Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

miércoles, 29 de mayo de 2024

Camino de Stavanger y Tromso


 

Navidades en Kuala Lumpur

           A la espera de nuestros vuelos de vuelta -cuatro y muy espaciados-, en nuestro lento retorno a España, pensamos que seis días en Kuala Lumpur - mil veces visitada-, s nos iba a hacer muy largos. Pero no está siendo así.

          En 2018, la relación con esta ciudad fue algo tormentosa. La encontramos muy descuidada y plagada de obras. Claro, en la visión de los sitios, afecta muchísimo, de donde vengas y en aquella ocasión nuestras procedencias eran Australia y Nueva Zelanda. Ahora -obras terminadas incluidas- y viniendo de Indonesia salvaje, la percepción cambia, notablemente.

          Nos sigue agobiando el calor, comemos algo menos bien, que en los destinos anteriores y ya no hacemos ni caso a los sitios de siempre, a los que acude el turismo, porque los hemos recorrido cientos de veces. Estamos haciendo más vida de lugareños que de guiris y nos hemos empapado de los espectaculares centros comerciales de la ciudad, que están impregnados hasta las trancas de Navidad, de la que habíamos carecido los dos meses y medio anteriores, en Kuwait, Tailandia, Vietnam e Indonesia. También hemos visitado algunos mercados, entre ellos, el nocturno de Jalan Ator, que no conocíamos y que resulta tan impresionante, como de precios disparatados.

          A pesar del bondadoso aire acondicionado, nos estamos empezando a cansar de nuestro segundo hotel. Y es, que los alojamientos económicos de Chinatow, resultan demasiado reviejos y austeros, para pasar más de un par de noches.

          La cena de nochebuena ha consistido en unas sopas industriales de bote de poco sabor -las de Malasia son las peores d todo el sudeste asiático -, algo de rica fritanga de verduras rebozadas y unas galletas de piña. Eso sí y para alegrar el momento, hemos estado acompañados de cerveza Tiger y de una botella de arak d 38 grados.

          La comida de navidad no parece más prometedora. Pero, si todo esto os parece una mierda, esperad al día de nochevieja, en el que si las cosas van bien, estaremos tirados en el aeropuerto de Bolonia, esperando completar nuestro regreso, a España.

          A parte de estar a 35 grados, el día de navidad en las calles es mucho más alegre, que en España, porque todos los negocios - incluidos los espectaculares centros comerciales - están abiertos y las avenidas están abarrotadas de gente. En uno de estos macrocentros -donde los niños esperaban de forma ordenada entregarse a Papa Noel -, nos han invitado a diversas degustaciones, que nos han servido para almorzar, por lo que al final la comida del Christmas Day ha sido bastante aceptable. Incluso, nos han regalado varios chupitos de ginebra, lo que resulta increíble en musulmania.

Resumiendo Indonesia

          Tras 28 trepidantes días hemos abandonado Indonesia, en lo que ha sido el viaje más largo y super caluroso, de los tres, que hemos llevado al país en los últimos quince años. A pesar de que solo hace un lustro de nuestra última visita y de que las cosas en el tercer mundo tardan mucho más tiempo en mejorar, nos ha sorprendido gratamente, la mejoría, que han experimentado muchos alojamientos, que no se ha trasladado de forma igual al precio.

        Hemos comido mejor, pero no porque antes se alimentaran mal, sino porque nos hemos buscado mejor la vida y porque no hemos centrado nuestras visitas en Java y Bali, como anteriormente, que son las islas con menos variedad y más sosería. En Flores, Sumbawa, Lombock o las Penidas hay tantas variedades de nasi campur, que podrías estar viajando durante meses, sin repetir. Precisamente -nasi, significa arroz -, campur define la palabra mixto, por lo que la creatividad es infinita y las cocineras imaginativas y generosas, abundan.

          En un mismo país y con idéntico visado, hemos visitado territorios -islas-, antagónicos, ideológicamente. Desde la ultraconservadora Sumbawa, donde el alcohol no se usa ni siquiera para las heridas o la limpieza, hasta las abiertas y más tolerantes, Flores, Penidas o Bali. En el medio, más o menos, Lombock y Java.

          Ello ha hecho posible también, que hayamos asistido a una variedad constante de ropajes, sobre todo, de los femeninos, como siempre, por el uso machista, que se hace de ello.

          En materia de transporte, también hemos asistido a escenarios muy diversos, no siendo mejor, precisamente, en las zonas más turísticas. La especulación en esta materia en Bali, es cada día más salvaje, con una decadencia de los servicios públicos y un aumento loco de los precios de los privados.

          Los únicos, que no pretenden un enriquecimiento rápido en esta isla son los de los alojamientos y es, porque no pueden al ser estos casi infinitos.

          En general, hemos sufrido, casi tanto,  como hemos disfrutado y en los países, que esto sucede, son los que nunca se borran de la mente y siempre, se pretende volver. Al fin y al cabo y al hacer balance, ya no tienes en cuenta la tiranía del día a día, ni la sanguinaria acometida de los mosquitos del aeropuerto de Sumbawa, que aún perduran en nuestros cuerpos.

          

martes, 28 de mayo de 2024

El bálsamo, Kuala Lumpur

           Llegar a Malasia fue un alivio, después de llevar más de mes y medio transitando de aquella manera por Vietnam e Indonesia. Y no por la bajada de las temperaturas, tan deseada, porque aquí, en Kuala Lumpur, sigue haciendo mucho calor y una insoportable humedad. Pero si, por haber acabado de un plumazo con motorilandia -el tráfico es más sereno y las motos apenas suponen el diez por ciento del mismo - y porque las aceras sirvan para caminar y no para almacenar sine die vehículos y las cosas más variopintas o inimaginables.

          Y eso, que entrar en el país fue mucho más lento, que de costumbre, tardando casi una hora en los controles de inmigración, más por aglomeración, que por exigencias. Pasaremos nochebuena y navidad en Kuala Lumpur, después de haber descartado movernos por el país, en estos seis días, que vamos a permanecer. Las razones son varias y todas van en la misma dirección. Conocemos casi todo de Malasia, es poco tiempo, hay destinos para los que no existen billetes hasta el año que viene,cuesta demasiado dinero y estamos vagos.

          Al fin y después de casi dos meses y medio, nos hemos encontrado con la Navidad y ha debido ser en el interior de las Personas y en algún otro centro comercial. Nos sentimos además aliviados, porque la última vez, que estuvimos aquí, hace un lustro, la ciudad estaba llena de obras imposibles, que han terminado tanto en la zona de la mezquita principal, como en las calles aledañas a Chinatow. También han mejorado mucho las infraestructuras en Litte India, lo que ha permitido más peatonalizaciones y más instalaciones de puestos (fundamentalmente, de comida)

          Lo que sigue teniendo mal remedio en Kuala Lumpur es el alojamiento (aunque en sitios, que nos encantan, como Bangkok o Calcuta, pasa lo mismo). Todo lo económico es básico, pero para encontrar uno decente entre estos, hay que probar veinte. En esta ocasión, lo hemos conseguido a la segunda. Después de pernoctar en un lugar austero y caluroso, durante una noche, con baño indecente, por el mismo precio hemos caído en otro con aire acondicionado y donde cagar o ducharse, no suponen una auténtica aventura. Aquí pasaremos cuatro noches -tres reservadas ya, antes de partir para Singapur y Atenas.

Aeropuerto de Billund


 

Surabaya, para poner fin a un mes en Indonesia

         El ferry entre Gilimanuk y Ketapang -ya lo cogimos en 2008, ida y vuelta - tarda poco más de una hora, en la que aparte de en el espacio breve del canal de Java, pareces trasladarte en el tiempo, entre la alegre y serena Bali y la estricta, conservadora y seria Java. Si Gilimanuk es un lugar básico, aunque amable, Ketapang es todo lo contrario: abrumador y hostil. Así, que nada mejor, que esperar las horas restantes para tomar el tren nocturno a Surabaya, en la sala del aire acondicionado de la estación.

          El tren ha doblado su precio, desde 2008, pero ha mejorado ampliamente la calidad: aire y comodidad en la clase económica. A la 1:30 a.m. estamos en el destino, después de seis horas. Lo bueno de musulmania es, que te puedes tirar en el suelo a dormir, sin que nadie te diga nada (ellos lo hacen en las mezquitas).

          Surabaya sigue siendo la misma ciudad beligerante y cacharro, que hace quince años y no cambiará en cientos de ellos. Siguen destacando por su belleza y autenticidad, el barrio de la mezquita y la cercana Chinatow, además de sus mercados. Nos dimos nuestra penúltima ración de agobio en Indonesia, al caminar por sus peligrosísimas y alocadas calles, donde las aceras sirven para todo, lo que no sea generar movilidad entre los ciudadanos.

          La última dosis de frustración e ira fue, cuando al día siguiente y en el aeropuerto -al echarnos fuera y como en Bali,  por la noche, ya que volábamos de madrugada, nos machacaron los mosquitos, en los brazos y en la espalda. Pagas enormes tasas aéreas y te dejan tirado como una colilla y sin ningún remordimiento.

          Los hoteles de Surabaya siguen siendo tan lamentables, como hace una década y un lustro. Pero esta vez, tomamos una buena decisión y nos alejamos del centro para dormir, en un hotel cápsula, bien gestionado, con gente amable y con un buen desayuno. Está cerca de los centros comerciales de las afueras, donde por primera vez, vimos ambiente de Navidad, desde que salimos de casa. También pudimos comprar cerveza (algo de más graduación, imposible).

          En una tarde estresante, en la que no sabíamos  si fallaban nuestras tarjetas de crédito, el wifi, nosotros o Wizzair -era esta última -, conseguimos cerrar la ventana que queda: Kuala Lumpur - Singapur - Atenas (26 diciembre). Atenas - Bolonia (31 diciembre). Roma - Asturias (2 enero). Poco más de 250 € cada uno en total, aunque como a la ida, mucha paliza.

Terrazas del LEGO House, en Billund (parte II)


 

Terrazas del LEGO House,, en Billund (parte I)


 

lunes, 27 de mayo de 2024

Gilimanuk

          Tuvimos claro, casi desde el principio de nuestro periplo por Indonesia, que la vuelta desde Bali, a Surabaya, desde donde deberiamos volar a Kuala Lumpur, el 21 de diciembre, lo haríamos por tierra. Es mucho más barato así -casi una tercera parte de coste, que volando - pero la razón principal no era esa, sino entretener los últimos días en el país y no eternizarnos sin objetivos y aplatanarnos en la placentera Kuta. Aunque debo decir, que a última hora tuvimos dudas, entre optar por lo cómodo o lo aventuroso, porque el transporte público en Bali, cada día es más escaso y más caro.
          
          Para nuestra sorpresa, el microbús a Gilimanuk, resultó confortable,dispuso de aire acondicionado y no nos trataron de engañar con el precio. Vehículo lleno de cuervos musulmanas ansiosas de volver a su territorio. En Gilimanuk, decidimos hacer noche y no fue buena idea porque los alojamientos son caros y uraños. Pasamos una de las peores noches del viaje, agobiados por el asfixiante calor, la falta de aire puro, los perros, los gallos, el trafico y los incesantes cánticos de la cercana y agobiante mezquita. Para colmo, incluido en el  alto precio el desayuno era una mierda. 

          Al menos, avanzamos en el retorno y compramos vuelos, con Scoot, hacia Atenas y con escala en Singapur desde Kuala Lumpur. Muy barato. Descartamos la opción de volver con Xiamet, desde Bangkok.

          Pero y a pesar de todo, Gilimanuk no es un sitio horrible. Dispone de dos accesos al mar y de un proyecto de paseo marítimo semifrustrado, además de la mayor oferta de bebidas alcohólicas de toda la isla, en forma de arack de producción local. Pero, cuidado, porque sus precios siendo casi similares lo tienen desde excelente a asqueroso, por lo que hay que andarse con tiento. Tiene ademas una mezquita, un templo y una iglesia.
         

Desde Kuta a Dempasar. ¡Como han cambiado los tiempos (a peor)!

           En los dos viajes anteriores a Bali -2008 y 2018- ya habíamos ido andando, desde Dempasar, a Kuta. En la primera ocasión había bemos casi a cada instante, que cubrían el trayecto por un precio muy barato, por lo que el paseo fue casi por placer y por contemplar los templos del camino y entrar al Carrefour. 

          En la segunda ocasión, aún circulaban algunos bemos, pero de manera muy infrecuente, desde la estacion de Tegal, por lo que decidimos regresar caminando, para evitar esperas. A mitad de camino, había unas obras tremendas, que nos supusieron muchas dificultades. Al menos, habían tapado las alcantarillas del camino, que en la anterior vez estaban descubiertas y ansiosas de tragar peatones.

          Hoy en día, ya no circula un solo bemo por toda la isla. Han ideado un sistema de autobuses rojos con tarjeta, que no coge nadie y que para dos personas son más caros, que los propios taxis. Así, que decidimos ir andando, más por necesidad y vagancia que por buscar otras alternativas.

          La salida de Kuta fue sencilla, también hasta medio camino, con muy pocos cruces complicados. Pero en la parte de acceso a Dempasar, todo se enmaraño. Primero porque nos equivocamos de calle y debimos retroceder y después porque las aceras se transformaron en asesinas, llenas de todo tipo de objetos -algunos, inimaginables, ni para un guionista de Hollywood - y de irregularidades del asfalto o elementos punzantes o arañantes. Amenaza tras amenaza, en un interminable peregrinar hasta la terminal de Tegal, hace tres caótica y ahora, sencillamente, abandonada. Una pena.

          Hasta la de Ubung, hay unos cinco kilómetros, desde aquí, por un camino recto y más tranquilo. Este será el último punto desde donde abordaremos los buses, que conectan el oeste de la isla, con Java. Antes, los bemos drivers, te agobiaban, para que cogieras sus servicios. Hoy solo, algún taxista despistado. Menos mal, que de camino se contemplan templos espectaculares. Siendo generosos, la estación de Ubung funciona a medio gas, aunque al menos, hay autobuses para nuestro próximo destino: Gilimanuk.

          Decidimos descansar. Es tarde por lo que cogeremos un servicio al día siguiente. Encontramos un cercano hotel barato pero perdimos la piscina y el aire acondicionado del día anterior. Cómo recompensa cenamos las mejores patatas rebozadas del viaje y degustamos un exquisito plato de pasta con pollo, crujiente y varias verduras.

domingo, 26 de mayo de 2024

Últimos días en Kuta, preparando el final del viaje

           Hoy cumplimos 56 días de viaje o lo que es lo mismo, ocho semanas completas de este noveno periplo largo, que probablemente, tendrá su final, dentro de algo más de quince jornadas, rondando la nochevieja. Aún no hay nada concretado, pero nuestra vuelta puede ser: Kuala Lumpur - Singapur - Atenas (Scoot) y Milán - Madrid ( Wizzair). No tenemos ni idea de cómo conectaremos la capital griega y la ciudad italiana.

           Llevamos veinte y dos días en Indonesia y nos quedan otros seis, para retornar por tierra, a Surabaya, desde donde enlazar mediante Air Asia con Malasia. El de hoy supone el hotel número treinta del viaje y ya estuvimos en él hace tres semanas. De ellos la mitad han sido en Indonesia, ocho en Vietnam y siete en Tailandia, que ya nos resultan muy lejanos.

          Para quien no conozca un poco el país de las mil islas, darle una recomendación básica con el alojamiento. En general, los hay de tres tipos,en las zonas más turísticas (en el resto es otra cosa). Los mega carísimos, en forma de resorts, donde se puede hacer vida completa e intensa, sin salir siquiera a la calle. Los de precio medio, que rondan los 25-30€ y que ofrecen ciertas comodidades. Los usan los turistas o viajeros incautos o poco experimentados, que no saben o no se fian de los económicos, que cuestan la tercera parte y si se sabe buscar, ofrecen casi lo mismo: piscina  y aire acondicionado. Quizás los baños estén un poco peor, pero no siempre .

          Nuestros dos últimos días en Kuta fueron más relajados. El primero, tratamos de llegar más allá del aeropuerto -se puede ir por la playa- en la dirección contraria a Canggu. Es complicado, porque no es posible rodear el aeródromo, salvo por mar o por grandes carreteras.

          El segundo, además de varias gestiones logísticas, visitamos el famoso centro comercial DFS, en el que solo hay guiris. Se supone, que es para gente de tanto dinero, que nada tiene precio. Pero nosotros y en nuestra linea, nos pusimos las botas a base de probaturas gratuitas de pescado en salsa y galletas variadas.

          Mañana y si no hay contratiempos, iniciaremos la vuelta por tierra, hasta Surabaya, vía Dempasar y Gilimanuk.

sábado, 25 de mayo de 2024

Reflexiones de una prenavideña tarde tropical

         Los días van transcurriendo, cada vez más deprisa -nos llegamos por el 54 y la Navidad se va acercando, aunque por aquí, hay pocas muestras, que lo certifiquen, más allá de algún árbol cutre aislado o algún villancico en ingles en algún centro comercial.

          Después de la dureza de Sumbawa y Lombock -calor, alojamientos chungos, transportes peores, ausencia de alcohol y de cerveza, carreteras insoportables-, nuestra vida ha perdido la mayor parte del sufrimiento. Ello hace que estemos más relajados y que dediquemos mucho más tiempo a debatir de cosas, en las que hoy nos va la vida y mañana, ni nos acordamos de ellas 

          Sin ir más lejos, tres han sido hoy los asuntos de controversia.

          1.- ¿Navidades a la europea, con su frío, sus tradiciones, sus excesos y parafernalias o a la tropical, con el calor húmedo, la playa y sus mojitos y caipiriñas, pero con celebraciones mínimas? No somos nada navideños y cada vez menos, pero nos seguimos quedando con lo de siempre, aunque ni tengamos familia (la de mi pareja ya murió y la mía, como si lo estuviera).

          2.- ¿Leer las opiniones de los usuarios de los hoteles, en Booking o sencillamente, evitarlas? Cada vez, somos más partidarios de lo segundo, porque la mayoría de la gente da importancia a cosas absurdas y superfluas, o ha viajado muy poco y no tienen con que comparar. Tampoco nos sirve la media de puntuación. Hay lugares con una valoración de cinco -como el de ahora-, en los que nos hemos sentido mejor, que en otros de ocho. Además en este aspecto, hay mucho fraude a través de muchos clicks robóticos o interesados, que nunca visitaron el establecimiento o que son los mismos propietarios.

          3.- ¿Habitaciones con aire acondicionado o sin el? La respuesta parece de perogrullo, pero no lo es tanto, cuando te das cuenta, que con la primera opción y en países muy calurosos, como este, quieres salir al exterior más tarde y volver por la noche más pronto, para guarecerte, mientras de las habitaciones donde te asfixias, quieres salir huyendo a todas horas y por tanto, visitas más cosas.

No es tan malo irse al OYO

           En el sudeste asiático ir al hoyo,  no significa necesariamente morirse. Sobre todo si le quitamos la h (oyo). O lo que es lo mismo: on your own. Se trata de una mega cadena de alojamientos, fomentada por un chico indio de 19 años, que la creó en 2013. A diferencia de Booking, no es un mero intermediario de reservas, sino que participa en la gestión de hoteles o habitaciones exigiendo unas condiciones mínimas y reformas necesarias para garantizar cierta calidad en estos alojamientos. Controla más de 12.000 y ya se ha introducido, incluso, en España.

        A diferencia de Tailandia o Vietnam, donde todos los alojamientos los gestionamos con sus propietarios, en Indonesia hemos tirado bastante de Booking. Especialmente, en Bali y Flores ( no así, en Sumbawa o Lombock)

          En relación a los viajes anteriores al país, en 2.008 y 2018, la calidad ha aumentado mucho más, que el precio y para nosotros, Indonesia se ha quitado esa lacra de alojamientos muy cutres, que compartía con países, como Turquía o Marruecos. Eso sí y salvo excepciones, los fantásticos desayunos de entonces -incluidos en en precio- están desapareciendo o han mermado en su cantidad.

          Seguimos en Kuta, en un hotel fenomenal y barato. Y el día de hoy lo hemos dedicado a llevar a cabo una excursión estupenda y calurosa, de unos 38 kilómetros (ida y vuelta). Hemos recorrido el paseo marítimo hacia la derecha, para llegar a Senmiyak y Canggu, a través de decenas de playas de arena ocre y negra y diversos y atractivos templos de roca volcánica, tan oscuros como el azabache.

          La única dificultad de la jornada ha sido atravesar unos cuantos canales de corrientes diversas y hasta alguno de ellos de posibles aguas fecales.

Cuatro planes desde Kuta

           Nos costó la tarde entera, porque la información es escasa e imprecisa, pero trasteando en el hotel por internet y embadurnados de calor, nos planteamos tres objetivos con el transporte para el día siguiente (luego serían cuatro). 

          La jornada comenzó bien, reservando más barato en un hotel prometedor y con aire acondicionado. Y siguió mejor, porque en una zona de la playa nos invitaron a desayunar té y café y nos ofrecieron una caja , que contenía una croqueta gigante de verduras, dulces y cacahuetes.

          Llegamos hasta el Discovery Mall, desde donde supuestamente, operan buses de Kura Kura, para diferentes destinos del sur de la isla. Fracaso total. Nadie sabe nada. Seguimos por la playa hasta el Lippo Mall y junto a una parada de Grab -el Uber indonesio -, sí encontramos otra de Kura Kura, pero solo con destino a Ubud y más caro -suplemento por equipaje-, que Perama, la del shutle de ayer. Nada de Dempasar o Canggu.

          Tercera baza: a Ikea y la estación de ayer, por un largo, aunque no incómodo camino. En la multinacional sueca, albóndigas al doble de precio, que en España, aunque los refrescos son ilimitados, por poco más de cincuenta céntimos. Y, en la terminal, solo buses a Dempasar, carísimos. Y además, hay que adquirir una tarjeta de recarga de alto precio, para solo una vez.

          El cuarto plan, vino de una pedrada mía, que contradecía a Google, que indica, que no es posible llegar a Canggu, desde Kuta, yendo caminando por la playa. De esta forma conseguimos hacer la mitad del camino -unos siete kilómetros - hasta unos bonitos templos y tuvimos, que volver, por hacerse de noche, para reintentarlo mañana.

Empieza el tercer "interair"

           Mañana domingo comienza nuestro tercer "interair", que nos va a llevar, durante 18 días, por varias ciudades europeas. Por primera vez, llevamos todo el recorrido cerrado y no nos vamos a gastar en él más de 180 € por persona.

          Da un poco de vértigo, porque se trata de un puzzle de diez vuelos, en tan solo dos semanas y media, con el estrés que supone, el transitar y pasar por los controles de seguridad de los distintos aeropuertos. Pero, creemos, que podremos con ellos, especialmente, si no hay retrasos aéreos y el clima acompaña. Solo, entre tres y cuatro noches de hotel.

          26 de mayo: Valladolid - Madrid 

          27 de mayo: Madrid - Billund, con Ryanair. Territorio conocido 

          29 de mayo: Billund -Gdanks, con Ryanair. Intentaremos explorar el cercano campo de concentración de Stutthof y Hel

          1 de junio - 3 de junio: Gdanks - Stavanger -Gdanks, con Wizzair, ida y vuelta 

          4 - 5 de junio: Gdanks - Tronso - Gdanks y su sol de medianoche, con Wizzair. Solo 23 horas en el círculo polar ártico 

          7 de junio: Gdanks - Hamburgo, con Ryanair. Visitaremos este destino y la cercana Bremen.

          9 de junio: Hamburgo - Málaga, con Ryanair. Seis horas de escala.

          10 de junio: Málaga - Burdeos, con Ryanair, para descubrir esta ciudad.

          12 de junio: Burdeos - Madrid, con Ryanair y fin del viaje.

Regreso a Kuta

           En un supermercado de Lombock nos compramos unos tintes super morados para el pelo. Nos los dimos en el hotel de Padangbai. Desde entonces, somos la sensación de las islas y casi todas las mujeres de diversas edades -también algunos hombres- se deshacen a nuestro paso con calificativos, como "great", "beautiful", "nice", "deep purple"...

          Al final y con más esfuerzo del esperado, tuvimos, que volver a Kuta con Perama, pagándolo caro y en un trayecto muy pesado de casi dos horas para 35 kilómetros, debido al denso tráfico. De camino, vimos un Ikea y una estación de autobuses, que nos abrió futuras esperanzas, para poder ir a Dempasar, desde donde pensamos acometer la vuelta por tierra hasta Surabaya -Java- desde donde tenemos un avión, a Kuala Lumpur, el día 21 de diciembre.

          En Kuta -como en el resto de Indonesia -,  contratiempos podíamos esperar, pero no desde luego, con el alojamiento, al querer volver al de la primera vez, con nuestra gran piscina y aire acondicionado. Pero el conserje nos devolvió a la realidad, indicando, que todo estaba lleno. Más tarde y trasteando en Booking descubrimos, que si había alcobas, pero que no estaban dispuestos a ofrecerlas al precio de la otra vez.

          Comenzó entonces un largo, tedioso, caluroso, húmedo, esforzado y desanimado peregrinar por los diversos hoteles de la zona. Pagamos lo mismo que hace más de dos semanas, pero sin aire, sin piscina y con un baño indecente. Mañana, definitivamente, buscaremos otra cosa.

          En los próximos días debemos visitar Canggu y volver a Dempasar y probablemente, en ambos casos, será andando por la escasez y el alto precio del transporte colectivo, que de público tiene poco.

viernes, 24 de mayo de 2024

Nunca debimos volver a Ubud

           Si segundas partes nunca fueron buenas, no digamos, las terceras. Nunca debimos volver, a Ubud. De hecho, no entraba en nuestros planes, pero al acortar nuestro circuito por Flores, nos sobraban días. El templo del lago -el principal y el más visitado, aunque no el más bello- estaba en nuestros recuerdos y en las fotos de los dos viajes anteriores a esta ciudad y al que habíamos acudido docenas de veces en el pasado. Al bajar del bus de Padangbai, le dije a mi pareja: "algún día cobrarán por entrar a ese templo, a no tardar mucho". Más bien, a no tardar nada, porque ya han puesto férrea billeteria junto al Starbucks.

          Lo único barato en Ubud ya solo son los hoteles, porque hay tantos, que no pueden subir los precios. Pero, en general y en cuanto a los económicos, son algo más rústicos, que en el resto de la isla, aunque suelen compensar con sabrosos desayunos.

          Cada vez eso sí, nos da más la sensación, en cada ocasión, que volvemos a Ubud es, que con más descaro y sin disimulo, tratan de estafarte con todo, siendo la inflación galopante. Definitivamente - ya había pocos en 2018-, han desaparecido los bemos y por tanto, no hay forma de moverse en transporte público, por Bali. Solo te quedan los shutles -diez veces más caros el kilómetro, que en Sumbawa o Lombock - o los carísimos taxis (un recorrido de 30 kilómetros equivale a cuatro noches de hotel para dos personas).

          Los fantásticos templos de la ciudad, que antes visitabas entre sonrisas y en pantalón corto, ahora, o los cierran o ponen carteles en los que dicen que solo se puede entrar para rezar -ni puto caso - y en los que están abiertos, tratan de echarte, pesadisimas señoras, por no llevar el sharong (a la mierda, todas ellas). Los templos de la ciudad no los cobran porque no va nadie, en los de las afueras y pagando una carísima excursión no hay problema.

          Algo, si ha mejorado, desde hace un lustro. Han construido un mercado nuevo y moderno y peatonalizado los alrededores, pero obras, sin educación, no sirven para nada, porque siguen campando a sus anchas y aparcando en cualquier parte con las malditas motos. 

          En Ubud me caí y me arañe un brazo. La última vez, había sido en Guadalajara, México, hace más de dos años.

Cuatro agujeros en el modelo de vida indonesio

           Existen muy poderosos motivos para asegurar, que países como Indonesia no podrían subir en el ranking de prosperidad y bienestar, ni aunque lo intentaran, ni aunque les tocara la lotería, ni aunque de la noche de la mañana, produjeran todo el petroleo, el coltán o todos los diamantes del mundo. La razón es, -como ocurre en la mayoría de países del tercer mundo -, que las medidas, que harían progresar exponencialmente al país no cuestan demasiado dinero.

          Se trata más, de un cambio de decisiones y de filosofía vital, que de poder económico. Pero, ya os adelanto y por experiencia, que nada de esto se va a producir. Son cuatro -a grandes rasgos, porque son muchos más -, los agujeros del irreparable sistema, que no requerirían  de casi ninguna inversión.

          1.- Movilidad. Resulta imposible moverse por el país con criterio. Todo movimiento humano fluye con tanta naturalidad, como caos, a pie o mediante los diversos -fundamentalmente motos anárquicas -, transportes. No puedo ni imaginar, los puntos de crecimiento del PIB, que esto puede restar al país,sin que a nadie le importe.

          2.- Destrozar el medio ambiente. ¿Costaría tanto, que cada uno tirará sus cosas sobrantes a la basura? Parece ser, que sí. Resulta deprimente, sobremanera, viajar en un ferry y ver, que el mar está lleno de basura generada por los lugareños y agrupada por bloques, que mueven las corrientes y las olas. Asomado a la barandilla y asombrado ves, como sin sutilezas o remordimientos, lanzan todos los desperdicios al mar. Lo mismo ocurre en el transporte terrestre.

          3.- Precios. En un país coherente y por pocos recursos, que tenga, no puedes pagar un precio y el doble, por lo mismo. Pues eso ocurre, por ejemplo, dependiendo, en que dirección tomes el ferry a las islas Penidas (60.000, por 30.000).

          4.- La hipocresía, motivada por no se que razones, dado que no tiene raíces, ni políticas, ni religiosas. Resulta, que prohíben el alcohol en la mayor parte del país -menos en Bali, porque sino , no iría, ni el tato- y lo fundamentan, en que hace daño a los jóvenes. Pero, cuando vas por la calle, ves a críos de 12 o 13 años haciendo el bestia con una moto, con el peligro, que conlleva para ellos y para el resto del tránsito.

Padangbai

           Padangbai es un lugar infravalorado -incluso por nosotros, hace cinco años - por ser un sitio de tránsito de los viajeros que van, de Bali, a Lombock y viceversa. Como tantas veces, todos vamos corriendo y decimos aquello de "no tiene nada interesante". No es verdad. Padangbai posee un número importante de templos, que casi no visita nadie, salvo los devotos lugareños.

          En Padangbai se pueden realizar caminatas en los alrededores, donde contemplar excepcionales playas de arenas blancas y negras. También cuenta con bien montados barrios suburbiales, donde se mezclan la ruralidad de la zona y sus guerreros y variados animales domésticos, con cuidados alojamientos para extranjeros o familias locales.

          El único problema de Padangbai es, el de siempre aquí. Gente tratándose de hacer rica, a bajo coste y a alto precio. No existe transporte público, ni estación de autobuses. Por lo que para los desplazamientos todo queda en manos de las sanguinarias agencias locales, que se relamen , por cada guiri, que ven. Los shutles son un robo -encima, tratan de engañarte dos veces- y los taxis, organizados, como mafia, son simplemente depredadores de gentes.

          Los ferrys hacia las Penidas no se han visto inmunes a esta especulación fagocitan te. Han eliminado las ventanillas de venta de toda la vida para encomendársela a las agencias, sin que el viajero reciba un plus a cambio. Al final y tras varias valoraciones de la situación y a regañadientes, les regalas los tres euros a mayores, que te piden y les deseas la muerte inmediata. Un trayecto en Bali, de 30 kilómetros cualquier transporte  cuesta diez veces más, que en el resto de Indonesia.

Las Penidas

            Retornados a Bali, después de  nuestras aventuras  isleñas por Flores, Sumbawa y Lombock, nos trasladamos a través de una hora y media de ferry a las islas Penidas. Son tres y acabamos en la más grande y en concreto, desembarcamos en Batununggul, que es donde llega el ferry público ( hay otras muchas formas de transporte privado)

          El municipio tiene una calle larguísima y relativamente caótica, que ofrece todos los servicios necesarios para el viajero: hoteles o bungalows bastante competitivos, minimarkets, oficinas de cambio, restaurantes y bares y hasta un bien abastecido mercado nocturno de comidas variadas.

          En la parte izquierda se suceden un sin fin de playas, aunque están más adaptadas a la explotación de la pesca y de otras actividades por parte de los lugareños que al turismo. No obstante sus verdosas aguas cristalinas incitan al baño, en cualquier parte. Lo más famoso de esta isla y de forma merecida son las espectaculares playas del sur, como la Diamante, Cristal Bay o Broken Athu. 

          Se encuentran  lejos de los núcleos de población, por lo que si se quieren ver, no basta con andar. Alquilar una moto o tomar un taxi son las mejores opciones. Caminar da de sí lo que da, porque el calor es asfixiante y no hay una sola sombra, al tratarse de edificaciones bajas. Pero, si sirve -y nadie lo menciona, para contemplar los numerosos templos de la zona, de piedra y en diferente estado de conservación y que nadie visita. Son diferentes a los de Bali, aunque mantienen unos rasgos comunes. ¡No saben lo que se pierden!

Transportes privados desfasados y negocios emergentes poco ocurrentes

           Hace quince años, que vinimos por primera vez al sudeste asiático y también, a Indonesia. Hay cosas, que han cambiado, como la calidad de los alojamientos para bien que en más de cien días de viaje, entonces, no viéramos una sola pastilla de jabón, bote de champú o rollo de papel higiénico, cosas que hoy aparecen en casi todos los alojamientos.

          Pero hay otras cosas, que de manera endémica, duradera y claramente proyectable hacia el futuro, permanecen igual. El más inmovilista es el sector del transporte privado. Los "drivers" con las mismas técnicas y frases de siempre: "Hello mister, taxi yes", mientras tratan de acompañarte hasta que les digas, que sí, de forma más o menos hostigante o haciendo gestos de mover un volante. Ni entienden, ni han entendido nunca, que el guiri tonto no lo es tanto para saber coger un taxi por si solo o que llegado el caso tendría habilidades para pedir ayuda. Por otro lado, la mayoría de los turistas van con el móvil de la mano, han estudiado más o menos, sus pretensiones, tienen tarjetas SIM del país, que les permiten estar conectados en todo momento y conocen las aplicaciones, como GRAB, que presta diversos servicios sin intermediarios bien sea de transporte, comida u otros. A estos pobres buscavidas desfasados, alguien debería llevarles por el camino del reciclaje profesional, aunque resulta difícil, porque muchos de ellos no saben, ni leer, ni escribir. De todas formas, algún guiri imprudente sigue cayendo.

          Con sorpresa y estupor, hace unos días y en el aeropuerto de Bali vimos, como dos inconscientes mujeres y en plena noche, con bultos de ruedas, se entregaban a dos motoristas, para que las llevaran a su supuesto hotel. ¿Habían calibrado los muy probables peligros?

          El otro gran sector anquilosado y víctima constante del fracaso son, los visionarios emprendedores, que montan negocios al olor de turistas y viajeros. Hay decenas o centenas cerrados en cada sitio, pero no aprenden e incurren en gastos cuantiosos, que en no mucho tiempo, les llevan a la irrecuperable ruina. Ejemplos los hay en todos los sectores del turisteo.

          Mucho más inteligentes son esas señoras de los puestos de comida, que invierten poco y granito a granito, se van forjando unos merecidos ingresos. Esto es más viejo que el hilo negro. Recuerdo el mundial de fútbol del 82, cuando en el grupo, que jugaba en Valladolid, cayó Kuwait. Muchos empresarios se volvieron locos, para luego descubrir, que los que vinieron, comían hamburguesas y bebían coca colas,sin más.

          Nosotros podemos tener en el banco, diez mil veces,lo que un indonesio, pero eso no significa, que hayamos venido aquí, a gastarnoslo todo o a que nos estafen en cada esquina o con cualquier triquiñuela ocurrente. No comprenden, que la mayor parte del dinero lo gastamos en los pasajes aéreos y que una vez en el destino, nos gusta más hacer actividades sin excesivo coste, que convertirnos en el gordo o la pedrea de los lugareños.

 En el tercer mundo -incluida Indonesia -, el concepto ocio no es entendido, ni por los más avispados. Ellos piensan, que siempre el turista necesita transportarse o estar dilapidando sus euros 

jueves, 23 de mayo de 2024

Se nos atragantó Sumbawa

           Creo, que la única vez, que he perdido el control en este viaje, ha sido, cuando en Sumbawa y parte de Lombock, nos han tenido sin poder tomar alcohol -ni siquiera una misera cerveza -, durante casi cuatro días y sus respectivas noches, mientras nos machacaban con la lentitud y arbitrariedad de los transportes, nos devoraba el monzón o éramos sometidos a vejaciones y risas por los lugareños, simplemente para su divertimento. La vida es muy aburrida, porque en buena parte del territorio de la Sonda, no hay ni siquiera ni bares de té o café. Nos dejaron tranquilos, después de que se dieran cuenta de que con sus indisimuladas tretas colectivas, no iban a sacarnos una sola rupia.

          En los primeros viajes al sudeste asiático -salvo Tailandia y Laos-, vivíamos en una especie de montaña rusa, lo que afectaba a diario a nuestro carácter . Hace ya tiempo y en esta zona del planeta, que nos tomamos la vida con mucha más filosofía, tranquilidad y sin sufrir desgaste. Ya no entramos al trapo de casi nada, ni de casi nadie, pero debemos reconocer, que Sumbawa se nos ha hecho largo y que en esta isla hemos sido maltratados de diversas maneras y ninguna ha sido, precisamente, sutil. No vamos a arremeter contra nadie, porque la mayoría de la gente en Sumbawa y en el resto de Indonesia es buena, al margen del gran salvajismo adquirido, que es variado. El común de los mortales trata de ayudarte, a su manera, incluso, cuando no están preparados para ellos, porque hemos detectado, que mucha gente no sabe leer, ni escribir.

          La gente mala es la de siempre, la que espera sacar algo de ti, abiertamente y a tumba abierta o bajo manipulación y confusión. Son  los mismos de casi todas partes del tercer mundo: los del transporte, los  de las agencias, los buscavidas sin oficio, pero con mucho tiempo libre y los molestadores profesionales. Serán los  gestores de los alojamientos o las señoras de los concurridos puestos de comida, la que os hagan la vida más fácil, porque va en sus genes, se juegan su esforzado beneficio gota a gota y su prestigio.

          Sobre el gremio del transporte y los supuestos negocios emergentes en el tercer mundo, hablo en la próxima entrada.

"De analógicos, a digitales*, exposición en el Espacio Telefónica de Madrid


 

domingo, 19 de mayo de 2024

Vida ajetreada, entre el segundo y el tercer "interair"

           A pesar de haber regresado más tarde de lo previsto de nuestro segundo "interair", aún llegamos a tiempo para disfrutar de las fiestas de San Pedro Regalado, en Valladolid y las de San Isidro, en Madrid.

          En la plaza Mayor de Pucela, asistimos a un doble concierto, patrocinado por Ouigo. Primero tocó Marlon, con mayoritario público joven. Está audiencia tiene unos comportamientos peculiares, que la diferencia de los que ya tenemos una edad más peligrosa. Se dividen en dos: los que se pasan el concierto hablando de tonterías, sin escuchar la música, ni dejar a los demás atender al concierto y los grupos de jovencitas, que se las saben todas. Ambos, ingieren , en su mayoría, bebidas energéticas.

          Marlon nos encantó, al igual , que Sidecars, a los que ya habíamos visto en una pequeña sala hace unos años. El día siguiente contemplamos a Destino Rubicón en otro escenario de la ciudad.

          Y el domingo, nos fuimos a Madrid, al Parque de las Vistillas, para asistir al concierto de Ella Baila Sola. En este caso, público mayor, con otras características muy diferentes: escuchan y no hablan, beben cerveza y cosas más fuertes y olor generalizado a chocolate (en los ochenta, llamado costo). La nueva formación tocó, incluso, temas nuevos.

          El día previo a San Isidro nos presentamos en el mismo parque para disfrutar de Coco Bazar, K1ZA y Boston Babyes, en el 44 Festival Villa de Madrid de Radio 3. No nos quedamos a Los Punsetes y decidimos volver a Valladolid en el último tren, porque hacia frío.

          Y dos días después, asistimos a otro evento organizado por la misma emisora: el Festival del Día Internacional  de los Museos -de 7 a 21 horas -, donde nos deleitamos con Pignoise, Los Enemigos, Los Estanques, El Columpio Asesino o Lady Banana.

          Ayer y de forma gratuita, asistimos durante dos horas al Museo Thyssen. Todo muy bien organizado, con cita previa, porque si no, no habríamos logrado entrar por aforo completo, como nos ocurrió en en Museo Cerralbo y en el Museo Lázaro Galdiano.

jueves, 16 de mayo de 2024

El insomnio nórdico

           A ver: yo me he quedado dormido en la biblioteca de la facultad -en clase, solo sesteos-, en la de mi barrio, en centros comerciales, en cientos de transportes públicos, en la playa, en un parking en Sídney, en un centro cultural de Taiwan, en mil playas, bajo un sotopassaggio en Campobaso...¡Podría seguir, hasta casi el infinito! Y nunca nadie me llamó la atención.

          En los países nórdicos -tan compuestos, aparentes y cuadriculados ellos- no resulta buena idea echar una cabezadita en un lugar público, como demuestran estas tres situaciones, que nos ocurrieron, durante los cinco primeros días.

          1.- Volamos, a Billund, a las seis de la mañana de un lunes. Pasamos los controles a las 3:30, por lo que no hemos dormido nada. Nos roncamos el vuelo entero, pero al llegar, estamos agotados. Tras caminar hasta el centro y explorar la ciudad, reclamos en la Casa del LEGO, donde hace calorcito. Pongo la mochila en un lado y me recuesto, cayendo en brazos de Morfeo. No tardan mucho tiempo en echarme una reprimenda, envuelta en risas (está gente nórdica no sabe sonreír). Nos advierten de que podemos estar allí todo el tiempo, que queramos, pero guardando las formas.

          2.- Una hora después, ha bajado la temperatura y llueve a cántaros. Entramos en el único centro comercial de la ciudad, muy moderno y diseñado con bastante gusto. En uno de los lados se ubican varios mullidos sillones, donde los dos, caemos rendidos. Una hora después y esta vez, sin medias tintas, somos sometidos a un increíble interrogatorio por el personal de seguridad. Tenemos, que salir huyendo, como si fuéramos malhechores.

          3.- Cuatro días después y en el aeropuerto de Alesund, a mi pareja se le cae la cabeza de sueño sobre una mesa y nuevamente es obsequiada con una bronca de perfil medio.

          Lo curioso es, que en los tres casos, la primera pregunta fue: ¿estás bien?, como si dormir fuera algo antinatural. La cuestión era tan ambigua, que todavía hoy no sabemos, si se referían a la salud o a haberte drogado o bebido. Aunque, apostamos por lo segundo.

Los tres aeropuertos nuevos de nuestro último "interair"

           En la preparación de un "interair" hay, que ser estudioso de las condiciones de cada aeropuerto, especialmente, si se va a pernoctar en ellos. Hay veces, que no es fácil obtener información, como nos ocurrió en el pasado viaje con el de Alesund. No supimos hasta estar in situ, si abría o no por la noche, en un lugar bastante frío.

          En el próximo "interair" afrontaremos al menos, tres aeropuertos nuevos: Stavanger, Tronso y Hamburgo. Pero lo que ahora toca, es hablar de los de Billund, Alesund y Trondheim, donde arribamos por primera vez, durante el anterior periplo.

          Billund: a pesar de encontrarse en una población de 6500 habitantes,es el segundo de más tránsito aéreo, en Dinamarca. Sin peligro y en tres cuartos de hora, se puede ir andando a la ciudad o al parque Lego. Abre las 24 horas y se puede dormir en el suelo sin ser molestado. En vez de asientos corridos, tiene mesas y sillas de terraza, donde comer, beber, escribir o llevar a cabo otras actividades. Buen wifi y enchufes suficientes para cargar los diversos cacharros.

          Alesund: pequeñísimo aeropuerto, a unos 15 kilómetros del núcleo más poblado, que se recorre de un extremo a otro en poco más de medio minuto. Cuenta también, con sillas y mesas de terraza,excelente wifi -hay que reengancharse cada cuatro horas y es imposible quedarse dentro, ni con tarjeta de embarque para la mañana siguiente. Sin embargo, en su exterior, existe una caseta cerrada de unos tres metros cuadrados, con puerta corredera sin llave y acondicionada con un banco y dos estufas. Allí dormimos tres noches, sin ser molestados. A unos 500 metros, existe un complejo de habitaciones no muy caro -no viene en Booking -, pero suele estar lleno. El supermercado más cercano está a una hora, caminando.

          Trondheim: el aeropuerto más delicioso del viaje. Ubicado a 35 kilómetros de la ciudad, pero muy bien comunicado. Sillas y mesas para por el día y dos sofás redondos para dormir a cualquier hora, porque abre las 24. El super más cercano está a quince minutos andando. Buen wifi constante y enchufes suficientes.

          En cuanto a los aeropuertos repetidos, dos variaciones, en tan solo siete meses.

          Gdanks: ya no piden la tarjeta de embarque de madrugada ¿Será porque el gobierno de ahora es un poco menos facha, que el del año pasado?

          Copenhague: de las dos noches, íbamos solicitaron la documentación de vuelo. Han instalado una maquinita diabólica en los controles de las que te ven todo lo que llevas debajo de la ropa y te tocan bastante las narices.

miércoles, 15 de mayo de 2024

¿ Y ahora..., qué ?. Tercer "interair", en menos de un año

           Probablemente, a principios de julio, regresemos, a India, por un periodo indefinido, dado que tenemos visado vigente hasta enero del año que viene. Lo haremos, previsiblemente, vía Omán, donde tenemos visitas pendientes y trataremos de priorizar lugares lo menos calurosos posibles. Estudiaremos la posibilidad de hacer incursiones en Nepal y Pakistán, aunque no es seguro. La duración del viaje es incierta.

          Pero antes, iniciaremos nuestro tercer interrail aéreo -a partir de ahora, lo llamaremos "interair"-, de la forma, que sigue, ya con billetes confirmados o a punto:

          27 de mayo: Madrid -Billund. Poco más de un mes después, volvemos a la capital del LEGO, porque es la forma más barata de llegar, a Gdanks.

          29 de mayo: Billund -Gdanks (tres días en esta zona)

          1 de junio: Gdanks -Stavanger. Visita de esta ciudad y sus alrededores. Se trata de la población que posee el conjunto más extenso de casas de madera de toda Europa.

          3 de junio: Retornamos a nuestra base logística polaca de los últimos tiempos.

          4 de junio: Gdanks -Tronso. Nos vamos a ver la zona y especialmente, el sol de medianoche. Hemos decidido, que a partir de ahora, viviremos experiencias inéditas y esta lo es. Y por eso y en diciembre y aunque pueda sonar a paletada, nos iremos a Rovaniemi, la casa de Papá Noel. ¡Y si de paso, cae alguna aurora boreal...!

          5 de junio: Tronso-Gdanks. En Tronso, nos hubiera gustado estar, al menos, dos días, pero la frecuencia de los vuelos y su precio, reducirá nuestra estancia a 23 frenéticas horas sin dormir.

          7 de junio: Gdanks -Hamburgo. Este vuelo será con Ryanair, al igual, que los dos primeros. Todos los que parten desde o hacia Polonia, son con Wizzair.

          8 de junio: Hamburgo -Bremen. Hay autobuses de Flixbus, a 5€, para este destino.

          Aún está pendiente de cerrar la vuelta. Nos gustaría, que fuera por Burdeos -vía Bergamo-, pero lo más probable es, que viajemos de forma directa, a Málaga o Palma.

          Solo contrataremos hotel en Gdansk y probablemente, en Hamburgo.

44 edición del festival 🎎🥮 Villa de Madrid, en San Isidro. Coco Bazar, uno de los finalistas


 

lunes, 13 de mayo de 2024

El largo regreso desde Trondheim

           Se nos olvidó comentar y al hilo del aislamiento, que en Noruega hay un porcentaje significativamente superior a otros países, donde la gente va con auriculares por la calle y que el silencio en el transporte público es sepulcral. Pero, aún así, nosotros nos encontramos tan felices, porque aunque Noruega es uno de los países más caros del mundo -65 mil euros anuales de sueldo medio, lo compensan- en nuestro caso nos sale bastante barato, porque dormimos gratis y bien, no gastamos en transporte interior y comemos de supermercado.

          La última mañana en Trondheim y con calor, la dedicamos a seguir algunos de los caminos peatonales desde el aeropuerto, que no habíamos puesto en práctica ayer. Después y sin estrés ni incidencias, embarcamos en el vuelo de Norwegian, rumbo a Copenhague. Nos habría gustado, volver a Gdanks, con Wizzair y desde ahí, a Barcelona, pero el precio del primer vuelo era inasumible.

          Nunca habíamos volado con esta compañía -algo más cara, que Ryanair y Wizzair- y debemos decir, que nos ha gustado bastante. Embarque muy rápido -sin pedir ninguna documentación-, asientos amplios y un personal muy amable. Seguro, que repetiremos con ellos.

          Dormir en el aeropuerto de Copenhague, no iba a ser ninguna sorpresa, porque ya habíamos estado allí dos noches en septiembre pasado. Pero si lo es, sin embargo, descubrir, que aunque son unos diez kilómetros, se puede bajar andando hasta el centro, porque hay anchísimas aceras, durante todo el tiempo. Así, que no desaprovechamos la ocasión.

          Y de Copenhague, a Bérgamo y de ahí, a Madrid , con Ryanair. En la ciudad italiana, tuvimos una extraña sensación, que confirma, lo del color del cristal con que se mira. Cuando volvimos desde India, a finales de marzo, nos pareció una ciudad modélica y ordenada. Regresando del norte de Europa, todo lo contrario: caótica y parcheada.

Caminatas peatonales desde el aeropuerto de Trondheim

           En los alrededores del aeropuerto de Trondheim -digamos, unos cinco kilómetros a la redonda -, existen más de diez supermercados, a los que se accede de forma sencilla por las vías personales/bicicleta. El más recomendable es el sueco, Rema 1000, por encima del Netto danés. Pero, en Dinamarca, estos términos se invierten. Hay productos que cuestan tres o seis veces lo que en España, pero también existen unos cuantos más baratos o de precio similar, que forman la base de nuestra alimentación.

          Un kilo de Kartoffelsalat,, anda en 1,25€, se trata de una ensalada de patatas, mayonesa, hierbas y cebollino, nacida en Alemania. Otro productos asumibles: latas de sardinas, algunos snacks,cremas envasadas en tubos,como si fueran pasta de dientes, de sabor a caviar, chorizo, jamón serrano, queso, jalapeños..., que se untan en el pan. El surtido de galletas y dulces resulta pobre y caro, pero la gran sorpresa son las gominolas. A 1,20€ los cien gramos, tienes acceso a la mayor variedad, que hayamos visto nunca. Los noruegos son sosos, pero en vez de haberles dado por la sal, se han lanzado a por estos dulces a tumba abierta.

          En cuanto a los refrescos no son de alto precio, pero el problema e el reciclado de los envases de plástico y de las latas. El sistema, que nos pareció moderno y sostenible en 2005 -primera visita a Dinamarca, Suecia y Finlandia- cuando no había contenedores d separación de residuos, ahora resulta claramente latoso e inadecuado. Por cada envase te cobran entre 15 y 30 céntimos y si lo quieres recuperar, debes introducirlos, una vez vacíos, en una máquina -no las hay en todos los supermercados -, que emite un ticket con el total a devolver. 

          La mayor de las muchas molestias de, que las latas van escurriendo constantemente en el equipaje y cuando las sacas, sobre tus manos y tu cuerpo.

          El segundo día en Trondheim, nos dedicamos a completar varias caminatas por los senderos peatonales. Hay decenas de ellos, pero los principales, que recorrimos, son:

          -Hasta la ciudad de Stjordal, municipio más poblado y con todos los servicios, incluida la primera tienda de alcohol, que hemos visto en Noruega, Suecia y Finlandia (en Dinamarca, se vende en los supermercados)

          -Cruzando un puente sobre una bahía, hasta una bonita iglesia.

          -La mejor: bordeando el mar por un paseo marítimo, hasta Molovika y su salvaje y bonita playa, ubicada en una punta.

Trondheim: bonito casco histórico y carácter puramente noruego

          No son ni las nueve de la mañana, cuando ya estamos camino de Trondheim, iluminados por un sol espléndido -ni una nube-, que nos va a acompañar, durante los tres días.

          La ciudad es tranquila y algo abúlica, características iguales a las de Alesund o Bergen y en general, a todo Noruega. Todo es sobrio y ordenado y las escasas alegrías de la huerta vienen dadas por los pocos inmigrantes, que han llegado al país -desconocemos, por qué no hay más teniendo en cuenta el alto nivel de vida -, en los últimos años. Para ser gráficos, digamos, que lo más aburrido, que hacemos en España, puede -o no-, llegar a ser lo más divertido, que practican en este país nórdico. No hay bares -dicen, que en la calle Alcalá de Madrid, existen más, que en toda Noruega -, ni casas de apuestas, ni negocios de estética, ni casi tiendas, más allá de los escasos centros comerciales. 

          Pero, ellos, viven tan felices en sus super casas, aislados en familia, dedicándose al bricolaje, a la jardinería o a sus mascotas. En público, muy sosos y previsibles, aunque muy educados y limpios, con las calles impolutas.

          Pero, vayamos con el plan del día en Trondheim. Primero, la visita a su extraordinaria catedral que es la de estilo gótico, que está más al norte de Europa. Al lado se encuentra el complejo del Palacio Arzobispal.

          Ahora, toca ir a conectar con la imagen icónica de la ciudad, formada por la inmensa hilera de casas estilo nórdicas y de colores que bordean el serpenteante río Nidelva. Sin recesos seguimos hasta el curioso ascensor de bicicletas, que ahorra a los ciclistas la severa cuesta hasta el castillo. En la actualidad, está completamente tapado por las obras, pero desde esta colina las vistas son extraordinarias.

          Aún, tenemos tiempo para pasear por su plaza principal, las pocas animadas calles peatonales, contemplar otro par de bonitas iglesias y otros edificios civiles.

          Regresando a la estación y en frente de ella, otro complejo de casas típicas, aunque menos bellas, que las del entorno del puente viejo.

          Para estar en la aburrida Noruega, estás dos anécdotas nos salvaron la jornada. En Trondheim y junto al río, a unos 17 grados de temperatura las jóvenes toman el sol en bikini sobre la hierba, como si hiciera 30. En los alrededores del aeropuerto, un labrador está arando sus tierras y en los surcos que se van abriendo, van lanzándose como locas numerosas gaviotas, en busca de un supuesto festín, qué no sabemos en que consiste.

Arribando a Trondheim y durmiendo en su tranquilo aeropuerto

           Y llegamos a Trondheim, con algo de retraso, siendo las 10:30 de la noche. Aunque esto es un decir, porque ya avanzada la primavera y desde que se pone el sol, hasta casi media noche, el cielo queda en un limbo de tonalidad blanquecino muy agradable a los ojos.

          Hoy dormimos en el aeropuerto, pero, mañana y pasado también, porque los precios de los hoteles aquí no nos dejan más maniobra. Cómo habíamos leído, este aeródromo deja abierta la terminal de llegadas, durante las 24 horas.

          Afortunadamente y como en el caso de Alesund y Bergen, este aeropuerto es muy tranquilo y confortable, estando más pensado para las personas, que para los pasajeros, siguiendo el sabio modelo nórdico. Este está basado en sillas de terraza y mesas -en vez de sórdidas hileras de sillas - y en este caso han añadido dos grandes sofás circulares, donde te puedes tumbar a cualquier hora, sin ser molestado. La primera noche vamos a estar solos en toda la terminal y las dos restantes, con un número muy reducido de pasajeros. En las tres dormimos genial.

          Eso sí: los escasos negocios para alimentarse cierran pronto, por lo que hay, que llevar encima comida y bebida -agua rica y potable en los baños - suficiente. Se puede consumir alcohol sin problemas, si se hace de forma discreta.

          Para mañana, nuestros planes pasan por visitar la ciudad, ubicada a 35 kilómetros. Hay varias formas de llegar hasta allí, aunque la más cómoda y económica es el tren, que te deja cerca del centro, en unos /25 minutos y por unos 3,50€//. Circula uno cada hora y los billetes se compran de forma rápida en la máquina automática. Pasa el revisor, así que, pocas bromas con colarse.

          No lo tenemos muy estudiado, pero sabemos, que existen numerosos carriles bici/personas, que son accesibles desde la terminal, por lo que pasado, sábado, recorreremos algunos de ellos, buscando algunas iglesias, el mar y la localidad de Stjordal, la mas poblada de la zona.

Ella Baila Sola, en las fiestas de San Isidro de Madrid


 

EBS, en San Isidro 2024


 

Ella Baila Sola, en las Vistillas (Madrid)


 

Destino Rubicón, en las fiestas de San Pedro Regalado de Valladolid


 

sábado, 4 de mayo de 2024

Castillo de Malbork y últimas horas en Gdansk

           Y nos vamos a Malbork con los bultos a cuestas, porque a la noche tendremos, que dormir en el aeropuerto de Gdanks, ya que estamos entre dos festivos nacionales y la habitación mas barata no baja de los 100€ (la misma, que ayer costaba 22).

          El castillo de Malbork es sencillamente colosal y solo en verlo por fuera -gratis-, le puedes echar un par de horas. Porque por dentro es carísimo, dado que cuesta unos 26€ por persona. Te incluyen la audioguía obligatoria, la quieras o no, por lo que cada vez son más los proveedores de algo, que te dan cosas, que no pides o no necesitas. En este sentido, observamos algo patético: una niña de unos cuatro años portando un cacharro de estos de la mano, que ni aunque se lo narraran como un cuento, entendería nada.

          Nos derretimos de calor, llevando los bultos y los chambergos, que tanto nos han aliviado el frío la semana pasada y que ahora odiamos. Pero si: el castillo de la orden de los caballeros Teutónicos -no habíamos visto nunca uno similar -, resulta magnífico y de visita obligatoria si te encuentras en Gdansk, solo se encuentra a 62 kilómetros de distancia.

          Hay dos modelos de negocio, en Gdanks, que hacen furor y que nos pasaron desapercibidos en septiembre pasado. Por un lado, los Biedronka (en español, mariquita): una especie de almacenes peculiares y desordenados, donde la mayoría de productos son más caros que en un supermercado, pero donde se comercializan algunas gangas. Por ejemplo, el rico licor de limón, cereza o mango -21 grados-, se vende aquí con un 30% de descuento.

          Por otro lado, están los Zabka, pequeñas tiendas parecidas a los Seven Eleven, de amplio horario -6, a 23- y que son los herederos de los antiguos, cutres y cacharrosos puestos de perritos calientes, de hace 20 y 30 años. Es este bocata de salchicha, su producto estrella.

          Abandonamos Gdanks, con Wizzair, camino de Tronhein, con las reservas repletas de vodka y pensando, que no tardaremos mucho en volver a esta querida ciudad. Tal vez en mes y pico, retornemos, para coger un vuelo a Tronso y empaparnos del sol de medianoche, a pesar de que siempre hemos leído, que este lugar resulta decepcionante.

Molovika y su playa 👙


 

Alrededores de Trondheim


 

Los sonidos de Trondheim