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sábado, 14 de julio de 2012

Agradable reencuentro con Polonia


                                                                                     Cracovia
            Lo reconozco. Ya no recuerdo, como se resuelve una ecuación de primer grado y mucho menos, de segundo, como para tratar de acometer las de tercero, redescubiertas en Polonia, en relación al tratamiento del asunto de las bebidas alcohólicas. La X es, que este país pueda ser, el que dispone de más tiendas de bebidas de este tipo, en el mundo. Incluso, en el Carrefour de Cracovia, hay cuatro pasillos contiguos, dedicados a este género y frecuentemente, repuestos. La Y, que sea la friolera nación –incluso en verano-, donde las temperaturas no te impulsan a tomar cosas frescas, que dispone de más neveras de cerveza, por metro cuadrado. Hasta ocho, llegamos a contar en un pequeño supermercado, con más de veinte marcas distintas, entre importadas y nacionales. Y la Z, el extraordinario celo, que muestra la policía, para poder beber –aunque, sea discretamente-, en la calle.

            ¿Tiene sentido, vender tanta cerveza helada, para tener que consumirla en mi casa, donde ya tengo frigorífico?
                            Rzeszow
            De todas formas, el tocahuevismo policial polaco, se extiende a todos los campos y acontecimientos de la vida cotidiana, como siempre en el pasado, ya constatamos. Esta vez y en el famoso castillo de Cracovia, nos trataron de poner colorados y algo más, simplemente, por pisar una hierba desgastada, para sacar una rutinaria foto.

            El reencuentro con Cracovia fue maravilloso. No sólo la zona monumental sigue excepcionalmente cuidada, sino que han acondicionado el desolador entorno, que la circundaba, hace catorce años, fecha de nuestra última visita. Eso sí, hay menos turismo del esperado. Para ellos será algo negativo, pero para el viajero, resulta muy reconfortante

            Exponemos una situación preocupante y otra, curiosa e hilarante. La primera consiste, en que apenas en un centenar de metros y en el casco viejo de la ciudad, te pueden pagar el euro, desde 3.60 zlotys, a 4.25. La segunda consiste en la facilidad, que tienen los polacos para pensar, que todo el mundo mundial habla su idioma y largarte interminables peroratas, cuando preguntas algo, te cruzas en plena calle con alguien o te mendigan unas monedas y se ofenden sino les entiendes (esto también ocurre en Ucrania).                                                                          
                                                                                    Przemysl
            Camino de esta ex–república soviética, visitamos Rzeszow y Przemysl. Ambas, de vibrantes mercadillos y riqueza monumental suficiente, pero la segunda, con bastante más encanto. Además, en ella sufrimos y disfrutamos la semifinal de la Euro, contra Portugal, en una arcaica televisión en blanco y negro, en la habitación de nuestro acogedor hotel. Somos gente de contrastes: apenas, ha pasado sólo una semana, que visionábamos el partido contra Croacia, en una pantalla plana de 28 metros, en alta definición.

            Ucrania nos espera. ¡Y la final de la Euro, en Kiev, también!.