En India te están molestando a todas horas y por cualquier causa, pero si algo respetan es el sueño ajeno. Nunca en cinco viajes, nos han levantado de un suelo de este país y en Nashik ocurrió lo mismo.
Corrían ya las ocho y éramos los únicos tirados en el piso de la estación, dado que todos los mendigos -menos el del conflicto de anoche - se habían ido, por lo que decidimos ponernos en funcionamiento.
Organizar la logística, en Nashik, no es sencillo, pero nosotros tuvimos esa suerte, que siempre esperamos dé sus frutos con la insistencia. Para empezar, junto a las estaciones de tren y autobuses locales, no hay demasiados hoteles y en muchos de ellos, no te cogen. En los que sí, tiran a caros, aunque sin dar demasiadas vueltas, y encontramos uno de 800, como en Calcuta, aunque por primera vez en el viaje, perdimos el baño en la habitación. De wifi, ni hablar, ni siquiera en los de precio medio. Quiso el azar también, que encontráramos un buen lugar para comer y otro para comprar snaks, galletas, agua y refrescos, sin ni siquiera cruzar la calle. El destino fue aún más generoso con nosotros, dado que la única tienda de alcohol, que hemos visto en varias manzanas, está justo en frente y es más barata, que las de West Bengala.
Nuestra habitación tenía ligeros problemas con la cerradura y al principio no le dimos importancia y más, con lo cansados, que estábamos. Hubo una primera invasión del propietario en ella, para invitarnos a un té y también lo consideramos normal. Pero todas las alarmas saltaron por los aires, cuando llevando tres horas durmiendo, volvió va irrumpir con dos vasos de no se que, sin llamar a la puerta. Le metimos tal bronca, que no hizo falta ni pedir el cambio de alcoba, dado que además de mil disculpas, nos la ofreció él, a una menos luminosa, pero más segura. No le atribuimos maldad, si no que creemos, se pudo pasar de amable. La amabilidad India puede llegar a ser muy peculiar o crear confusión.
La logística de Nashik en las visitas -una ciudad de más de un millón de habitantes -, también está de nuestra parte. No tendremos que andar por sus zonas cacharros más, que lo justo y eso, con los 36 grados, que tenemos, se agradece. A las dos excursiones que llevaremos a cabo se puede ir en autobús: mañana al templo de Trimbakesward, situado a unos 30 kilómetros y pasado, a los ghats de Ganga, a unos 9.
Con el wifi, también terminamos teniendo fortuna, porque aunque no llega a la habitación, encontramos uno libre en el pasillo, que con cierta inestabilidad, nos acabó sacando de los más urgentes apuros.
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