Aunque, con dificultades y cambio de planes, hoy partimos
para la frontera de Mali, después de casi haber tirado la toalla. Viajamos en
una furgoneta Mercedes, flamante y codiciada, allá cuando paseaba por Munich o
Hamburgo, en los cuarenta o los cincuenta. Hoy, ha perdido toda su tapicería,
tanto en los laterales como en el techo, los asientos se hallan destrozados y
el parabrisas entero, pero dividido en miles de porciones.
Tambacounda
Lo pillamos
según sale y completamos el abarrotado pasaje. Uno de nosotros viaja, con más
de medio culo fuera del asiento y el otro, con unos cinco churumbeles, situados
detrás, trepándole por la espalda.
Son 183
kilómetros hasta Kidira y la carretera es buena, salvo en los últimos 40
kilómetros. Los primeros 50, los hacemos en una hora, pero de repente, algo no
va bien. Por donde normalmente sale aire acondicionado o calor, empieza a
aparecer humo negrísimo. Parada, inspección ocular –como haciéndose los
sorprendidos-, echar agua al motor y esperar a que se enfríe. Tras un escaso
intervalo de avance, volvemos a detenernos, junto al mojón del kilómetro 103
(los que faltan para nuestro destino).
Camino de Kidira
Ahora –mientras el calor nos derrite-, además de llevar a cabo el mismo proceso, sacan el gato y hurgan por debajo del vehículo. Más de media hora de calvario y reanudamos la marcha, con recesos, cada diez minutos, para apagar la sed del motor.
Ahora –mientras el calor nos derrite-, además de llevar a cabo el mismo proceso, sacan el gato y hurgan por debajo del vehículo. Más de media hora de calvario y reanudamos la marcha, con recesos, cada diez minutos, para apagar la sed del motor.
Con bastantes dificultades, llegamos
a Goudiry, un pequeño pueblo de cuatro puestos de madera retorcida y unas
decenas de casas. Discutimos entre nosotros, por razones que no viene al caso
–durante la dilatada parada para el almuerzo-, mientras un vendedor de carne
asada, con la poca que le queda, nos persigue a cada movimiento, sin perder su
esperanza. Esta localidad no dispone de luz, a pesar de ubicarse en ella, un
generador de la maldita electra.
Para hacer los 65 kilómetros que
nos quedan, tardamos más de tres horas, para un total de siete (una media de
26,14 a la hora)..
Las
constantes paradas para oxigenar el motor, hacen que adelantemos y seamos
sobrepasados por el mismo camión, hasta cinco veces. Cada poco, sube y baja gente,
hasta la interminable bajada de las de los criajos escaladores, que además,
llevan una mudanza entera, sobre el techo. Y todo, para apearse en mitad de la
nada. Aunque, con los que son, pueden hacer un asentamiento. Por la carretera
es muy frecuente, ver otros vehículos averiados, con la rueda pinchada y hasta
camiones volcados.
Tras
contemplar, como unos pájaros se comen una vaca muerta, llegamos a Kidira.
Pensábamos
hacer noche aquí, pero la hostilidad y fealdad del lugar, además de que sólo
haya un hotel caro y con mala pinta, nos hace pensar en llegar a Diboli.
Nuestra última experiencia senegalesa la tenemos al comprobar, que de donde te
ponen el sello, a donde te dan el OK para salir, hay más de kilómetros y medio,
en sentido contrario.
Kidira
Ya
atardeciendo, cruzamos un penoso río y en tierra de nadie, un alojamiento, que
vivió tiempos mejores, nos depara una mala noche, pagando más de 20 €, sin luz
y sin agua. Estamos a escasos metros del puesto fronterizo de Mali. Como ni
sitios para cenar hay, volvemos a cruzar el puente ya de noche y otra vez nos
toca salir corriendo, ante la amenaza de un asalto. Para retornar y
escarmentados, pagamos a un conductor, que por allí pasa.
En este
caso, la culpa ha sido nuestra, por como otras tantas veces, creernos por
encima del bien y del mal. África’s night no es para toubabs (blancos europeos).
¡Un día de estos, no vamos a llevar un disgusto!.
3 comentarios:
Los dos últimos posts publicados, fueron escritos originariamente, entre el 15 y el 20 de marzo, de 2.012.
hola eva.
mi comentario es solo para apoyar el trabajo que dedicas a este blog, que me parece entretnidísimo y ejemplar
Besos. Vero
Gracias, Vero. ¡Me das mucho ánimo!
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