A la mañana siguiente nos largamos para Bombay y sufrimos el aplastamiento habitual en nuestro penúltimo tren de cercanías (el último sería el del aeropuerto). En este caso, tomamos aposento también, en el hotel de nuestra última visita a la ciudad, en 2022. Aquí sí, nos dieron la misma lúgubre alcoba sin baño - la segunda del viaje en la que debemos compartir el aseo-, aunque con potentes wifi y ventilador. Solo nos quedaba pasar la tarde y la noche, para iniciar la vuelta a casa.
Con el fin de abaratar el regreso, habíamos asumido bastante riesgo, contratando cuatro vuelos con tres compañías diferentes. Para mitigarlo un poco, alargamos lo más posible las escalas con el fin de no quedarnos tirados en un punto intermedio, sin posibilidad de continuar. En total, invertimos 220 euros por pasajero. Haberlo hecho de una forma algo más cómoda -la opción más barata era la compañía Barhein - nos hubiera supuestamente cien euros más a cada uno.
Primer tramo: Bombay - Kuwait, con Air India, con 32 horas de escala en el Emirato y con pretensiones de bajar a la ciudad, aunque ya la conocemos.
Segundo y tercer tramo, con Turkis Airlines, Kuwait - Estambul y Estambul - Bérgamo, con cuatro horas de espera en la ciudad turca. Decir, que con Pegasus, esta misma ruta nos salía 30 euros mas barato por persona, pero preferimos hacerla algo más confortable, con mejores aviones y con comidas incluidas. Ya daremos más adelante los detalles, pero nos llevamos un buen chasco con este asunto.
Cuarto tramo: Bérgamo - Madrid, con Ryanair, debiendo hacer noche en el aeropuerto italiano. La razón de no ajustar más este vuelo a los anteriores fue, que es el primero, que compramos y al terminar el puzzle aéreo no hubo forma de cuadrarlo mejor.
Habíamos planificado todo al dedillo, pero la realidad siempre es muy tozuda y aunque todo salió bien, el desarrollo de los acontecimientos resultó ser bastante diferente e inesperado, en relación con lo previsto.
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