La anécdota negativa de nuestra primera mañana en Sikkim -la única, hasta el momento -, la protagonizó el cambio de hotel. Habíamos dejado el antiguo y reservado uno nuevo en la misma calle -Tibet Road, paraíso de los guiris, aunque hoy solo hemos visto a dos chicas- y resultó, que el dueño era el mismo, del de ayer y nos lo tiró a la cara, como si de un nuevo rico se tratara, intentando mostrar superioridad.
Pero, en realidad, lo que le había molestado era otra cosa: que no cenáramos la noche pasada en su establecimiento, ni desayunáramos está mañana. Las habitaciones en esta ciudad son baratas -aunque te mueres de frío-, por dos razones: es temporada baja y casi todos los hoteles disponen de restaurante y esperan, que hagas las comidas en ellos, cosa que nosotros no hacemos nunca.
Algunos, incluso y con muy escasa capacidad comercial y empatica, directamente, prohíben introducir alimentos, sabiendo de antemano, que es algo, que no pueden controlar.
Pero, hablemos de Sikkim, primero y después, de Gangtok.
¿Por qué decimos que Sikkim no es India? La cuestión daría para escribir diez entradas, pero vamos a unos cuantos titulares: la gente es amable, no te van avasallando -ni siquiera en los bazares o mercados -, se preocupan por complacerte y porque te lleves una buena impresión de donde viven, existen calles peatonales y negocios muy bien montados, no circulan autoricksaw y las motos son muy escasas, no hay basura alguna o vacas por la calle, visten mejor, han renunciado al plástico en cuanto a las bolsas, han producido las primeras naranjas ecológicas de India...
Y, ¿Qué hemos hecho hoy, en Gangtok? Pasear, por su extraordinaria calle peatonal, llena de negocios bien montados; visitar el bazar, que discurre a través de una escalera; recorrer con calma un centro comercial tradicional de cinco plantas, donde se vende desde fruta y verdura, hasta muebles, pasando por lo que quieras y subir a un promontorio, donde se encuentran un templo y un palacio, no pudiendo ser visitados por dentro. Junto a la calle peatonal, emerge el bellísimo Thakurbari Temple, de filiación hindú.
¿Lo que si nos hubiera gustado hacer y no hemos podido? : ver las vistas sobre las montañas, pero de momento, la niebla -y ahora, la intensa lluvia -, no nos abandonan.
Gangtok tiene muchos atractivos en sus alrededores, pero son inasumibles andando, por lo que planeamos un tour organizado para el martes (10 € por persona)
Para la felicidad del viajero, en Gangtok se come de miedo, a base de las cocinas tibetanas, nepalís e India. Momos, chow mein, masala dosa, samosas, potato chili, tukpas...y se bebe cerveza o licores a unos precios muy razonables, fundamentalmente, comprados en las numerosísimas tiendas espirituosas.
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