Darjeeling Siliguri están separadas por apenas 75 kilómetros, pero mientras en la primera, hoy, el rango de temperatura era 13-0, en la segunda 27-14. ¡Vamos: del abrigo, a la manga corta!. Una está a 2.050 metros de altitud, mientras que la otra, a 122. Se puede decir, que al regresar esta mediodía, a Siliguri, hemos vuelto al verano por enésima vez, pero ahora, para quedarnos en él, hasta el final dé este decimo periplo largo. ¡Adiós a uno de mis dos polares, que flamantemente, vestirá un indio!
Pero, la última noche en Darjeling no fue muy calurosa para nosotros, a pesar de las tres mantas. Frío no pasamos, pero tampoco entramos en calor completamente y a ratos, debimos taparnos la cabeza. Vamos, que salir de esa madriguera a la mañana siguiente era toda una perezosa epopeya.
Pero, había que hacerlo y el reinante sol de estos tres días nos ayudó. Quedaba la última visita: la Pagoda de la Paz, sita a unos 3 kilómetros. Enfilamos hacia arriba por la estrecha calle Ghandi, pero a medio camino nos dimos la vuelta, por lo peligroso de los agresivos todoterrenos y más, llevando los bultos a cuestas, ¡Será por estupas! Así, que tomamos la misma arteria hacia abajo, en dirección a la plaza Chowrasta y el bazar. Vistas espectaculares de los alrededores, que disfrutamos a medias, por ir más pendientes del tráfico.
Tomamos a las 11:30 el bus de vuelta a Siliguri. Salvo en las faldas del Himalaya, los paisajes son bastante aburridos, en India, cuando viajas, salvo que te pirren los campos de arroz. El único entrenamiento suele ser ir contemplando los deteriorados pueblos, con sus cacharros y sus negocios de cuatro cosas, en los que siempre cuelgan las omnipresentes tiras de bolsas pequeñas de snacks. ¿Alguien será capaz de calcular, cuantas se ofertan en todo el pais? Tal vez, miles de millones.
Otra cosa son los intensos olores, que entran por las ventanillas del autobús o del tren, que se repiten, aunque no siempre en el mismo orden. El que más odio es, el omnipresente a chapati quemado. Tal vez, porque se repetía cada día en una casi hermética habitación en Calcuta hace diez años, cuando atravesábamos momentos bajos. Me da ligeras arcadas. El segundo, el de los meados reconcentrado.
A la basura y a las vacas y sus mierdas, ya casi no nos huele desde mediados del primer viaje a India. Otros son, a humo, a humanidad, a animales varios, a incienso, a ambientador, a fritanga diversas, a fango, a polvo , a cables quemados, a bencina...La cosa empeora sobre manera, cuando se entremezclan varios de ellos, lo que suele ocurrir muy frecuentemente.
La novedad del viaje de hoy de vuelta, a Siliguri, ha sido precisamente, que no ha habido noticias, por primera vez en este periplo. Tan solo, un enfrentamiento entre nuestro conductor y un motorista, que casi llegan a las manos. ¡Poca cosa! Hemos tardado tres horas y cinco minutos, casi una hora menos, que a la ida.
Si el tren no nos falla, mañana a media noche partimos para Guwahati, en Assam. Queremos visitar también y por criterios logísticos, Meghalaya, Tripura, Manipur y Mizoran. Hemos descartado Arunachal Pradesh y Nagaland.
No hay comentarios:
Publicar un comentario