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jueves, 4 de abril de 2024

El insoportable aeropuerto de Bali

          Nuestra experiencia en el aeropuerto de Bali ya sido la más nefasta y lamentable que hayamos tenido en nuestros ya casi infinitos viajes. Y eso, que compite con lo que nos ocurrió hace poco más de un mes, en Kuwait, que parecía insuperable.

          Ya habíamos volado desde esta isla de Indonesia en 2018, pero fue en la terminal internacional y con una espera de poco tiempo. Está vez salimos desde la doméstica. Llegamos al aeródromo a las seis de la tarde. No podíamos hacer noche en la ciudad, porque el vuelo sale a las siete de la mañana. La terminal doméstica es antigua, fea, hormigonada hasta las trancas y en el exterior apenas tiene aperturas al cielo o para la entrada de aire, que por otra parte, aquí no corre nunca.

          La entrada y como en India o Filipinas, está vetada para quien no tenga una tarjeta de embarque. Y pensamos: cuando falten cinco o seis horas para el vuelo nos dejarán entrar. Asfixia y respiración casi imposible, sudando y con la ropa pegada al cuerpo. Nos dirigimos por un largo pasillo -ir por el exterior es peligroso y caluroso - fantasmal, donde no existe ni un solo ventilador. Caminas tan solo, que da miedo. En la terminal internacional han hecho una sola concesión: unas pocas tumbonas y sillas para la espera, pero allí no aguanta nadie, a más de treinta grados y sin el más mínimo flujo de aire.

          Alternamos paseos y sentadas y no sabemos, de que forma sufrimos más. A estas zonas, no llega el wifi del aeropuerto. Las instalaciones, pretender emular -supongo -, a KLIA, en Kuala Lumpur. Se trata de hacer una especie de centro comercial inmenso antes del acceso al check in, donde te puedas entretener y comprar, antes de volar. Pero los malasios, lo hacen con unas condiciones agradables, con cerramientos y aire acondicionado, mientras aquí, te comes los 30 grados y la humedad de recintos semicerrados y sin ninguna protección. Ya hartos y exhautos, a las 9, tratamos de entrar en busca de fresco. El segurata nos dice, que no puede ser, hasta las cinco de la mañana ¿Con solo dos antes para obtener la tarjeta de embarque?.

          Alternamos la tortura, con periodos dentro de un cajero automático, con el aire acondicionado tan fuerte que casi produce chupiteles.

          Sobre media noche nos tiramos a dormir al suelo, como otros tantos de cientos de personas. Los escasos sueños, más que húmedos, resultan sudados. A las tres, tratamos de volver a entrar, como sea y descubrimos, que salidas, está directamente cerrado, hasta las cinco.

          Casi al lado, una composición de palabras en relieve, ahora tan de moda y en la que se hace fotos todo el mundo, Expone: "Bienvenidos al paraíso de la isla de Bali". Y mañana por la noche, volverán a lo mismo:   hacer sufrir a los pasajeros.
      

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