hay casi ni palmeras en la larga corniche. A las ocho de la mañana, ya no hay quien aguante en la calle. Por lo que para salidas largas caminando, la mejor franja -la menos mala - sorprendentemente es, a partir de las cuatro y media de la tarde, cuando la calima viene a nublar parcialmente el sol y se levanta algo de viento (comprobado, in person). Mascate -Abu Dhabi, también -, es una ciudad fantasma en las horas centrales del día. Solo transitan indios o ciudadanos de Bangladesh, que van o vienen del trabajo. El tráfico es igualmente reducido y el 90% son taxis.
lunes, 22 de julio de 2024
Día 13
De 52 grados a 15 en un segundo
Y de madrugada, volamos desde Corfú, hasta Atenas y estuvimos seis noches seguidas sin alojamiento: la de la isla, dos en la capital griega y tres en el aeropuerto de Abu Dhabi. En esta ciudad, dos, obligadas, dado que una llegamos tarde y en la otra salíamos muy temprano. Y la del medio,nos fue imposible encontrar una habitación digna, fácil de localizar y barata, por menos de cuarenta euros, cuando en Dubai o Sarjha las hay a cientos.
La entrada en Emiratos, por cierto, resultó bastante abrupta. En el control de pasaportes y como en enero pasado, mucha lentitud y demasiadas pegas. Y una vez traspasado, no pudimos pagar con tarjeta los bonos del autobús al centro, porque los dos datáfonos estaban averiados. Manda narices, que en una islita de Panamá, pudieras pagar con dinero de plástico unas cervezas hace tres lustros y anden con estas en un aeropuerto internacional.
El resultado tuvo tintes de usura y de los diez euros canjeados, entre el mal cambio y la comisión, perdimos 2,50€ (un 25%).
Ya habíamos estado en Emiratos en julio, en 2011, así que los 45 grados y el 90 por ciento de humedad, ya los conocíamos. Es horrible, porque según sales a la calle,el calor te embadurna y la ropa se va calentando hasta parecer arder. Y todo, mientras el sol te hunde contra el tórrido asfalto. Menos mal, que en la ciudad hay muchos centros comerciales y edificios climatizados, que en un segundo te llevan de una sensación térmica de 52 grados, a 15 y viceversa. ¡Me río yo de las montañas rusas!
Bañamos nuestras penas en cerveza de 16 grados y ron cubano -a 2,5 euros la botella de 75 centilitros-, que compramos en la socorrida tienda de alcohol, que encontramos en enero pasado y que está a solo un cuarto de hora andando de la estación central de autobuses.
Comimos también, bastante decentemente, gracias a que en los supermercados Lu lu venden comida preparada muy barata. La mayoría es de origen indio y está mejor que en la nación de origen.
Y nada de visitas turisticas , porque ya habíamos hecho las pertinentes -mezquita principal incluida-, el invierno pasado, con algo menos de calor y calima.