Todas las fotos de este post son, de Mataran (Lombok, Indonesia)
Nos pasamos 34 días, en Oceanía y a pesar de los esfuerzos llevados a cabo, nos resultó casi imposible encontrar las diferencias entre la vida y el fluir cotidiano, de Australia y de Nueva Zelanda. Han bastado unas pocas horas para encontrarlas, entre Bali y Lombok y eso, sin salir del mismo país
La primera resulta algo evidente, para cualquiera, que sin viajar, consulte la Wikipedia. Bali es hinduista -de aquella manera, porque habría mucho que matizar en esta materia-, y Lombok, musulmana. Las numerosas mezquitas, desde el puerto de Lembar, hasta la capital, así lo atestiguan, pero también admite grises, porque pocas mujeres llevan velo y hay bastantes templos hindúes. Aunque sí que es verdad, que en las zonas menos turísticas, cuesta encontrar cerveza y bebidas alcohólicas.
Otra de las grandes diferencias, se cierne en torno a la oferta gastronómica, mucho más frecuente -sobre todo, por la noche-, que en Bali. Abundan los puestos callejeros, el surtido es variado y los precios sin mucho más asequibles.
También es muy distinto el capítulo del transporte privado -publico hemos visto poco- que negociando, puede salir por la mitad, que en la isla vecina.
Lombok, además, resulta mucho más cacharresca, que cualquiera de las ciudades, de Bali y al menos en la capital, no hay muchos lugares, donde entretenerse o sentirse a gusto.
En Bali, vimos centenares de templos gratis y aquí, en Mataran, nos han querido cobrar 20.000 rupias por cabeza, por contemplar un parque y un templo -jardin no muy espectacular. Disponen de un curioso control del pago, atandote una cinta blanca a la cintura, cuando en realidad, no hay nadie visitando estos lugares.
La gente -incluidos, "los profesionales" de los guiris- es más amable y tiene menos malicia, que en Bali. Al fin y al cabo y en la mayoría del país, no viven del turismo y no buscan lucrarse de el.
Sirva el ejemplo, ya esbozado en un post anterior: en verdaderas dificultades, al llegar al puerto de noche, un joven no se aprovechó de nosotros y nos ofreció una tarifa, que ni registramos, para llegar a Mataran, donde aconsejados por unos amables dueños de un puesto callejero, acabamos en una agradable Homestay, de decoración hinduista, donde nos dieron un buen precio y un espectacular desayuno.
Los malditos y ruidosos gallos: nos ha chocado, que en Lombok hay miles de ellos, que campan por cualquier parte. Hace diez años, en Denpasar, vimos un mercado de pájaros malolientes y ayer tarde, en el ferry, a un hombre cargado con una pesada jaula, pero el icono portugués, no está tan presente en la isla balinesa. Tal vez, para no molestar demasiado a las resacas matutinas de los turistas.
Pero coincidencias, también las hay y no pocas. Llueve igual, en ambas islas; los hoteles económicos cuestan casi lo mismo y disponen de desayuno; el tráfico es tan o más caótico; el transporte público es escaso y confunso...Por lo demás, no hemos observado -salvo cuatro escombros, que pueden ser de cualquier otra cosa-, las consecuencias del terremoto de agosto, de este mismo año.
Mañana, nos vamos, a Senggigi, donde esperamos ver a nuestro primer guiri -incluidos el ferry de ayer- y dónde empezaremos a valorar, si tras acercarnos, a las Gili, volvemos directos, a Bali o deshacemos el camino, usando los transportes interiores y el insulso ferry público. De todas formas, nos tomaremos un margen de tiempo de seguridad, para poder conectar con los vuelos pendientes, de Denpasar, a Kuala Lumpur y a la tarde siguiente, desde la capital, de Malasia, hacia Phuket.
Nos pasamos 34 días, en Oceanía y a pesar de los esfuerzos llevados a cabo, nos resultó casi imposible encontrar las diferencias entre la vida y el fluir cotidiano, de Australia y de Nueva Zelanda. Han bastado unas pocas horas para encontrarlas, entre Bali y Lombok y eso, sin salir del mismo país
La primera resulta algo evidente, para cualquiera, que sin viajar, consulte la Wikipedia. Bali es hinduista -de aquella manera, porque habría mucho que matizar en esta materia-, y Lombok, musulmana. Las numerosas mezquitas, desde el puerto de Lembar, hasta la capital, así lo atestiguan, pero también admite grises, porque pocas mujeres llevan velo y hay bastantes templos hindúes. Aunque sí que es verdad, que en las zonas menos turísticas, cuesta encontrar cerveza y bebidas alcohólicas.
Otra de las grandes diferencias, se cierne en torno a la oferta gastronómica, mucho más frecuente -sobre todo, por la noche-, que en Bali. Abundan los puestos callejeros, el surtido es variado y los precios sin mucho más asequibles.
También es muy distinto el capítulo del transporte privado -publico hemos visto poco- que negociando, puede salir por la mitad, que en la isla vecina.
Lombok, además, resulta mucho más cacharresca, que cualquiera de las ciudades, de Bali y al menos en la capital, no hay muchos lugares, donde entretenerse o sentirse a gusto.
En Bali, vimos centenares de templos gratis y aquí, en Mataran, nos han querido cobrar 20.000 rupias por cabeza, por contemplar un parque y un templo -jardin no muy espectacular. Disponen de un curioso control del pago, atandote una cinta blanca a la cintura, cuando en realidad, no hay nadie visitando estos lugares.
La gente -incluidos, "los profesionales" de los guiris- es más amable y tiene menos malicia, que en Bali. Al fin y al cabo y en la mayoría del país, no viven del turismo y no buscan lucrarse de el.
Sirva el ejemplo, ya esbozado en un post anterior: en verdaderas dificultades, al llegar al puerto de noche, un joven no se aprovechó de nosotros y nos ofreció una tarifa, que ni registramos, para llegar a Mataran, donde aconsejados por unos amables dueños de un puesto callejero, acabamos en una agradable Homestay, de decoración hinduista, donde nos dieron un buen precio y un espectacular desayuno.
Los malditos y ruidosos gallos: nos ha chocado, que en Lombok hay miles de ellos, que campan por cualquier parte. Hace diez años, en Denpasar, vimos un mercado de pájaros malolientes y ayer tarde, en el ferry, a un hombre cargado con una pesada jaula, pero el icono portugués, no está tan presente en la isla balinesa. Tal vez, para no molestar demasiado a las resacas matutinas de los turistas.
Pero coincidencias, también las hay y no pocas. Llueve igual, en ambas islas; los hoteles económicos cuestan casi lo mismo y disponen de desayuno; el tráfico es tan o más caótico; el transporte público es escaso y confunso...Por lo demás, no hemos observado -salvo cuatro escombros, que pueden ser de cualquier otra cosa-, las consecuencias del terremoto de agosto, de este mismo año.
Mañana, nos vamos, a Senggigi, donde esperamos ver a nuestro primer guiri -incluidos el ferry de ayer- y dónde empezaremos a valorar, si tras acercarnos, a las Gili, volvemos directos, a Bali o deshacemos el camino, usando los transportes interiores y el insulso ferry público. De todas formas, nos tomaremos un margen de tiempo de seguridad, para poder conectar con los vuelos pendientes, de Denpasar, a Kuala Lumpur y a la tarde siguiente, desde la capital, de Malasia, hacia Phuket.
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