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viernes, 18 de mayo de 2012

Petite côte, para todos los gustos

                                                                                                    Mbour
            Si uno está cansado de tanta negritud y precisa ver más palidez, el céntrico supermercado de Dakar, es el lugar adecuado. En él pasean con sus cestas, haciendo acopio de productos –aquí- de lujo, como Cointreau, a 33 € la botella, sardinas a 2 € y una pequeña porción de queso a 8 €. Si exceptuamos el pan, los refrescos, la cerveza y las ginebras y güisquis locales, todo cuesta tres veces más, que en España.

            
Llevo varios días, tratando de romper el círculo por alguna parte, de vendo caro, porque vendo poco y no compro, porque es costoso hacerlo. Diecisiete minutos pasamos para poder pagar una cerveza, porque dos cajeras, no quieren darnos el cambio, por ser una compra pequeña. En Senegal, no hay siquiera consideración con el prójimo, como para haberla con los clientes.
Fadiouth
Escribo esto, en nuestro retorno a Dakar, después de haber pasado los tres últimos días, en Mbour, Joal-Fadiouth y Saly Portugal, en la petite côte. Del primero nos atrae, su ambiente festivo vespertino, al calor del retorno de los pescadores. De Joal, nada y de su vecina Fadiouth, la autenticidad, sus tabernas africanas, que todo esté lleno de conchas y artesanía y la convivencia entre cristianos y musulmanes, que comparten hasta el cementerio. Ambas localidades – también el propio campo santo- están comunicadas por puentes de teca, que ha debido pagar, alguien pudiente. Si ver unos puentes, en pequeñas localidades de África, ya es un milagro –normalmente, se solucionaría con el transporte en piragua-, aún lo es más, su excelente mantenimiento.                                   Fadiouth
                                                                                      Joal
En Joal, conocimos a una pareja hispano-francesa. Otros más, que abandonaron nuestro país, en busca de fortuna o de quitarse los agobios de encima. Tienen siete hijos y cinco están en el paro. En cuanto a Saly Portugal, es otro de esos experimentos, habituales en el tercer mundo, para captar turismo de dinero. Pretenciosos hoteles, a precios del primerísimo mundo, con discretas playas. Si el intrépido turista, se atreve a salir de su burbuja, callejeará por veredas polvorientas y arenosas, entre cabras impacientes, perros dormilones y decenas de pelmas, tratando de venderle la cara artesanía o los inasequibles menús, donde comer ensalada y pollo –como comida especial-, se va a más de 10 €.

Nuestra intención, era haber visitado otros lugares como Dialao Toubab, Palmarin y Toubakouta. Pero, el transporte es muy lento y las salidas, no todo lo frecuentes que hubiéramos deseado. Ahora, toca conseguir la visa de Mali y visitar Casamance, en el sur de Senegal. Hace días que ya hemos asumido –los niños te lo recuerdan en los lugares menos turísticos-, que somos “toubab” (gente blanca).  Mbour

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