Nunca fuimos buenos pitonisos o certeros quinielistas en nuestras vidas, pero desde luego, en Vietnam, menos.
De cinco predicciones, cuatro fallos.
1. CAMBIAR DINERO EN BAY CHAI.
Previsión: difícil, dado que ayer, no habíamos visto ninguna casa de cambio y no son muchos los bancos, que canjean moneda. Resultado: muy fácil. En la primera entidad, que entramos, nos ofrecen la mejor tasa del viaje (26.000, por cada euro).
2. COMPRA DE LA EXCURSIÓN DE MAÑANA A LA BAHÍA DE HALONG.
Previsión: muy fácil. Existe una única ventanilla en el puerto, donde todo se gestiona con facilidad. Hay dos tipos de excursiones, que se diferencian en su duración y por los lugares a visitar. El precio del tour es moderado pero se ve incrementado por la entrada a una bahía, que ellos han decidido llamar parque nacional. Resultado: muy fácil. ¡Bien!
3. COMPRA DE BILLETES DE AUTOBÚS NOCTURNO PARA SAPA.
Previsión: fácil. Resultado: dificultad moderada. No hubo nervios, pero estuvimos más de quince minutos para que nos entregaran los boletos.
4. COMIDA.
Previsión: muy difícil. Sin supermercados -solo tiendas pequeñas - y con unos pocos incomestibles calduverios callejeros, el mundo nos encaminaba a la jornada de ayer, donde nos conformamos con ricos helados y galletas. Resultado: fácil. En la terminal de autobuses nos encontramos a una vendedora de bocadillos de dudoso relleno, que accedió a vendernos solo los bollos de pan, que rellenamos de baratas y grandes latas de bonito.
5. HOTEL.
El fallo y problema más clamoroso del día. Predicción: fácil. Al fin y al cabo, nos quedariamos en el mismo sitio, que ayer. Resultado: muy desagradable, como suelen ser las sorpresas aquí. El día anterior habíamos rentado una buena habitación muy barata. Nos sorprendió, que sobre la mesa, hubiera un compendio de artículos adicionales, como cuatro botellas de agua, un tubo grande de pasta de dientes, cepillos nuevos .. Solo bebimos un par de botellas, pero el resto de las cosas, las guardamos en la mochila. Cuando volvimos de comprar la excursión e íbamos a pagar la noche siguiente, el agresivo recepcionista nos reclamó 20.000 dongs por el uso de estos productos. ¿Y, como sabía él que los habíamos utilizado? ¿Habría allanado nuestra habitación? Hubo una discusión muy desagradable -como todas aquí -, le devolvimos los productos, pero no le pagamos ni un dong más. Puso cara de gilipollas, como ocurre siempre aquí, cuando algo no les cuadra o cuando van en la moto.
Bueno. Mañana debería ser uno de los días más fáciles del viaje, con el crucero de la bahía y el viaje nocturno a Sapa, ya contratados y pagados, pero seguro que algo nos sorprenderá.
La tarde la entretuvimos escuchando el gran discurso de investidura de Pedro Sánchez.
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