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miércoles, 21 de agosto de 2024

El rugir del monzón

           Hoy ha sido el día más lluvioso del viaje y tenía muy difícil conseguir ese record, porque menos ayer, ha sido una semana fatal en este sentido. Estamos teniendo suerte, porque las mayores trombas nos han pillado de viaje, durmiendo o en una jornada con escasos objetivos, como hoy.

          Comenzó el intenso jarreo a las cinco de la mañana y así estuvo sin parar, durante nueve horas, para retornar después de otras cuatro. El ruido del agua era tal, que apagaba el del ventilador de la alcoba. La riada por las calles era intensa e imparable, con el agua a toda velocidad, llevándose por medio objetos ligeros. Los charcos y los barros son rojizos, por causa del polvo de las cercanas fábricas de ladrillos.

          Debido a la intensidad del monzón muchos de los negocios, cercanos al hotel ni abrieron -incluso, dentro de la estación - y los restaurantes cerraron pronto. El chico de la fritanga, de las croquetas, de la pakora y el pollo crujiente, ni siquiera montó su puesto. Por lo que nos ha tocado cenar snacks y galletas, con la poca variedad con la que cuentan aquí.

          Es nuestro séptimo monzón en Asia y nunca habíamos visto algo parecido. No tanto por la intensidad de las trombas, que siempre han sido bestiales, sino por el gran aumento de la duración de cada una y de la frecuencia. 

          La jornada la habíamos comenzado regresando a la estación de tren. Es tranquila en tiempos de paz, pero se vuelve caótica con las lluvias, con gente tirada, que no dispone de otro sitio donde refugiarse.

          Se había ido la luz de todo el edificio y la pantalla -con generador autónomo - anunciaba la cancelación del próximo tren de la mañana. Menos mal, que no es en dirección Guwahati, adonde regresamos mañana. Dos viajeros de ese convoy estaban furiosos y asediaban la ventanilla, por lo que preguntar por nuestros trenes resultó heroico. El resultado, el que esperábamos, así, que tendremos que esperar a mañana o pasado, a la cuota Takal (inmediato, en hindi)

          Nos fuimos al hotel y con mucho tiempo por delante, nos pusimos a enredar y para nuestro regocijo, dimos con una aplicación , que te da los asientos libres en cada clase. Se llama Confirmtkt y así, ya no tendríamos, que depender, de los casi nunca amables emplead@s de las taquillas.

          De momento, solo nos ha servido para trazar cuatro planes y los dos primeros siguen dependiendo de la cuota Takhal, porque van los trenes abarrotados, durante días. Es ridículo, que para gestionar el viaje por India, tengas, que manejar, mínimo, cuatro apps diferentes.

          Cada día y sobre las ocho y media de la tarde, el dueño del hotel nos trae un par de botellitas de agua mineral. Esperamos, que mañana no lo regalen, porque significaría, que habrían cancelado nuestro tren.

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