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lunes, 15 de enero de 2024

Espectacular Sapa

           Y llegamos a Sapa -1600 metros de altitud, con 7 grados de temperatura, cuando hacía apenas cuatro días estábamos a 35-, a las 3:51 de la madrugada. Nos tumbamos en unos desvencijados sillones de la estación y pasamos algo de frío, aunque nos dormimos. Nadie nos molestó.

          A las 8:30 en marcha y al primer intento conseguimos un barato, céntrico y magnífico hotel. Perdimos el aire acondicionado, que hemos tenido en los anteriores, pero en realidad lo que nos hubiera gustado es ganar una buena estufa.

          Sapa es un lugar magnífico y eso, que todavía no hemos visitado sus prometedores alrededores. En materia gastronómica, no tiene mucho, que ver, con las penurias alimenticias, que hemos pasado en este país - en el sur se come mucho mejor-, incluyendo Hanoi. Aquí, son típicos los cerditos asados - por todas partes -, las castañas y unos dulces rellenos muy ricos. Pero también hay más de diez clases de Pho, salchichas, pinchos, pescados...

          Está localidad se parece más a Tailandia, que a Vietnam del Norte. La incesante actividad diaria de Sapa está salpicada por las vendedoras de las aldeas cercanas, que dan cabida a tribus minoritarias, que venden aqui sus productos de artesanía,con niñas de corta edad que a su vez comercializan llaveros y que cargan a sus espaldas con sus hermanos bebé.Las consideraciones éticas y humanas  sobre esto las haremos en otra entrada.

          Sapa tiene dos estupendas plazas peatonales -una de ellas, con una iglesia, a la que llaman la "Notre Dame" de Sapa, lo que es mucho decir-, un lago con puente incluido y tres mercados. El diurno, junto a la estación de autobuses y en el centro; otro de artesanía étnica y el nocturno, que combina alimentos con ropajes. Y todo eso, en un pueblo, que tan solo tiene 9000 habitantes, plagado de hoteles. Y es, que si Tailandia es el país con más puestos de comida callejeros del mundo, Vietnam y por lo que hemos visto, debe ser el de más número de camas por turista.

          La historia del centro comercial, que se encuentra cerrado, aunque nuevo, en el edificio del funicular, ya os la contaremos más adelante, porque la desconocemos, aunque algo raro hay.

          Terminamos el día con mal cuerpo, cuando vimos a un lugareño, sacando enormes peces vivos de una pecera, que colocaba en el suelo y les daba con un objeto contundente para partirles la cabeza. Dos más de estas y me hago vegetariano.

          Tras muchos sufrimientos, hoy ha sido el mejor día del viaje. Porque además, hemos encontrado el supermercado más barato del viaje, desde que salimos de casa.

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