Desde, que tras la pandemia, se normalizará la situación de los viajes internacionales, para los trotamundos, que pretendemos alcanzar destinos lejanos existe un verdadero problema. Lo explico, a modo de ejemplo, para hacerlo más sencillo. Un trayecto entre una ciudad europea y Singapur - operado por aerolíneas asiáticas de bajo coste- e investigando bien, lo puedes encontrar por unos 150 euros, para 10.000 kilómetros. Un vuelo, Madrid - Roma, dependiendo de épocas -fundamentalmente, en verano, o Navidades -, se te puede poner en casi el doble, para una distancia, que no es ni la quinta parte.
Si quieres volar desde una ciudad importante de la península -especialmente, Madrid -, a tu escala europea, para irte lejos, la única alternativa es- y no lo digáis por ahí -, utilizar los aeropuertos periféricos patrios, que ofrecen tarifas mucho más baratas -hasta diez veces menos -, que los grandes. Nosotros, como vivimos en Valladolid, nos quedan a relativo tiro de piedra: Santander, Asturias y Bilbao.
De hecho, para nuestros tres últimos periplos más complejos, hemos utilizado el aeropuerto cántabro cuatro veces, el de Asturias una y solo , el de Barajas, en un trayecto.
El problema -alto menos trascendente, la verdad- del aeropuerto Seve Ballesteros es, que cierra desde las 23:30 a las 5:00 y si tienes un vuelo tempranero, debes hacer noche en sus bancos exteriores y en esta época otoñal y a pesar de llevar mallas y doble camiseta, hemos pasado algo de frío.
La ventaja fundamental de este aeródromo es, que los controles de seguridad, son poco exigentes. ¿Se puede meter al avión un bote de líquido de las lentillas? Mi pareja llevó uno de medio litro, dado que un miembro de seguridad de Barajas nos dijo hace tiempo, que se permiten llevar hasta 1.000 mililitros. Lo sacamos de la mochila y lo pusimos en la bandeja. El encargado de la inspección de los equipajes nos dijo, que el envase debía pasar una prueba de contenido, pero finalmente, nos lo dejo introducir,vsin más.
El vuelo, a Viena, resultó tranquilo, con Ryanair. Disponíamos de casi día y medio, para visitar la ciudad austriaca, antes de tomar un avión de Wizzair, a Kuwait. Pero no nos hizo demasiada ilusión, dado, que habíamos estado en este lugar hace cuatro años.
La primera vez, que visitamos está urbe, en 1.991, nos pareció carísima. Hoy en día y aún siendo el salario medio austríaco dos veces y media mayor al español, hay muchos precios similares o incluso inferiores en los supermercados Spar y Billa. Así, que la inflación, como nos quieren vender, no es cosa de todas las naciones por igual.
Por lo demás, los austríacos son muy suyos y no voy a profundizar, porque con los tiempos, que corren, meterse en líos banales, no conlleva ningún beneficio.
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