Mbour
Llevo varios días, tratando de romper el círculo por alguna parte, de vendo caro, porque vendo poco y no compro, porque es costoso hacerlo. Diecisiete minutos pasamos para poder pagar una cerveza, porque dos cajeras, no quieren darnos el cambio, por ser una compra pequeña. En Senegal, no hay siquiera consideración con el prójimo, como para haberla con los clientes.
Fadiouth
Si uno está cansado de tanta negritud y precisa ver más
palidez, el céntrico supermercado de Dakar, es el lugar adecuado. En él pasean
con sus cestas, haciendo acopio de productos –aquí- de lujo, como Cointreau, a
33 € la botella, sardinas a 2 € y una pequeña porción de queso a 8 €. Si
exceptuamos el pan, los refrescos, la cerveza y las ginebras y güisquis
locales, todo cuesta tres veces más, que en España.
Llevo varios días, tratando de romper el círculo por alguna parte, de vendo caro, porque vendo poco y no compro, porque es costoso hacerlo. Diecisiete minutos pasamos para poder pagar una cerveza, porque dos cajeras, no quieren darnos el cambio, por ser una compra pequeña. En Senegal, no hay siquiera consideración con el prójimo, como para haberla con los clientes.
Fadiouth
Escribo esto, en nuestro retorno
a Dakar, después de haber pasado los tres últimos días, en Mbour, Joal-Fadiouth
y Saly Portugal, en la petite côte. Del primero nos atrae, su ambiente festivo
vespertino, al calor del retorno de los pescadores. De Joal, nada y de su
vecina Fadiouth, la autenticidad, sus tabernas africanas, que todo esté lleno
de conchas y artesanía y la convivencia entre cristianos y musulmanes, que
comparten hasta el cementerio. Ambas localidades – también el propio campo
santo- están comunicadas por puentes de teca, que ha debido pagar, alguien
pudiente. Si ver unos puentes, en pequeñas localidades de África, ya es un
milagro –normalmente, se solucionaría con el transporte en piragua-, aún lo es
más, su excelente mantenimiento. Fadiouth
En Joal, conocimos a una pareja
hispano-francesa. Otros más, que abandonaron nuestro país, en busca de fortuna
o de quitarse los agobios de encima. Tienen siete hijos y cinco están en el
paro. En cuanto a Saly Portugal, es otro de esos experimentos, habituales en el
tercer mundo, para captar turismo de dinero. Pretenciosos hoteles, a precios
del primerísimo mundo, con discretas playas. Si el intrépido turista, se atreve
a salir de su burbuja, callejeará por veredas polvorientas y arenosas, entre
cabras impacientes, perros dormilones y decenas de pelmas, tratando de venderle
la cara artesanía o los inasequibles menús, donde comer ensalada y pollo –como
comida especial-, se va a más de 10 €.
Nuestra intención, era haber
visitado otros lugares como Dialao Toubab, Palmarin y Toubakouta. Pero, el
transporte es muy lento y las salidas, no todo lo frecuentes que hubiéramos
deseado. Ahora, toca conseguir la visa de Mali y visitar Casamance, en el sur
de Senegal. Hace días que ya hemos asumido –los niños te lo recuerdan en los
lugares menos turísticos-, que somos “toubab” (gente blanca). Mbour
No hay comentarios:
Publicar un comentario