Todas las fotos son de las cuevas de Ellora,, menos la última, que es de Bhopal
India, India, India, debéis ir a
India, me decían mis amigos, cuando yo conocía medio mundo y ellos,
apenas, sólo la India. India, India, India, me decía yo misma,
cuando conocía 106 países y no había ido a la India. India, India
India, me pregunto: ¿por qué coño volvimos esta vez a la India?.
Aún no tengo la respuesta, pero creo,
que el contenido repetitivo y negativo de este post es fruto del
rayamiento, que nos trasmiten cada día sus ciudadanos, los más
guarros y maleducados del mundo conocido.
Llegamos hace tres semanas. Al
aterrizar y salir del aeropuerto, de Chennai, ya sentí donde
estábamos, de forma inconfundible. El constante pi, pi, pi, pi, de
los coches agudizó mis oídos, en cuanto me topé con la calurosa y
húmeda bruma callejera, que todo lo invade. Eso y el gorjeo -o sea,
el twitter de la India-, de los motores de las malditas motocicletas
y los tuck-tuck, nos dieron fe absoluta, de donde nos encontrábamos.
En la estación de trenes de Chennai
-antigua Madrs-, donde llegamos sin ningún problema y después de
que en un folclórico barrio nos negaran más de diez veces el
alojamiento, compartimos noche con ratas ansiosas -del tamaño de un
conejo- y con centenares de personas apelotonadas en el suelo del
hall, teniendo mucho más espacio disponible. Si los primeros
momentos fueron así, los últimos tampoco han resultado alentadores
(más bien, muy sufridos).
Ellora, genial. Hay más variedad de
cuevas, que en Ajanta -budistas, hinduistas y jainitas-, pero a mi,
personalmente, me gustan más este segundo lugar, por su maravilloso
entorno paisajístico. El campo base para acceder a Ellora es, la
cercana Aurangabad, accesible, directamente, desde Bombay.
Acabado el anterior episodio y sin
haber pegado ojo en toda la puñetera noche, el desastre continua:
conseguimos unos tempraneros billetes para Bhopal (Indore carece de
interés y solo nos sirve de punto de conexión). Pero nos toca ir de
pie, en el descansillo entre vagones, durante más de cuatro horas.
Tras unos primeros y desesperados intentos de encontrar alojamiento
en la ciudad -todos están “full” o “no rooms”, lo
conseguimos en el sexto hotel, pero por ahora no hay luz y el calor
que desprende la habitación y los muebles, es bestial. Mal comemos y
medio dormimos, entre sudores, una pequeña siestta.
A pesar de el caos y del irregular y
pésimo asfaltado, nos sorprende esta ciudad, muy positivamente, con
su bazar musulmán, espléndido, aunque bastante desordenado y las
dos mezquitas principales (hay otra más, muy bella, pero se
encuentra a las afueras).
Pero, el día no acabaría bien del
todo. Después de recorrerla y pasear por sus calles, nos sumergimos
en una tienda de cerveza y alcohol, recomendada por la Lonely Planet
(alias, Biblia). El personal, que está poniéndose morado, primero
nos mira, de forma reiterada y descarada. para a continuación,
acercarse a curiosear y como no les hacemos ni caso, se empiezan a
poner violentos. Así, hasta más de diez acosos diferentes, durante
la media hora, que permanecimos allí. Al final, empezó una
discusión entre varios de ellos, con amenazas de botellazos, por
razones desconocidas. Cuando, viendo el panorama, ya nos íbamos, nos
dijeron, que nos largáramos. Eso entendimos por gestos, dado que la
frase literal fue de las que hacen historia: “whe went gone up”.
Qué patético país es este, donde ni
siquiera puedes tomar una cerveza tranquilo (no es, ni mucho menos,
la primera vez, que nos sucede algo parecido).
3 comentarios:
Yo estuve casi dos meses en India y te entiendo perfectamente!!. Hay veces, que si escribes y lo lees luego, no te reconoces.
Saludos
Enhorabuena por sus fotos espectaculares. Que lindo país. A ver si algún día puedo abordarlo.
Muchas gracias.
Gracias a los dos, por vuestros comentarios.
Eva
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