Al fin llegó el lunes. Después de dormir más de nueve horas salimos a las destartaladas calles -cada viaje, lo están mas-, en las grandes ciudades de India.
Habíamos trazado un plan para el día bastante milimetrado, pero cuando India se lo propone, siempre se sale con la suya.
El primer objetivo era ir al banco, a cambiar los malditos billetes de dos mil rupias. Probamos en dos y la respuesta es la misma: solo se pueden canjear en el State Bank of India, que se haya en Central Secretariat.
Nos dirigimos al metro y siguen los problemas: la máquina no acepta la puñetera tarjeta y nos cuesta encontrar las ventanillas, porque las han cambiado de sitio. En total, una hora desde el hotel hasta la línea amarilla, por la que debemos recorrer tres estaciones.
Tras preguntar a varias personas y caminar entre monos hambrientos, llegamos al sitio indicado. Un policía nos dice que hoy está cerrado. ¿Un lunes?. Otro nos indica, que hay una sucursal cerca del parlamento. Pero allí, solo hay obras y más obras y el montaje de un escenario para el Día de la República. ¿Pero no es el 15 de agosto?. No puede ser festivo, porque todo está abierto. Al pasar por el banco, de vuelta, el primer policía nos llama y nos dice que pasemos. Efectivamente, nos lo certifica un empleado: está cerrado, sin más explicaciones.
Se nos han fastidiado todos los planes de la jornada y no hemos cambiado los billetes. Lo dejamos para mañana. No tenemos más días, porque por la noche tomaremos un tren para New Jalpaiguri. Cuando ya casi nos hemos olvidado aparece una sucursal del PNB, donde mi pareja ha oído, que también los cambian. No es así, pero al menos nos dan la dirección exacta, que no es la que teníamos, sino donde nos mandó el segundo policía. Es la siguiente: Reserve Bank of India. Parlamient street.
Continuará.....
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