¿Podemos decir, que ha sido un fracaso nuestro objetivo de visitar cinco de los siete países del nordeste de India?. Perfectamente. No nos da miedo esa palabra, que hasta ahora tampoco ha aparecido en nuestras vidas.
¿Volveremos a intentarlo algún día? Con casi total seguridad, no.
¿Nos arrepentimos ahora o en el futuro, de haber dado marcha atrás en este proyecto?. Absolutamente, no, porque cuando algo presenta tantos inconvenientes y tan escasas ventajas, es muy difícil haberse equivocado al tomar una decisión.
Vamos a analizar, punto por punto, por qué este periplo no sale a cuenta, ni para nosotros, ni para nadie, que no esté dispuesto a gastarse una pasta y llevarlo a cabo en coche alquilado por libre o con chófer.
EL TRANSPORTE. Llegar a Guwahati o Tezpur, en Assam, desde Siliguri, resulta muy sencillo y no caro. En el primer caso, en tren confortable y en el segundo en autobús de batalla. A partir de ahí, se acaban las facilidades y los precios económicos.
Los buses entre los diferentes puntos del estado son escasos, muy mañaneros y un 50% más caros, que en West Bengala (aunque son más cómodos).
Para ir a Shillong, en Meghalaya, no descubrimos transporte público alguno, sino caros e incómodos todoterrenos privados. En este estado, cada vez, que quieres ir de un sitio a otro, debes volver siempre a la capital, lo que resulta lento y cansado. No logramos encontrar, ni presencial, ni por internet, ningun bus público, que conectará con nuestro siguiente destino: Agartala, en Tripura, ni tampoco esta ciudad con las capitales de Mizoran y Manipur.
Llegados a Guwahati y para moverse por el nordeste, todo debe ser por carretera, con frecuencia escasa -o nula- y de día nuestro circuito por la zona era de unos 2500 kilómetros y el mejor de los casos -haberlo podido hacer entero-, habría resultado la tortura de nuestra vida y más teniendo en cuenta, que las zonas a visitar son de interes muy limitado (nada de lo imprescindible de India se encuentra en esta zona).
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