En un supermercado de Lombock nos compramos unos tintes super morados para el pelo. Nos los dimos en el hotel de Padangbai. Desde entonces, somos la sensación de las islas y casi todas las mujeres de diversas edades -también algunos hombres- se deshacen a nuestro paso con calificativos, como "great", "beautiful", "nice", "deep purple"...
Al final y con más esfuerzo del esperado, tuvimos, que volver a Kuta con Perama, pagándolo caro y en un trayecto muy pesado de casi dos horas para 35 kilómetros, debido al denso tráfico. De camino, vimos un Ikea y una estación de autobuses, que nos abrió futuras esperanzas, para poder ir a Dempasar, desde donde pensamos acometer la vuelta por tierra hasta Surabaya -Java- desde donde tenemos un avión, a Kuala Lumpur, el día 21 de diciembre.
En Kuta -como en el resto de Indonesia -, contratiempos podíamos esperar, pero no desde luego, con el alojamiento, al querer volver al de la primera vez, con nuestra gran piscina y aire acondicionado. Pero el conserje nos devolvió a la realidad, indicando, que todo estaba lleno. Más tarde y trasteando en Booking descubrimos, que si había alcobas, pero que no estaban dispuestos a ofrecerlas al precio de la otra vez.
Comenzó entonces un largo, tedioso, caluroso, húmedo, esforzado y desanimado peregrinar por los diversos hoteles de la zona. Pagamos lo mismo que hace más de dos semanas, pero sin aire, sin piscina y con un baño indecente. Mañana, definitivamente, buscaremos otra cosa.
En los próximos días debemos visitar Canggu y volver a Dempasar y probablemente, en ambos casos, será andando por la escasez y el alto precio del transporte colectivo, que de público tiene poco.
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