Kyela
Viajamos por Tanzania, sin guia,
mapa o plano. Nada de ello hemos podido conseguir a lo largo de los 9 paises,
que llevamos recorridos en Africa. Previsiblemente, igual ocurrira en Kenia.
Aunque al menos, en Dar es Salaam, internet se muestra opertativo, siempre y
cuando no este cortada la luz, que es muy frecuentemente.
Con tanta imprevision, nos embarcamos en
un viaje, que nunca debimos hacer de un tiron, entre Kiela y Dar es Salaam,
distantes entre si, 1000 kilometros. Para colmo, nos enganaron. Cierto es, que
el bus salio a las cinco y media de la manana, pero no llegaba a las seis de la
tarde, como no dijeron, sino a las diez y media.
El detalle era importante, porque ademas
de tener que aguantar cuatro horas y media mas, de las doce y media previstas,
nos supuso llegar por primera vez de noche, a una gran ciudad africana, sin
siquiera saber donde ir.
Aunque el autobus no era muy incomodo, el
viaje resulto una tortura, solo aliviada, por la contemplacion esporadica de
elefantes, cebras o jirafas, junto a la carretera. Lo demas, paisaje aburrido,
nucleos poblacionales dispersos, asidos a su pozo de agua y miles y miles de
tumulos -elevaciones de la carretera-, que el conductor salta a toda velocidad,
con los consiguientes botes y caidas.
Una sola parada para orinar, en 17 horas
de viaje, en la que aprovechamos para comprar pollo con patatas fritas. Menos
mal, que como el vehiculo va bien cerradito -como siempre-, se suda y se suda
(los blanco, claro).
Nuestra suerte podria haber sido peor, si
nos hubieros visto involucrados, en un accidente entre un camion y un autobus,
que han salido muy malparados y que provoca un enorme atasco en ambas
direcciones, que aun demora mas nuestra llegada.
Finalmente y sin creerlo, desembarcamos
del bus ante el peor de los ecenarios posibles: no hay estacion. Nos hallamos
en un enorme garaje sin techo, apenas iluminado y con decenas de inquietos
taxistas y buscavidas, pensando en nuestro dinero. Nos movemos con firmeza,
aunque con cierto temor, tratando de esquivar en la inmensidad de la noche, las
numerosas zanjas y fosos, tan habituales en este continente.
Las unicas luces que nos guian, son las de
un enorme edificio, que parece y es un hotel, de 120 dolares la noche y con
recepcionista poco amable. Afortunadamente, mas simpatico resulta el vigilante
del aparcamiento. Nos gestiona transporte -que aun nos atrevemos y conseguimos
regatear-, con un coche del propio establecimiento. Por 4000 shillings, el
conductor nos va llevando de un hotel a otro y preguntando la tarifa de la
habitacion, hasta que despues de cuatro intentos fallidos, estamos conformes
con el precio, de 25000 shillings (12 euros), que nos ofrecen.
Al lado del alojamiento -que dispone
incluso de aire acondicionado, muy necesario aqui-, hay una zona de bares y
pubs, donde tomamos cerveza tras cerveza, hasta las dos de la madrugada.
La unica duda que ya tenemos, es si
nuestro angel de la guarda africano, sera blanco o negro.