Kota (India), arriba y Bundi (India), debajo
Creedme, en India no hay muchos guiris
-viajando por libre- en ninguna época del año. Ni en el norte, ni
en el sur. Pueden pasar días, sin que veas a un extranjero y que
cuando vuelvas a ver a uno, sea el mismo de las diez veces
anteriores. Al margen de los que se buscan a sí mismos -los pobres
ya tienen bastante-, las mayores concentraciones de guiris se
producen en tertulias de alojamientos de perfil occidental, german
backerys, terrazas o establecimientos de lassi, de moda, dónde
escriben o cuentan sus magníficas experiencias por India -en
papeles, que colocan en sus paredes-, consistentes en comer o beber,
lo que sea.
Bikaner (India)
Puri (India)
Pero luego, después de su acomodada e
insulsa vida, se atreven a impartir cátedras sobre India, sobre las
bondades del país -pagando los hoteles a precios
sobredimensionados-, lo simpáticos y sensibles que son los indios
-cuando les pagas 200 rupias por un plato de arroz solo, como yo he
visto o mucho más, por hacer de torpe guía- o del misticismo del
país, cuando el culo no les da más allá. de ir de cama en cama o
de terraza en terraza.
Bhuwanesbar (India)
Cierto es, que cada uno viaja como le
da la gana y gasta su dinero como más le agrada: faltaría más.
Pero, quién viene a India a ver el Taj Mahal a todo lujo y se deja
llevar por los buscavidas, está haciendo la vida mucho más difícil,
a los que viajamos por nuestra propia cuenta y riesgo.
No cabe duda, que llevando una vida de
mierda, similar a la de los autóctonos, somos los guiris que no
quieren en ningún ministerio de turismo, ni en ninguna agencia de
viajes engañabobos. Nosotros andamos por las carreteras kilómetros
y kilómetros, entre el infernal tráfico; esquivamos vacas, perros y
charcaleras apestosas; comemos en los puestos o restaurantes, donde
lo hacen los de aquí; dormimos en sitios -muy dignos-, que no son
los de un montón de estrellas, que te recomiendan los
tour-operadores y sufrimos las incesantes olas de calor, que llevamos
arrastrando, casi desde que salimos de casa.
Calcuta (India)
Para entenderlo mejor, pongamos dos
ejemplos. 1º.- Indio tratando de que le cambies euros sueltos por
rupias (en las oficinas de cambio no es posible). Si dispone de esas
monedas, es porque un occidental se las ha dado, tal vez, para que no
le moleste. Ello supone, que esa persona piensa, que puede vivir de
eso y dará la lata a todos los demás viajeros, que no tienen culpa. Konark (India)
2º.- Pelma muy agresivo, siguiéndonos
durante una hora, tratando de adelantársenos en los hoteles, para
obtener una comisión. Evidentemente y dado nuestra firmeza con los
propietarios, no lo consigue. Si otros extranjeros se hubieran
comportado igual, haría tiempo, que habría decidido ganarse las
habichuelas de otra forma.
Matura (India)
¿Vivir la India, desde una burbuja
con aire acondicionado y dónde todo está a tu disposición, sólo
con alargar la mano -si has pagado lo que no vale, antes, claro- o
transitar, como uno más de los pobres lugareños, que intentan
sobrevivir día a día y llevan con mucha dignidad su existencia de
mierda?. Tal vez, ninguna de las dos fórmulas sea la más adecuada y
la cosa vaya más, por una tercera vía. Pero, si solo hay dos para
elegir, me quedo con la segunda.
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