No entraba en nuestros planes, porque ni sabíamos de su existencia. Cuándo mediado el viaje descubrimos, que allí volaba Ryanair, nos pusimos a investigar, para darnos cuenta, de que se trata de una de las ciudades insulares más bonitas y con más historia, de Europa. Si habiamos planificado Rodas, en el Dodecaneso.
Quisimos hacer encaje de bolillos. Dado que Ryanair, no vuela a este último destino en la actualidad, desde la capital griega, planificamos un Atenas+Rodas y un Rodas - Heraclion, con Volotea, para volver con la aerolínea irlandesa, desde Chania. Se nos salía de presupuesto.
Desde el aeropuerto, al centro de Chania, hay media hora (2,5 euros). Los alojamientos son numerosos y no muy caros. El precio de la comida y la bebida -sobre todo, el vino-es más alto, que en el continente. Aunque nosotros encontramos una panadería, que vende a un euro ricos bocadillos de dos quesos -uno es feta-, de buen tamaño y bien rellenos.
Ha sido la gran sorpresa positiva del viaje. Estuvimos tres días y no nos sobró ni uno solo, aunque llegar hasta allí nos costó hacer noche en el aeropuerto de Atenas, tanto a la ida, como a la vuelta. Menos mal, que en los bancos de fuera, no te molesta nadie.
Chania está ubicada en un enclave privilegiado en forma de una especie de herradura en torno a la que se extienden los cuatro barrios principales: el turco -con la famosa mezquita, que sale en todas las fotos, que no tiene minarete, porque lo derribaron, durante la Segunda Guerra Mundial-, el judío, el aristocrático -donde vivían los cristianos- y el Kastelli. Son difusos a la hora de delimitarlos, así que no os voy a hacer un lío (ver la foto de arriba).
Las callejuelas del interior -algunas con escaleras-, discurren hacia el mar, hacia la plaza principal de la catedral o se entremezclan entre ellas. Están reservadas para las tiendas, aunque también conviven con algunos restaurantes. Estos son más numerosos a lo largo del paseo marítimo. Cuenta con una parte de la muralla -ahora con el acceso cerrado-, iglesias, un monasterio, casas venecianas, el precioso faro egipcio -convertido en minarete, durante la época otomana-, los grandes arsenales... ¡Y el museo del futbol, que es gratis y que recopila camisetas de grandes cracks y de la victoria griega en la Euro de 2.004!.
El mercado cubierto debió estar bien en sus tiempos, pero hoy es una reconstrucción fallida para guiris, porque resulta onerosa para sus reciclados tenderos y no hay casi clientes.
Pero lo realmente colosal, son las diversas opciones para el paseo al borde del mar. Por un lado, por dentro de la herradura, desde el faro, dando la vuelta, hasta el fuerte y una playa rocosa de plataformas. Por el exterior y hacia la derecha, otro largo circuito hasta una pequeña playa salvaje y pasando por otro bastión, donde golpeaban las olas. Y hacia la izquierda , hacia otro arenal más largo, pasando el puerto. En ninguna de estas zonas pasaras hambre. El ambiente por la noche es muy agradable, a pesar de la pandemia.
Nosotros no fuimos, pero Retimno, a unos 60 kilómetros, parece un lugar bien interesante. Y también, la playa de Elafonsinni y la garganta de Samaria.
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