La característica más peculiar de este décimo viaje largo está siendo y no es un elemento baladí, la constante transición del invierno al verano y viceversa, que parece, que al fin, termina con nuestro viaje, a Calcuta, de mañana, dado que después, los estados protagonistas serán Gujarat y Maharastra, antes de abandonar el país, donde las temperaturas resultan bastante altas todo el año.
Y esa transición frío -calor nos está afectando de dos maneras. De un lado, psicológicamente, porque cuesta adaptarte a estar a 30° y al día siguiente, a 0°. Ayer estabas casi en bolas en la habitación y hoy, a 75 kilómetros de distancia, te hallas tapado con tres mantas. Por otro lado, nos ha condicionado desde el principio, a la ropa, que debíamos mantener en cada momento. Cuesta llevar guardados dos polares en el equipaje, cuando paseas en manga corta y chorreando sudor.
En este sentido, una anécdota, en Siliguri y antes de irnos a los estados del este, pensando, que ya no volveríamos al invierno -la realidad fue diferente, cuando arribamos a Kalimpong-, abandoné mi segundo forro polar. Estaba sucio, pero lavándolo, aún tenía un tiempo de uso. Cuando volvimos a la ciudad, después de ocho días, estaba en la misma verja, donde lo habíamos dejado y naturalmente, más lleno de mierda y de cagadas de pájaro.
A efectos prácticos y además de los bruscos cambios climatológicos, lo que más afecta es el lavado y cambio de ropa. Nuestros nueve primeros viajes largos -y los de duración media, también -, siempre transcurrieron por el verano, oscilando en este sentido, entre temperaturas medias y muy elevadas. Y siempre habíamos puesto en marcha la misma mecánica: lavado de las prendas y cambio de las mismas a diario.
En está ocasión, se ha formado un auténtico batiburrillo, porque cuando hemos transitado por las zonas frías, la ropa no se secaba ni tras cuatro días y a veces, hemos llegado a las zonas calidas sin nada seco y sin podernos cambiar. El paso súbito de las chanclas a los calcetines gruesos, tampoco agrada a los pies.
Y después, el come-come de todo el día, sobre si me ducho o no me ducho. Porque es difícil elegir, que situación es más óptima: ¿Pasar por el agua caliente, con la habitación a 7°, o pasar por el agua fría, con la alcoba a 20?.
A efectos visuales, nos ha impresionado bastante ver Delhi en invierno, porque siempre habíamos estado en verano (el resto de lugares visitados hasta la fecha, no los conocíamos de antes: gente con sus plumas gruesos, los vendedores con sus gorros y bufandas, las numerosas, humeantes y malolientes hogueras para calentarse, como si fuera una ciudad en llamas.
Pero algo, nos sobrecogió aun más en la capital de India y fue al leer un mensaje en el cristal de un autoricksaw,que decía en en inglés: "este conductor no abusa de las mujeres". Un escalofrío nos recorrió el cuerpo. Aunque no tenía mucha relación, recordamos otra inscripción en la mezquita de Abu Dani, que indicaba " que está prohibido besarse". Acaso , ¿alguien pensó alguna vez, ir a darse piquitos a un templo musulmán?
No hay comentarios:
Publicar un comentario