Todas las fotos de este post son, de Brisbane
Llevamos dos días, y medio, en Brisbane y no ha dejado de llover ni un solo minuto. Tenemos la sensación, ya casi constatada, de que nos encontramos entre gentes tolerantes y aburridas, que no suelen hacer mucho caso, a lo que no sea costumbre anglosajona de toda la vida, más allá de haberse impregnado algo, de los numerosos garitos de cocina internacional asiática, que aquí lo invaden todo. Salvo, por el "Despacito", que aún aquí y como si se hubiera lanzado ayer, sigue sonando a todas horas: al menos en esta ciudad.
Los españoles, tan amables, que nos encontramos en Surfers Paradise, nos dijeron, que Brisbane, no merecía la pena, pero se equivocan, tal vez, porque ellos trabajan en este país y se limitan a escapadas esporádicas (está nación es muy grande).
Su patrimonio monumental es exquisito -aunque no antiguo- y se incrusta, con perfección milimétrica, entre los grandes rascacielos y todo aderezado por la majestuosidad del sublime y majestuoso río.
Se trata, tal vez - y hemos visto cientos de ellas-, de la ciudad más sostenible y humanizada, que conocemos en el mundo. La pena es, que llueve muchísimo, pero hasta eso está preparado. Son decenas las calles peatonales semitechadas y muchos los centros comerciales, tiendas o entretenimientos, para cuando diluvia.
Su magnífica playa artificial; la pagoda nepalí, de la Expo de 1988; sus puentes -esoectacular es el colgante-; sus más de cien museos o edificios gratuitos - el ayuntamiento o el parlamento, por ejemplo-; su "exótico" Chinatow...deben no hacernos dudar y pasar aquí, alegremente, un par de días.
Por lo demás, os sigo contando cosas de los australianos, pero será ya, a lo largo del próximo post.
Llevamos dos días, y medio, en Brisbane y no ha dejado de llover ni un solo minuto. Tenemos la sensación, ya casi constatada, de que nos encontramos entre gentes tolerantes y aburridas, que no suelen hacer mucho caso, a lo que no sea costumbre anglosajona de toda la vida, más allá de haberse impregnado algo, de los numerosos garitos de cocina internacional asiática, que aquí lo invaden todo. Salvo, por el "Despacito", que aún aquí y como si se hubiera lanzado ayer, sigue sonando a todas horas: al menos en esta ciudad.
Los españoles, tan amables, que nos encontramos en Surfers Paradise, nos dijeron, que Brisbane, no merecía la pena, pero se equivocan, tal vez, porque ellos trabajan en este país y se limitan a escapadas esporádicas (está nación es muy grande).
Su patrimonio monumental es exquisito -aunque no antiguo- y se incrusta, con perfección milimétrica, entre los grandes rascacielos y todo aderezado por la majestuosidad del sublime y majestuoso río.
Se trata, tal vez - y hemos visto cientos de ellas-, de la ciudad más sostenible y humanizada, que conocemos en el mundo. La pena es, que llueve muchísimo, pero hasta eso está preparado. Son decenas las calles peatonales semitechadas y muchos los centros comerciales, tiendas o entretenimientos, para cuando diluvia.
Su magnífica playa artificial; la pagoda nepalí, de la Expo de 1988; sus puentes -esoectacular es el colgante-; sus más de cien museos o edificios gratuitos - el ayuntamiento o el parlamento, por ejemplo-; su "exótico" Chinatow...deben no hacernos dudar y pasar aquí, alegremente, un par de días.
Por lo demás, os sigo contando cosas de los australianos, pero será ya, a lo largo del próximo post.
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