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miércoles, 28 de agosto de 2024

Nuestras aguas vuelven a su cauce, aunque no las del Ganges

           Jarreó a lo bestia, durante toda la noche, sin ningún impedimento y hasta, que el cielo se quedó a gusto. 

          Nosotros, ya habíamos tomado una decisión antes: no seguiríamos en el mismo hotel, porque con los ghats inundados, en Varanasi se puede hacer poca cosa. O bien, trataríamos de abordar un cacharro, a Sarnath o volveríamos a la estación central para el día siguiente, abordar ese mismo destino por tren.

          Dejamos el hotel y nos fuimos a Manikarnika, con todavía más agua por todas partes, que ayer. En Varanasi, las cremaciones se llevan a cabo en el borde del río y se observan desde un mirador.

          Como no había orilla, habían subido a los muertos a ese punto elevado y al ascensor la escalinata fue un sorpresón impresionante. Mi pareja quedó a centímetros de una señora a punto de arder y a mí, me pasaron unas parihuelas sobre el hombro con otro cadáver. Entre eso y el firme resbaladizo y escaleras peligrosas, no aguantamos más allí. ¡Ha sido el momento del viaje! Ellos, si no pueden hacerlo a su manera, lo hacen de otra .

          Conmocionados, volvimos a la zona semi peatonal y al ghat central -anegado más, que ayer -, donde ya se había montado el insoportable circo diario: pedigüeños de todas las edades, sadus, buscavidas, tutuckeros plastas, gentes malintencionadas, portadores de ofrendas, niñas de tres años vestidas de Shiva... Una molestia y un intento de estafa de por medio cada minuto, a pesar de la omnipresencia de la policía turística.

          Cambiamos dinero a una buena tasa y tomamos aliento al tardar en traernos las rupias, mientras esperábamos en una sala espatarringados con un potente aire acondicionado.

          Tratamos de coger un tuck tuck, para Sarnath y fue tal la tomadura de pelo, que en diez minutos desistimos. Nos pidieron 800 rupias, para 6,5 kilómetros, cuando ofrecíamos 150. Tras tiras y aflojas y varios conductores, no aceptamos 300, que fue el mínimo, al que bajaron. En este mundo 🌍 sólo hay sinvergüenzas, p.orque los incautos los superan por uno a diez 

          Por el mismo importe de ayer, un conductor ciclista educado y amable, nos devolvió sin aspavientos a la estación, donde buscamos hotel. Preguntamos en recepción, cuanto cuesta un tuck tuck a Sarnath, lo miraron en una aplicación y son, entre 160 y 170 rupias. ¡No habíamos calculado mal!

          Está zona de la ciudad es caótica, pero animada y dispone de una amplia oferta de thalis, pilav, fritanga y lasis recién hechos.

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