Todas las fotos de este post son, de Calcuta (India)
Evidentemente, no es otra cosa, que un
juego de palabras. El lugar en cuestión, ni es un resort, ni dispone
de alguna playa cercana. Se trata de nuestro modesto alojamiento en
Calcuta, en el que hemos pernoctado en nuestras cuatro estancias -no
hay otro de precio similar y de sus características-n en esta urbe.
¡Hasta a los agresivos insectos del
colchón -de especie para nosotros desconocida- les hemos cogido
cariño! Y, mira que muerden y pican, los cabrones. Pongas una manta
de avión sobre la sábana o incluso duermas con camiseta. Nada, ni
nadie puede con ellos.
La chica de la recepción, nos resulta
ya casi de la familia. Es la misma de hace tres años, por lo que la
estamos viendo envejecer. En nuestra anterior estancia, terminamos
algo agobiados, porque la habitación daba a un patio, donde se pasan
todo el día quemando -que no friendo- chapatis. Todo nuestro
equipaje y cuerpo olía a ese desagradable aroma y siguió
expandiendo sus efluvios a lo largo de todo Bangladesh.
Ahora, estamos en una habitación
exterior de esquina -sin olores exteriores-, con el baño, que se cae
de viejo y sí, ellos esperándonos cada noche: nuestros queridos
bichitos. Esto da una idea de lo que son los alojamientos en Calcuta,
mucho peores, que en la mayor parte de India.
En nuestra última estancia en Calcuta
-espero-, padecemos una festividad, que convirtió a la ciudad en un
enorme monstruo fantasmal. Estos indios son muy raros -o poco
trabajadores-, dado que celebran como festivo nacional, los días
sagrados de todas las religiones (incluida la Navidad). Lo extraño
de este caso es, que conmemoran el Eid al Firt -Eid Mubarak, llamado
aquí-, fiesta del día final del Ramadán. Nada tendría de raro,
sino fuera, porque el mes sagrado musulmán terminó hace dos días.
Por lo demás, Calcuta está lleno de
“jotías” españolas. Algo hay que desconocemos, para que en el
último mes viéramos tantas. Se trata de chicas, que no llegan a la
treintena y que empiezan casi todas sus frases con un “jo tía”.
Tienen como cuartel general, el Spanish Rush, un pseudo restaurante
español, ubicado en la calle de los guiris, de donde casi no salen.
Curioso fenómeno, sobre el que no podremos seguir investigando, dado
que mañana partimos para Mathura.
La última tarde en Calcuta, entre
lluvia intermitente, la pasamos en le maravilloso barrio de los
escultores, junto a los ghats y visitando unos magníficos templos
jainitas.
El primer lugar, está compuesto por
callejuelas con encanto, donde se entremezclan casas de planta baja y
talleres, dónde los profesionales esculpen figuras de dioses en
arcilla y fibra de vidrio, que se comercializan en toda India y en
sus comunidades del extranjero. En septiembre, aquí se desarrolla la
fiesta, llamada Durga Puja, que consiste en montar a los dioses en
barcos y hacerlos navegar por el río, hasta sumergirlos.
1 comentario:
Ja, ja. Celebro tu sentido del humor. Es imprescindible para sobrevivir en India.
Saludos y gracias por entretenerme.
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