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sábado, 24 de febrero de 2024

El Foreigns Tourist Centre, de Calcuta

           La primera tarde en la habitación de Calcuta nos pareció, que tres noches en este alojamiento se nos iban a hacer demasiado largas: el tronar de la cercana mezquita y las campanillas del templo hindú, los constantes y agresivos claxons, los vendedores gritando su mercancia a viva voz o con megáfono, la música machacona a tope de un local cercano, las peleas de perros callejeros... Pero, como si de un milagro se tratara, paulatinamente, todo se fue apagando y a la una de la madrugada reinaba el más sepulcral silencio, así, que dormimos de un tirón.

          Nos levantamos con cierto bajón, mascullando, que debemos de reintentar la compra de los billetes, a Nahsik, en la nueva oficina, que nos habían mal explicado ayer. Caminamos por el mismo bazar que la mañana anterior, hasta que debemos desviarnos largo rato. En total, una hora andando, para certificar, como habíamos visto en internet y en el mapa físico, que el Foreigns Tourist Centre se encuentra en mitad de la nada. Ni junto a una estación, ni en el centro. Y, lo de extranjeros, es un decir, porque solo éramos cuatro. Además de nosotros, un francés poco amable y una coreana. Todos los demás y eran un montón, indios. Y, ¿a que vienen aquí, si ellos pueden sacar los billetes en la estación? ¡Para que seguir preguntando!

          Nos dieron una nueva hoja de reserva y el número 26, cuando se llegaban por el catorce. Estuvimos a punto de tirar la toalla, largarnos y tratar de gestionar de cualquier forma la salida de Calcuta, en autobús, el lunes.

          Pero, aguantamos y no poco tiempo: una hora y tres cuartos y eso, que cuatro o cinco de los números precedentes, ya no estaban. Una sola persona atendiendo -eso, sí amable, aunque lenta- y algunos clientes, que tardaban más de media hora en obtener sus boletos. ¡Muy desesperante!.

          Llegó nuestro turno y afortunadamente, y no como otras veces, obtuvimos los preciados billetes, a Nahsik, para las 19:40 del día 26, en literas de sleepers (29 horas) y 1800 kilómetros, por unos 11 euros. Se nos explicó, que ese tren en ventanilla, ya estaba completo, pero que en algunos convoyes se guarda un pequeño cupo para extranjeros (ya nos ocurrió lo mismo en 2014, pero entonces, las gestiones las llevamos a cabo en la propia estación de Howra).

          Habíamos perdido la mañana entera, pero al menos, el objetivo estaba conseguido y pasaremos las próximas semanas en Maharastra y Gujarat. De este último estado solo conocemos Vadodara y Ahmedabad, quedándonos atractivos muy interesantes, a pesar del asfixiante calor, que nos espera.

          Dedicamos parte de la tarde a caminar por los maidanes. La mayoría de ellos están llenos de basura y orines rancios, cosa que no ocurría en 2011, en nuestra primera visita a la ciudad. Se demuestra -como ocurre en Delhi -, que en India todo es susceptible de empeorar, aunque  pase mucho tiempo.

          También nos acercamos al Monumento a la reina Victoria, que ya visitamos antaño. Como en India te cobran por absolutamente todo tres precios, de menor, a mayor: los jardines, las galerías exteriores y el interior del edificio (entre 30 y 500 rupias).

       Más tarde y en la catedral, reafirmamos la realidad: debes pagar hasta para verla por fuera ¡y no se escapa nadie! ¡Que les den!.

          En Calcuta, en esta época, hace bastante calor por el día -unos 30°-, pero al menos, no necesitamos el ventilador para pasar la tarde o conciliar el sueño.

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