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viernes, 30 de agosto de 2024

De vuelta a Lucknow , derretidos por el calor

           En el alojamiento de Varanasi no nos dieron la misma habitación, que el día anterior, porque estaba ocupada. A la nueva no llegaba el wifi y como teníamos pendientes varias búsquedas -entre ellas, los vuelos de vuelta, para mediados de septiembre - salimos a la zona común con unas cervezas de la mano. Al poco tiempo, vino un áspero empleado, que nos dijo, que no se podía beber alcohol en el hotel. No nos dió tiempo a replegarnos, porque poco  después llegó el dueño, nos pidió disculpas y nos explicó, que ese veto era solo para los nacionales y no para extranjeros, así, que seguimos dándole. ¡Por una vez, teníamos ventaja en algo!.

          La verdad es, que los indios se vuelven muy brutos -más todavía -, cuando ingieren alcohol. Pero, no es solo su culpa, sino del sistema. Ya hemos hablado varias veces de esto, pero volveremos al tema en un próximo artículo.

          Sobre la rata huida, no volvimos a saber nada, después de taponar todos los agujeros visibles del baño y bajar la tapadera de la taza.

          En nuestras dos últimas horas en New Japailguri, habíamos tenido un par de buenos momentos. Por un lado, habíamos reservado plazas en slepeer, entre Varanasi y Lucknow, para seguir volviendo. Por otro, el partido de los seguidores de Ghandi, había celebrado esa tarde una manifestación en la ciudad, en la que regalaban  una bolsa a los participantes. Como les sobraron, nos entregaron dos: un huevo duro, un plátano, un bollo dulce y una botella de agua, por barba para completar la cena.

          El tren para Lucknow salía a las ocho y veinte, pero como debíamos  cambiar de estación y coger un cacharro, nos levantamos a las 6:30 con las legañas puestas. Como el vehículo venía lleno atrás, nos sentamos con el culito prieto, a ambos lados del conductor. Menos mal, que estamos delgados.

          Salimos en hora y llegamos al destino solo cinco minutos tarde, pero el viaje resultó muy pesado, con muchas paradas y un insoportable calor derritiente. Nunca habíamos pasado tanto. Ni siquiera, en aquellos trenes de asientos de escay, que se dirigían a la frontera francesa, en nuestros interrailes de hace 35 años. Bueno. En el primer viaje, a India, también casi morimos asfixiados, en el trayecto entre Jodpur y Jaisalmeer, tragando, como imbéciles la arena del desierto, mientras no dejábamos de cruzarnos con convoyes militares.

           En Lucknow, volvimos al hotel de la otra vez y no hicimos más, que comprar la cena y el alcohol.

          Vista la experiencia , queremos no volver a viajar de día en los trenes. Además, para Agra -nuestro próximo destino- no hay plazas para los próximos días. Tocará ir a la estación de autobuses de las afueras, desde donde salen los servicios de más larga distancia.

          Después, nos quedará Vrindavan y camino de Delhi, para iniciar una vuelta, que se prevé larga. En principio: Delhi - Estambul - Viena - Santander.

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