Existen muy poderosos motivos para asegurar, que países como Indonesia no podrían subir en el ranking de prosperidad y bienestar, ni aunque lo intentaran, ni aunque les tocara la lotería, ni aunque de la noche de la mañana, produjeran todo el petroleo, el coltán o todos los diamantes del mundo. La razón es, -como ocurre en la mayoría de países del tercer mundo -, que las medidas, que harían progresar exponencialmente al país no cuestan demasiado dinero.
Se trata más, de un cambio de decisiones y de filosofía vital, que de poder económico. Pero, ya os adelanto y por experiencia, que nada de esto se va a producir. Son cuatro -a grandes rasgos, porque son muchos más -, los agujeros del irreparable sistema, que no requerirían de casi ninguna inversión.
1.- Movilidad. Resulta imposible moverse por el país con criterio. Todo movimiento humano fluye con tanta naturalidad, como caos, a pie o mediante los diversos -fundamentalmente motos anárquicas -, transportes. No puedo ni imaginar, los puntos de crecimiento del PIB, que esto puede restar al país,sin que a nadie le importe.
2.- Destrozar el medio ambiente. ¿Costaría tanto, que cada uno tirará sus cosas sobrantes a la basura? Parece ser, que sí. Resulta deprimente, sobremanera, viajar en un ferry y ver, que el mar está lleno de basura generada por los lugareños y agrupada por bloques, que mueven las corrientes y las olas. Asomado a la barandilla y asombrado ves, como sin sutilezas o remordimientos, lanzan todos los desperdicios al mar. Lo mismo ocurre en el transporte terrestre.
3.- Precios. En un país coherente y por pocos recursos, que tenga, no puedes pagar un precio y el doble, por lo mismo. Pues eso ocurre, por ejemplo, dependiendo, en que dirección tomes el ferry a las islas Penidas (60.000, por 30.000).
4.- La hipocresía, motivada por no se que razones, dado que no tiene raíces, ni políticas, ni religiosas. Resulta, que prohíben el alcohol en la mayor parte del país -menos en Bali, porque sino , no iría, ni el tato- y lo fundamentan, en que hace daño a los jóvenes. Pero, cuando vas por la calle, ves a críos de 12 o 13 años haciendo el bestia con una moto, con el peligro, que conlleva para ellos y para el resto del tránsito.
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