La cola para entrar a Tailandia resultó muy larga, pero el personal de inmigración dió muestras de su eficiencia y apenas tardamos un cuarto de hora en entrar al país, como siempre, con una sincera sonrisa. No nos pidieron ni billete de vuelta, ni de salida a otro país.
Siempre, que llegamos a Tailandia, lo tradicional es ir a comer una sopa al Seven Eleven y está vez, no iba a ser distinto, a pesar de que hacia cinco años -con la pandemia de por medio -, que no veníamos al país. Cuando esto escribo, llevamos cinco días en Tailandia y todos ha llovido, por lo que se demuestra, como siempre hemos dicho, que no solo cae agua durante el monzón, sino todo el año.
Desde que visitamos por primera vez está querida nación, hace quince años, pocas cosas han cambiado en su idiosincrasia, a pesar de los frecuentes golpes de estado. No se, si es por esto, por lo que amamos tanto este lugar, a pesar de su conservadurismo eterno.
En cuanto al fluir cotidiano, sin embargo, siempre encuentras algo nuevo o algo menos. Un mercado decadente, que ha desaparecido, por encontrarse demasiado cerca de la residencia real. Otros, se han levantado de la nada y prometen. Aunque, Chatuchak sigue jugando con fuerza y poderío.
Varios edificios en Khao San han caído, entre ellos, donde se ubicaba un Seven Eleven y un par de hoteles, donde nos alojábamos en el pasado. No sabemos, si se han caído de viejos o han sido derribados por la especulación de nuevas construcciones. Lo veremos en el próximo viaje. También han clausurado la oficina física de Air Asia y el clásico y mítico ciber, colindante a Khao San, donde tantas tardes hemos pasado en viajes anteriores. De abrir las 24 horas, a no prestar servicio a ninguna. Pero como digo,, en Tailandia solo cambia, lo que permite es día a día y no las esencias.
El móvil y el wifi mataron a negocios, que hace una década, parecían pujantes e indestructibles. Pero eso y casi en la misma medida, también ocurre en el primer mundo.
Los tres primeros días en Tailandia los pasamos en Bangkok, recorriendo, comiendo y bebiendo las mismas cosas de siempre. Poco ambiente en Khao San notándose, que estamos en temporada baja.
Después, nos fuimos a Hua Hin. En las guías, lo venden como una localidad de playa y de perfil familiar. Pero la realidad es, que se trata de una Pattaya VIP. Ya os daremos más detalles, próximamente.
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