Todas las fotos de este post son, de Calcuta
Dado, que muchas de las aceras de
Calcuta tienen ladrillos en el medio y cemento en sus extremos, el
primer día de nuestra estancia -ingenua de mi-, me lo pasé
elucubrando, que tal hecho respondía a criterios estéticos (dado,
que la cosa no queda tan mal, es una fórmula barata e imaginativa).
Me dije: “un ejemplo a seguir, sin dedicar muchos recursos, dentro
de un país, dejado de la mano de Dios”.
A la jornada siguiente, mientras
degustaba un delicioso chow mein cárnico y, un aún más rico roll
de pollo y verduras, observé como varias mujeres y hombres,
anárquicamente -al menos, en apariencia-, iban rellenando esos
huecos con un curioso y arcaico sistema de construcción: una
-burriña ella-, vuelca una enorme carretilla de cemento. Otro, lo
extiende y aplana con las manos desnudas. Una tercera, coloca
periódicos encima y su compañera, para que no se vuelen con el
aire, esparce arena sobre ellos.Los paseantes, pisa que te pisa, nos
encargamos de hacer el resto.
Aún así, quise intuir -aún más
ingenua de mi y romántica-, que la obra creativa era fruto de un
mandatario anterior, más sensible, ahora defenestrado y sustituido
por una bestia parda (especie predominante del país).
Pero. la tercer día, ya constaté,
con decepción, que Calcuta, -como la cocina de Ferrán Adriá- se
construye y deconstruye, constantemente. De tal forma, que nada
parece lo del día anterior y tampoco, es posible imaginar la entrega
siguiente. A estas alturas, mujeres-albañiles de cierta edad,
colocan enormes bordillos, rodeados de la nada, de arena o de grava,
que hay que ir saltando o esquivando, como si fuera una carrera de
obstáculos. Y, mañana..., Vishnu, Brahma o Shiva dirán.
Aunque seguro, estaremos aquí para
verlo, dado que aún no tenemos cerrada nuestra salida de un país
que tras dos trepidantes meses, ya nos cansa.
Desde hace ya varias semanas, he
tenido la constante y agobiante sensación, de que el momento que
estábamos viviendo, no iba a acabarse nunca (generalmente, en los
transportes diurnos). Por no hablar del indiómetro, que desde hace
tiempo, tiene su aguja en la zona más roja. Aunque eso,ya no es
problema: acaba de explotar y se ha hecho añicos.
Por lo demás y a la espera de la
decisión, que nos saque de aquí, nuestros días transcurren entre
cervezas, comidas copiosas -con el consiguiente ardor de estómago-,
siestas a cualquier hora y sobre todo, bajo la alcachofa de la ducha
de agua fría, para combatir el insoportable calor húmedo, que ya no
esperábamos, después del buen tiempo en Allahadabad y Varanasi.
Pero, Calcuta y por múltiples razones
-entre las que no se encuentran la calidad de los alojamiento económicos, con bibhos varios incluidos en los colchones-, ¡es,
sin dudarlo, mi lugar favorito de India!.
3 comentarios:
Hola
he estado en India pero no en Calcuta y nunca pensé, que tuviera calles tan chulas. En general muy buenas las fotos del blog.
Salu2
Hola:
Para nosotros, Calcuta, es la mejor gran ciudad de India y podríamos vivir allí años. Eso sí, alquilando algún pisito, porque los alojamientos baratos son lamentables.
Por lo demás, buena comida, excepcional mercado y mercadillo, no muchos plastas y suburbios alucinantes, si se investiga un poco (fácilmente accesibles en transporte público).
Saludos y gracias por leernos.
Ja, ja, ja. Qué gracias me ha hecho lo del indiómetro!!. Me lo estoy pasando genial con vuestro viaje.
Un besito
Raquel
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