Desde el principio fuimos conscientes, de que al menos de momento, moverse por el escaso mundo, que nos dejan, no iba a ser normal y así ha ocurrido, aunque nuestros contratiempos no han pasado de meros incidentes, más o menos desagradables. Vamos con ellos:
-El primer día del primer viaje -y para abrir boca-, llamada histérica del conductor, que nos trasladaba en el ALSA, a Oviedo, a la policía por desacuerdos con el tema de la puta mascarilla. Todo se saldó con una conversación amistosa y sin denuncias.-Nueva intervención policial, el penúltimo día del tercer periplo, en Madrid. Concretamente, en el Carrefour Express de la calle Príncipe 9, al lado de nuestro alojamiento. En este caso, los empleados nos acusaron de hurto y nos negamos a enseñar la mochila, llamando a los cuerpos de seguridad del Estado. Después de venir nueve efectivos -desconozco el protocolo-, el que más hablo con nosotros nos dijo: "no os doy un abrazo, por la situación en la que estamos".
Decir, que a lo largo de nuestra azarosa vida hemos tenido varios contactos con Policía o Guardia Civil -porque lo hemos pedido nosotros, mayormente o de oficio por su parte- y el trato casi siempre, ha sido excelente. Pero a mí modo de ver, el problema, que hay es, que están entrenados para obrar con los malos, pero no para defender a los buenos.-El incidente más desagradable y extraño nos ocurrió, en Bilbao, el 28 de julio. Vanesa, la gestora de la vivienda particular, ubicada en la calle General Castillo, referida en el anterior post, se volvió literalmente loca. Tras darnos la habitación, comenzó a increpar nos de mala manera, por no avisarle de la hora de llegada -le habíamos mandado un whatsapp-, por poner en tela de juicio su profesionalidad -cosa, que no hicimos- y finalmente, decidió echarnos, sin devolvernos el dinero, alegando, que ya lo haría Booking. Con mucha paciencia, conseguimos tranquilizarla y convencerla de que nos había confundido con otras personas
-La excusa de la pandemia y del todo vale -al margen de que la gente te moleste por la calle, por no cumplir las normas, como ellos creen, que son-, está trayendo consigo, que muchas personas caigan en la tentación de vulnerar derechos fundamentales y constitucionales. Dos ejemplos: 1°.- Playa de Guadamia. Me entretengo haciendo fotos y de forma inesperada se me acerca un joven estúpido y me espeta: "Se, que estás haciendo fotos a las chicas jóvenes, así que debes enseñarmelas a ver si es verdad". Por supuesto, se quedó con las ganas de que le dejara la cámara, pero aún así, me dijo "si no las llevarás, me mostrarias, lo que has fotografiado" 2°.- El día famoso del Carrefour Espress. El cliente, que aviso a la cajera de nuestro supuesto hurto, cuando no llevábamos ni quince segundos en la tienda nos indica malhumorado, ante la negativa de enseñar la mochila: "mirad, yo lo muestro todo, porque no llevo nada, así, que hacer lo mismo vosotros" Habiendo mamado mi adolescencia y juventud en la sociedad de los ochenta y sobre todo, a los más jóvenes os cuento, ¡que corren muy malos tiempos para las libertades y el desarrollo personal! y que han venido para quedarse una buena temporada.
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