Todas las fotos de este post son, de Ubud (Indonesia)
Llegamos a Ubud, complicandonos mucho menos la vida, que hace diez años, cuando cogimos transporte público y peleamos hasta la extenuación con el agotador gremio de los bemos. Los shuttles son algo más caros, pero te ahorras aventuras, buscavidas y deambular por Denpasar, con el equipaje, agobiado por la humedad y el calor.
Nos hemos dado cuenta, de que hace una década y viendo lo esencial, dedicamos poco tiempo, a Ubud. Hasta ahora y teniendo los viajes por castigo, la vida nos da muchas segundas oportunidades y nosotros las agradecemos y aprovechamos (no sabemos, quizás, si lo suficiente)
En el único supermercado de esta bella localidad, donde muchas casas y alojamientos son templos-hogar, nos hemos encontrado, a Dani, un treintañero arquitecto y surfista donostiarra, que se ha venido a trabajar aquí por un periodo de seis meses, buscando experiencias, formación y librar a Pedro Sánchez de un problema. Uno más de tantos migrantes cualificados, que ha abandonado nuestro país. El super está lleno de guiris, predominando los españoles, que siempre acabamos encontrando la cerveza más barata ¡Somos así!
Por lo demás, seguimos preparando nuestra esforzada - previsiblemente- escapada, a Lombok. Algunas cosas han cambiado para mejor en este país, sobre todo, relacionadas con las infraestructuras, pero hay otras, que permanecen vigentes y lo harán, per seculam, seculorum ¡No existe solución!
¿De qué viven la mayoría de las gentes locales, que forman parte del entramado turístico, más o menos próspero, aunque imposible dilucidar o desenmascarar? Se trata de chicas y chicos jóvenes, como en el 2008, aunque los de aquella época, ya parecen retirados y no se sabe de su paradero.
Pero, la estructura de vida es la misma y no sabemos muy bien, de que vive todas estas personas, aunque intuimos, que la pirámide familiar establece, que cada miembro debe aportar al núcleo lo que pueda o lo que le caiga en suerte cada día, siguiendo un estricto régimen solidario. Si no, no se entendería, como se puede sostener este modelo, en el que tanta gente se busca la vida, de manera tan deficiente y obteniendo tan pocos resultados.
Si eres chica y un poco agraciada -la mayoría de ellas, son bastante exóticas y atractivas para nosotros-, acabarás en uno de los numerosos centros de masaje -sin saber muy bien, lo que va a pedir el cliente- o a promocionar con tu físico los locales de ocio nocturno. Unas y otras, muestran una cara de candidez y de aburrimiento - las más privilegiadas, se entretienen con el móvil-, que provoca entre ternura, pena y pánico. ¡Nada, que ver, con las sofisticadas y entrenadas jovencitas, de Pattaya!
Ellos trabajan en el sector del transporte. A todas horas y ocupando las aceras - muchas veces, con enormes cartelones- ofrecen taxi, transport, special services...-tambien con el gesto de girar el volante-, bien en moto o en coche. Cada guiri en Kuta -algo menos en Ubud-, debemos tocar a unos 250 supuestos taxistas o VTC, ahora, que están tan de moda. Creo, que algunos ya no recuerdan ni la fecha en que cogieron al último cliente, pero actúan, como autómatas, a veces agresivos, pero menos, que hace tiempo.
Otra opción, es que te monten una de las 10.000 tiendas de artesanía o ropa, que abundan por los mercados. El día, que vendan algo, habrá celebración familiar y fuegos artificiales al anochecer.
Otra incógnita y está, con inversión inicial fuerte, son las caras tiendas de 24 horas, que en Ubud, han perdido pujanza, pero que en Kuta, aún son numerosas. Nunca hay nadie, pero a pesar de ello, la vida parece seguir igual.
Entre lluvias y barros, vamos camino, de Lombok.¡Esperamos, que la suerte nos acompañe!.
Llegamos a Ubud, complicandonos mucho menos la vida, que hace diez años, cuando cogimos transporte público y peleamos hasta la extenuación con el agotador gremio de los bemos. Los shuttles son algo más caros, pero te ahorras aventuras, buscavidas y deambular por Denpasar, con el equipaje, agobiado por la humedad y el calor.
Nos hemos dado cuenta, de que hace una década y viendo lo esencial, dedicamos poco tiempo, a Ubud. Hasta ahora y teniendo los viajes por castigo, la vida nos da muchas segundas oportunidades y nosotros las agradecemos y aprovechamos (no sabemos, quizás, si lo suficiente)
En el único supermercado de esta bella localidad, donde muchas casas y alojamientos son templos-hogar, nos hemos encontrado, a Dani, un treintañero arquitecto y surfista donostiarra, que se ha venido a trabajar aquí por un periodo de seis meses, buscando experiencias, formación y librar a Pedro Sánchez de un problema. Uno más de tantos migrantes cualificados, que ha abandonado nuestro país. El super está lleno de guiris, predominando los españoles, que siempre acabamos encontrando la cerveza más barata ¡Somos así!
Por lo demás, seguimos preparando nuestra esforzada - previsiblemente- escapada, a Lombok. Algunas cosas han cambiado para mejor en este país, sobre todo, relacionadas con las infraestructuras, pero hay otras, que permanecen vigentes y lo harán, per seculam, seculorum ¡No existe solución!
¿De qué viven la mayoría de las gentes locales, que forman parte del entramado turístico, más o menos próspero, aunque imposible dilucidar o desenmascarar? Se trata de chicas y chicos jóvenes, como en el 2008, aunque los de aquella época, ya parecen retirados y no se sabe de su paradero.
Pero, la estructura de vida es la misma y no sabemos muy bien, de que vive todas estas personas, aunque intuimos, que la pirámide familiar establece, que cada miembro debe aportar al núcleo lo que pueda o lo que le caiga en suerte cada día, siguiendo un estricto régimen solidario. Si no, no se entendería, como se puede sostener este modelo, en el que tanta gente se busca la vida, de manera tan deficiente y obteniendo tan pocos resultados.
Si eres chica y un poco agraciada -la mayoría de ellas, son bastante exóticas y atractivas para nosotros-, acabarás en uno de los numerosos centros de masaje -sin saber muy bien, lo que va a pedir el cliente- o a promocionar con tu físico los locales de ocio nocturno. Unas y otras, muestran una cara de candidez y de aburrimiento - las más privilegiadas, se entretienen con el móvil-, que provoca entre ternura, pena y pánico. ¡Nada, que ver, con las sofisticadas y entrenadas jovencitas, de Pattaya!
Ellos trabajan en el sector del transporte. A todas horas y ocupando las aceras - muchas veces, con enormes cartelones- ofrecen taxi, transport, special services...-tambien con el gesto de girar el volante-, bien en moto o en coche. Cada guiri en Kuta -algo menos en Ubud-, debemos tocar a unos 250 supuestos taxistas o VTC, ahora, que están tan de moda. Creo, que algunos ya no recuerdan ni la fecha en que cogieron al último cliente, pero actúan, como autómatas, a veces agresivos, pero menos, que hace tiempo.
Otra opción, es que te monten una de las 10.000 tiendas de artesanía o ropa, que abundan por los mercados. El día, que vendan algo, habrá celebración familiar y fuegos artificiales al anochecer.
Otra incógnita y está, con inversión inicial fuerte, son las caras tiendas de 24 horas, que en Ubud, han perdido pujanza, pero que en Kuta, aún son numerosas. Nunca hay nadie, pero a pesar de ello, la vida parece seguir igual.
Entre lluvias y barros, vamos camino, de Lombok.¡Esperamos, que la suerte nos acompañe!.
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