Pero, de repente y sin avisar, nuestra suerte cambió. Preguntando, damos con una tienda de electrodomésticos, donde nos dan un cambio bastante favorable y cinco minutos después encontramos, una habitación muy adecuada, al mismo precio, que ayer, algo mas pequeña, pero con wifi. La segunda de nuestra historia en este país con aire acondicionado. Eso sí, sin la piscina del alojamiento precedente, que no utilizamos.
A ver: os hemos vendido - y nos lo debéis comprar -, que Sikkim, Darjeeling o Daman no son la India, sino algo mucho más dulce. Pues Diu, si lo es, con toda su crudeza. Empiezo a estar seguro, que cuando la fundaron los portugueses, hace más de cuatrocientos años, estaba mejor, que ahora. Calles "aterradoras" -de día, por el exceso de tierra, de noche, por la ausencia de luz-, sin asfaltar, con escombros por todas partes, basura, tráfico infernal -hay tantos baches, que las motos van dando tumbos-...¡Vamos, lo de siempre!.
Para colmo, aquí se han debido pensar, que son la Costa Azul de India, porque todo -la comida en la calle escasea, ya que todos los hoteles importantes tienen restaurante-, cuesta aquí más de un 50% a mayores, que de donde venimos. Casi, ni fritanga o fruta -omnipresentes en los destinos anteriores -, para llevarse a la desesperada boca.
La mayoría de los alojamientos también disponen de bar propio, por lo que solo hemos visto una wine shop, absolutamente abarrotada en todo momento. La cerveza, al mismo precio, que en Daman. Los licores, al doble.
Los atractivos de Diu son un fuerte -solo labores defensivas y no ciudad, como en Daman- otro, en principio una isla, que fue usada como prisión; cuatro iglesias, la bahía y un mercadillo algo cutre.
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