Descartada -al menos, hoy-, recuperar nuestra fallida visita, a Sidi Kauki, comenzamos nuestra segunda jornada ven la costa Atlántica sur de Marruecos, queriendo llegar hasta la mítica Taghazoud, considerada como la perla africana del surf
Llegamos a la estación de autobuses general -hay otra de CTM- y en el medio de su explanada abordamos al cobrador de billetes y le pedimos dos para Agadir. Nos contesta, que ese autobús -que nos han indicado en las agencias-, no va a ese destino. Retrocedemos desconcertados, pero a los diez segundos nos damos cuenta, de que ese hombre vuelve a vocear: "Agadir, Agadir, Agadir". Le pedimos entonces explicaciones y nos indica, que si se dirige allí, pero que solo nos puede vender un boleto, sin darnos más aclaraciones.
Volvemos al edificio de la terminal y un amable chico nos aconseja, que hablemos con la policía - con garita propia en la estación-, porque el vehículo no puede ir lleno. Eso hacemos. Tras hablar el agente y el cobrador, este último alega, que tengo una mancha oscura en la parte trasera del pantalón y que así, no puedo subir al autobús. Lo peor no es ese alegato, sino que el poli, inmediatamente, se va y nos deja tirados. Le explicamos al tocahuevos , que no traemos más pantalones y hasta me coloco el jersey a la cintura para taparla, pero no se baja del burro.
Efectivamente -me lo confirma mi pareja-, tengo una pequeña mancha de color y ntre rojizo y marrón, que a simple vista, podría ser sangre, barro y con menos posibilidades, restos de heces. La respuesta correcta es la primera, porque desde hace años padezco almorranas, que por temporadas y sin motivo aparente, sangran.
Nos quedamos alucinados y sin saber, que hacer. Empezamos, a tener, que perderemos otro día, como ese tipo siga ahí controlando la venta de billetes durante toda la mañana. Y, así terminará ocurriendo.
Nos quedamos muy tocados y empezamos a vagar sin rumbo, dándole vueltas a esta historia tan insólita, absurda, inquietante, inoportuna, vehemente, nada empática y sobre todo racista y humillante, como se analizará en el próximo post.
Cuando quisimos reaccionar eran ya las doce de la mañana y al encontrar la terminal de CTM, ya no nos convenían los horarios, a Agadir para este día. Además, con esta compañía cuesta casi un cincuenta por ciento más.
Volvemos, a dormir, en Essaouira, en el sitio, que buscábamos ayer -excelente- y temiendonos, que mañana -a pesar de frotar el pantalón -, los hechos se pudieran repetir.
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