Con los deberes hechos y las caóticas calles invitando poco al paseo, además del insoportable y húmedo calor, nos decidimos a pasar la mañana completa tomando cervezas en un céntrico bar, sin dar demasiada importancia a, que llegaremos algo tarde al destino.
Desde luego, está clase -la hay en pocos trenes- es bastante confortable para lo que pagas. Llegamos a Gorakhpur, sobre las diez y cuarto de la noche, tres cuartos de hora tarde.
Preguntamos en más de veinticinco hoteles y en casi todos, las mismas mentiras de siempre: "no rooms, is full". Tan solo en tres nos aceptaban, pero eran extraordinariamente caros y más, para la hora que era. Llovía y el suelo con sus barros volvía a estar hecho un asco.
Nos mentalizamos, de que dormiríamos en la estación, como otros tantos lugareños o peregrinos vestidos de naranja, que estos días recorren el país. Y más, al constatar, que las habitaciones de la propia terminal, eran más caras, que los propios hoteles.
Entonces, apareció el "buen samaritano". Luego caímos en la cuenta, que nos había ido siguiendo por los hoteles. Al vernos pasar, se ofreció a un policía para gestionarnos un chollo irrechazable: dormiríamos los dos por 150 rupias (1,15 euros) . Y donde nos llevó -junto al madero - fue a las mismas alcobas de la estación, donde habíamos estado antes.
Cuando el poli se fue -desconocemos, si estaba compinchado-, las cosas y la amabilidad empezaron a cambiar. De 150 los dos, pasaron a cada uno y poco después a 500 para ambos. La habitación era pequeña, aunque suficiente y con aire acondicionado,por lo que ya con desconfianza, aceptamos las nuevas condiciones. Y entonces llegó la encerrona, ya sin testigos y nos solicitó mil rupias. Evidentemnte y gritándole, le mandamos a la mierda y recogimos los bultos.
No quedó otra, que tirarnos al suelo y dormir en la zona menos calurosa de los andenes.
La mañana no empezó de mejor manera. Volvimos a intentar reservar para New Japalguri y lo que nos ofrecieron fue para dentro de dos días, en AC2 -la segunda clase más cara- y con cuota Takal.
En el desconcierto y en la búsqueda de nuevos planes, perdimos una de las dos mochilas. Desesperados y deshaciendo el camino, alguien se la había entregado a la policía, que nos la devolvió, después de hacernos una foto conjunta.
En Gorakhpur hay unas cuantas agencias, que trabajan Nepal y que cuentan con bus directo, a Siliguri, pero sale caro.
Cuando ya no sabíamos que hacer, apareció de la nada un hotel asequible y con aire acondicionado.
Gorakhpur nos ha decepcionado. Después de caminar largo rato hasta la zona del lago, con incesante calor, ha resultado un fiasco.
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