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jueves, 17 de mayo de 2012

Una isla de mil ambientes

                                                                                           San Louis
            Saint Louis es un soplo de aire fresco, después de transitar más de 2000 kms, por el desierto del Sahara. Aunque el viento y la arena, en clara confabulación, contra el ser humano, te llenan inexorablemente, todo el cuerpo y la ropa de polvo, también aquí.
                                                                                San Louis       
El puente de hierro de esta ciudad, de unos 500 metros de longitud, es todo un emblema del África occidental. Gustavo Eiffel lo diseño para el Danubio, pero acabó en el río Senegal. Saint Louis se divide en cuatro áreas, a efectos turísticos. Una zona anodina, donde está la nueva –es un decir- estación de autobuses y nuestro correcto y barato albergue. Otra, junto al puente pero sin cruzarlo, donde se halla un vibrante y aglomerado mercado, al lado de lo que fue la antigua estación de trenes –hoy en desuso-. En África, nada se reforma o se derriba, mientras sea para uso turístico. Simplemente, se deja al devenir del tiempo.
                                                                                       San Louis       
No ocurre lo mismo, con todos los despojos, que llegan de Europa, en forma de vehículos, frigoríficos irreparables o recauchutados de rueda. Para darles una utilidad, se trabaja a fondo y miles de familias, viven de ello. En este continente, siempre hay una solución para dar utilidad, a lo aparentemente, inutilizable.

            Las otras dos zonas son la turística en si –bastante cuidada, gracias a la labor de bancos y hoteles, que utilizan los edificios como sede- y la genuina y autentica, que linda con el mar, donde los coches de caballos –como si fuera otra época-, hacen casi de exclusivo transporte y las calles transversales, permanecen sin asfaltar, con el suelo lleno de arena, cabras, burros, niños, redes de pesca, puestos rudimentarios de pescado frito... La playa es salvaje y en ella tienen cabida, todo lo citado anteriormente y más. Menos bañistas.
 San Louis, arriba y abajo       
La infancia en este lugar, como en otras tantas partes de África, se disecciona en dos. Los más pequeños –ya bastante avispados-, que disfrutan o se contrarían, al juntar el blanco de nuestras manos y el negrísimo de las suyas y los ya evolucionados, de más de diez años, que exigen –más que piden- “cadeaus” (regalos), ya sea en forma de dinero –preferible- o de cualquier cosa, que lleves a mano.

            Mañana partimos hacia Dakar, siendo 29 de febrero. Es la segunda vez consecutiva, que en esta fecha, nos encontramos de viaje largo. Puerto Natales (Chile), en 2008, fue la protagonista de esa fecha. Llegar a la capital de Senegal, era nuestro primer objetivo, de este viaje por África occidental. A partir de ahí, trataremos de acometer metas mayores.
                                                                                                 San Louis       

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