Todas las fotos deeste post son, de Sydney (Australia)
Australia es un país fascinante, como casi todos. Muy seguro: el otro día vimos, como una chica encontraba 30 dólares en el suelo de un centro comercial y se los llevaba al segurata. Y, hablando con un barcelonés, que vende paellas en el mercado de Melbourne -a 10 € el platito-, nos explico, que en esta nación, si se te olvida el móvil en la calle y vuelves a las dos horas, el teléfono seguirá en el mismo sitio.
Australia, no es tan caro, como dicen, si evitas los bares, restaurantes y mercados callejeros. Y, además, para mayor comodidad, todo se puede pagar con tarjeta de crédito. Hasta un simple kebab en un chiringuito de la calle. Eso sí: ¡atención a las elevadas comisiones de las redes internacionales!
Teniendo en cuenta esto, deseo advertiros de tres circunstancias, que tienden a complicar un poco la vida.
-Viajeros de presupuesto limitado. Creo, que aún no ha nacido, el que sea capaz de explicar el algoritmo de los precios de los hostels -no hay otra opción, que no sea desorbitada-. Lo que es claro es, que las habitaciones dobles son pocas y que los precios de cualquier cama se disparan alocadamente, las noches de viernes, sábado y a veces, el domingo.
Una cama, que vale 21 dólares un miércoles, sube a 53 dólares un sábado y nadie se asombra. La estación de trenes, de Sydney, resulta bastante adecuada para dormir -menos en invierno, claro- y en Melbourne se puede pasar la noche en la de autobuses, dormitando, como quieras, menos tumbado en el suelo.
-Para viajeros, que recorran el país en transporte público. Los autobuses, que son muy frecuentes en áreas regionales y locales, resultan escasos para las largas distancias y se llenan pronto. Podíamos suponer, como ocurre entre Madrid y Barcelona, que entre Sydney y Melbourne, circulan veinte buses diarios. Pues no. Solo operan un par de compañías privadas, con uno cada jornada.
-Para los necesitados de wifi, que deben disponer de una conexión casi permanente, salvo en Melbourne, que en este aspecto es una maravilla, los wifis públicos son escasos o ponen unas condiciones complicadas para el acceso de los extranjeros. A diferencia del tercer mundo, donde las habitaciones son casi regaladas, muy buena parte de los wifis de los hoteles son de pago, en Australia y no salen, precisamente, baratos (rondan los 3 euros diarios)
No suele ser fácil, conectarse en centros comerciales o estaciones de transporte, salvo la excepción expuesta, de Melbourne. El Comanwelth Bank -aunque suele cortarse mucho- ofrece 24 horas de wifi gratis e ilimitado. Algunas compañías de buses de larga distancia o de traslado al aeropuerto, también, pero, como debes entrar a través de tu cuenta, en Facebook o Twitter, necesitas de una conexión de datos para ingresar al sistema de forma satisfactoria.
Australia es un país fascinante, como casi todos. Muy seguro: el otro día vimos, como una chica encontraba 30 dólares en el suelo de un centro comercial y se los llevaba al segurata. Y, hablando con un barcelonés, que vende paellas en el mercado de Melbourne -a 10 € el platito-, nos explico, que en esta nación, si se te olvida el móvil en la calle y vuelves a las dos horas, el teléfono seguirá en el mismo sitio.
Australia, no es tan caro, como dicen, si evitas los bares, restaurantes y mercados callejeros. Y, además, para mayor comodidad, todo se puede pagar con tarjeta de crédito. Hasta un simple kebab en un chiringuito de la calle. Eso sí: ¡atención a las elevadas comisiones de las redes internacionales!
Teniendo en cuenta esto, deseo advertiros de tres circunstancias, que tienden a complicar un poco la vida.
-Viajeros de presupuesto limitado. Creo, que aún no ha nacido, el que sea capaz de explicar el algoritmo de los precios de los hostels -no hay otra opción, que no sea desorbitada-. Lo que es claro es, que las habitaciones dobles son pocas y que los precios de cualquier cama se disparan alocadamente, las noches de viernes, sábado y a veces, el domingo.
Una cama, que vale 21 dólares un miércoles, sube a 53 dólares un sábado y nadie se asombra. La estación de trenes, de Sydney, resulta bastante adecuada para dormir -menos en invierno, claro- y en Melbourne se puede pasar la noche en la de autobuses, dormitando, como quieras, menos tumbado en el suelo.
-Para viajeros, que recorran el país en transporte público. Los autobuses, que son muy frecuentes en áreas regionales y locales, resultan escasos para las largas distancias y se llenan pronto. Podíamos suponer, como ocurre entre Madrid y Barcelona, que entre Sydney y Melbourne, circulan veinte buses diarios. Pues no. Solo operan un par de compañías privadas, con uno cada jornada.
-Para los necesitados de wifi, que deben disponer de una conexión casi permanente, salvo en Melbourne, que en este aspecto es una maravilla, los wifis públicos son escasos o ponen unas condiciones complicadas para el acceso de los extranjeros. A diferencia del tercer mundo, donde las habitaciones son casi regaladas, muy buena parte de los wifis de los hoteles son de pago, en Australia y no salen, precisamente, baratos (rondan los 3 euros diarios)
No suele ser fácil, conectarse en centros comerciales o estaciones de transporte, salvo la excepción expuesta, de Melbourne. El Comanwelth Bank -aunque suele cortarse mucho- ofrece 24 horas de wifi gratis e ilimitado. Algunas compañías de buses de larga distancia o de traslado al aeropuerto, también, pero, como debes entrar a través de tu cuenta, en Facebook o Twitter, necesitas de una conexión de datos para ingresar al sistema de forma satisfactoria.
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