Pero lo que no nos quitamos de encima, no o no, es el maldito y agresivo constipado que llevamos encima. Yo apenas, lo tengo hace tres días. Mi pareja, cumple hoy la jornada veinticuatro ya conseguido un récord histórico, al enlazar dos viajes largos, con parada en España, con el mismo trancazo.
A pesar de llevar 35 años viajando y con nuestra extensa experiencia, seguimos cometiendo errores garrafales, sobre todo, al inicio de los viajes largos. Hoy ha ocurrido uno de ellos, pero como solemos tener tanta suerte, la posible adversidad, se convirtió en ventaja. No obstante, el día resultó un tanto complicado, para tener como único premio una puesta de sol maravillosa.
Tomamos el bus para Agadir sin novedad. El día anterior, habíamos ido a la estación de Essaouira, a preguntar los horarios, pero en una maniobra de principiante, no preguntamos la terminal de llegada ( en el tercer mundo cada ciudad suele tener varias).
NUESTRA INTENCIÓN INICIAL. Llegar a la terminal de Agadir, donde recalamos en 2010, en nuestra anterior visita y buscar un alojamiento en el centro, sabiendo, que estos tiran a caros y que los más económicos son difíciles de encontrar por ser apartamentos privados sin demasiada señalización. Al día siguiente, cogeríamos el autobús 98, que nos dejaría, en Inezgane. Y de ahí, tomaríamos otro para el aeropuerto.
LA REALIDAD. El autobús, se dirigió, directamente, a Inezgane, por lo que el desconcierto inicial fue morrocotudo. Tras conseguir aplacar el pánico y recorrer las inmediaciones de esta terminal, descubrimos, que este lugar es mucho más adecuado para alojarse, que la propia Agadir, teniendo este destino a 20 minutos de autobús y 3,50 dirham de precio.
Además y en un espacio muy concentrado coexisten al menos diez hoteles económicos, veinte restaurantes de fresco pescado y marisco desde 20 dirham, la ración y un supermercado Marjane. A si mismo, desde aquí llegamos al aeropuerto sin trasbordo.
LA INCERTIDUMBRE. Como no habíamos preparado el plan y no tenemos datos móviles con tarjeta local, se nos planteo una tarde algo incierta. Hasta la playa de Agadir, hay unas dos horas caminando y se hacen largas. El arenal, como el resto de la ciudad, ya lo conocíamos desde 2010, pero nunca habíamos visto su memorable puesta de sol.
Pero, los problemas retornaron a la vuelta, al tratar de regresar en el autobús. Varios conductores se negaron a detenerse en nuestra parada. Desesperados y de muy mala gana, maldiciendo nuestra mala suerte, iniciamos el retorno, caminando. Tres paradas después y cuando ya no lo esperábamos conseguimos acceder a un vehículo.
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